Juan Belikow es docente universitario, investigador y consejero líder de la Secretaría de Seguridad Multidimensional de la OEA. En diálogo con DEF, se refirió a las falencias del Estado argentino en materia de seguridad y destacó algunas recomendaciones y ejemplos de buenas prácticas en la Región y en el mundo.
El especialista celebró la experiencia de la Policía Metropolitana en la Ciudad de Buenos Aires, pero cuestionó la implementación de las policías municipales en general. "Hoy, como están planteadas, las policías municipales son un problema", aseveró, y ofreció algunas alternativas para mejorar el funcionamiento de estas fuerzas.
-¿Cómo define una buena política de seguridad? ¿Qué características debe tener?
-Debe tener un abordaje integral, que incluya la perspectiva de la prevención, el control del delito, la confluencia de todos los operadores que están involucrados, y particularmente, darle una coherencia y consistencia a la intervención de los operadores de prevención, que en la mayoría de los casos no existe. Los componentes de la prevención deben ser enfocados desde una perspectiva de la seguridad y no del desarrollo social, que es como normalmente se hace. Debería haber un ente que articule y les dé consistencia a las intervenciones de prevención desde el punto de vista de la seguridad ciudadana.
-¿Qué preparación tienen que tener las fuerzas de seguridad para llevar adelante intervenciones de prevención?
-Desde mi punto de vista, a las fuerzas de seguridad hay que desagregarlas. Creo que deberíamos reforzar los componentes de policiamiento comunitario, particularmente un policiamiento orientado a la resolución de problemas, que está faltando en general en toda la Región. Hay intentos incipientes, pero no avanzan demasiado.
-¿Y qué se necesita en materia de presupuesto?
-La seguridad no deja de ser una política pública que compite con otras. Los recursos no son infinitos y es el rol del político el definir cuáles son las prioridades. Su rol es interpretar el ambiente de la ciudadanía y priorizar aquellas cosas que son más relevantes. No podemos "securitizar" todo. Tiene que haber un razonable equilibrio, que no es una función de los técnicos, sino de los políticos. Lo que sí es responsabilidad del técnico es lograr los mayores resultados con los menores recursos, porque son recursos públicos, y si se malgastan en seguridad, se están quitando no solo de allí, sino de todas las otras áreas. De allí la responsabilidad de gastar el presupuesto de la manera más eficiente y eficaz posible.
-¿Qué evaluación hace de las policías municipales en Argentina?
-Hoy, como están planteadas, son un problema. Paradójicamente, hubo alertas de que esto iba a suceder. México está tratando de salirse de ese esquema desde hace ya varios años, tiene 1500 policías municipales con problemas gravísimos de corrupción y muy baja eficiencia. Desde mi punto de vista, la parte preventiva de la policía local debería ser manejada siguiendo los modelos británicos o españoles, donde las responsables a ese nivel son las comunidades ‒en nuestro caso, serían las provincias. Hay un problema inherente en todo esto y es que los municipios ricos pueden tener buenas policías locales y los pobres, no. Debería establecerse una fórmula combinada de territorio, población y riesgo a ser tratado, que asigne a cada municipio una cantidad de elementos humanos y recursos materiales. Debería ser una estructura única, a nivel provincial, probablemente, donde se dé la capacitación, y que garantice que todos los municipios cuenten con estos elementos.
La segunda cuestión es la dinámica política de nuestra región, que hace que las policías locales se conviertan en un elemento de choque o de propaganda del intendente de turno. Eso no es bueno porque politiza a la policía, le quita objetividad, algo que no debería suceder. Aunque creo que el intendente sí debe estar en la cadena de mando.
-¿Argentina está muy lejos de alcanzar ese modelo que menciona?
-Hay algunos avances, creo que se pueden hacer buenas cosas. La experiencia de la Policía Metropolitana para mí fue extraordinaria, aunque lamentablemente no se profundizó, pero creo que es un modelo que se puede seguir. Tenemos que trabajar mucho en la capacitación de los policías. Hay una especie de prejuicio en torno a la policía comunitaria, se la ve como al policía débil, sin embargo, hacen una labor policial completa, y por lo tanto, creo que debería priorizarse a nivel salarial.
– ¿Qué características tiene que tener el policía que trabaja en prevención?
-Tiene que ser un gran mediador, un conciliador. Es un policía que tiene una sólida base empírica, científica y estadística. Con esto quiero decir que tenemos que entender que los delitos y crímenes en realidad no son más que síntomas de ciertos problemas. La labor del policía comunitario es tratar de hilvanar aquellos incidentes que pueden evidenciar la existencia de este síntoma. Identificado el problema, tiene que convocar a los operadores que tienen competencias en él. El problema que subyace al delito frecuentemente es de índole no policial: puede haber problemas de desempleo, de escolarización, de falta de acceso a infraestructura, falta de acceso a la justicia, falta de oportunidades de todo tipo… Y eso claramente no es competencia del policía, pero debe tener la capacidad suficiente para identificar dónde están los problemas, convocar a los especialistas, y ahí es donde el ministerio debe tener la capacidad para articular con otras áreas y tener poder de convocatoria real para que los operadores aparezcan, la intervención debe ser rápida. Recordemos que cada peso que gastamos en prevención nos ahorra cinco pesos en represión del delito.
-¿El narcomenudeo es uno de los problemas que corresponde que aborden las policías locales?
-Cuando hablamos de narcotráfico se suelen meter varios conceptos en un mismo término. Está el gran narcotráfico, que es la droga que pasa por nuestro territorio y que tiene un efecto derrame, que da por resultado el narcotráfico local, destinado a nuestro mercado, que normalmente es tributario del otro. Después está el problema del microtráfico o narcomenudeo, y por último, el de la adicción, que es un tema de salud pública. A cada problema le corresponden tipos distintos de intervención. Para el microtráfico, es claramente un rol de intervención de la policía comunitaria, que puede prevenirlo, identificarlo. No quiere decir que lo vaya a solucionar, porque detrás de ello está el gran narcotráfico, sino que tiene que derivar ese problema, que es un delito complejo, a una policía de investigación judicial para no malograr otra cosa. Es importante entender que son tres cosas distintas y no intervenir en un problema con otros componentes. No puedo tratar al adicto como si fuera un gran traficante, por ejemplo.
-¿Cómo se vincula el contrabando con el narcotráfico?
-Es el bosque que oculta al árbol, porque dentro del bosque de los mercados ilícitos, la droga es como un pequeño arbolito que queda ahí, perdido. Cuantos más mercados ilícitos haya, es más fácil ocultar el tráfico de drogas.
“Cada peso que gastamos en prevención nos ahorra cinco pesos en represión del delito”
-En otra entrevista, usted sostuvo que en Argentina había narcoinstituciones, ¿A qué se refería?
-Tenemos instituciones que están infiltradas y en algunos casos colonizadas directamente por el narcotráfico, y eso es un problema grave. Esto no supone necesariamente que todos los operadores sean conscientes de esta situación. Frecuentemente la colonización se da en el nivel decisional o en niveles gerenciales medios, aunque a veces ocurre lo inverso, ocurre en el territorio, pero los niveles decisionales no lo saben. Esto tiene que ver con una muy débil capacidad gerencial de la seguridad. Una de las más grandes deficiencias en materia de capacitación de cuadros policiales es que hemos generado buenos comisarios, pero muy malos gerentes de seguridad. Tenemos que pasarnos al formato de gerente de seguridad, entendido como aquella persona que se puede plantear metas cualitativas y cuantitativas en cuanto a la reducción del crimen y la violencia en el distrito en donde trabaja. Vinculado a eso, el sistema actual de formación y promoción policial no premia el buen desempeño, al contrario, lo castiga. Cuando un policía con buena voluntad intenta algo, si le sale bien, da igual, si le sale mal, lo castigan, con lo cual, decide no hacer nada. En la gestión de la seguridad pública, y esto incluye también al narcotráfico, nos falta el especialista que formule una política que tome medidas preventivas, que alerte sobre posibles problemas. Tenemos más deficiencias en el nivel de los altos medios, pero también entre gerentes de alto nivel. Nos falta una buena planificación de una política de seguridad integral a nivel nacional.
-Pero no somos los únicos…
-No, de ninguna manera. Si uno recorre la historia de la seguridad en la región, la seguridad nace como un apéndice de las Fuerzas Armadas. Los primeros policías eran militares, que imprimieron en la cultura policial imperante un ethos militar. No tenemos ethos policial. Y, en segundo lugar, hemos implementado sistemas por los que los policías ascienden por antigüedad, como los militares, no por mérito.
“Nos falta una buena planificación de una política de seguridad integral a nivel nacional”
-¿Cómo deberían ser los sistemas de ascensos?
-Sería oportuno que, al fin de cada gestión, cada oficial de policía pudiera evaluar sus resultados de manera objetiva, con metas muy específicas: ¿cuánto se redujo el robo en su cuadra?, ¿cuánto mejoró la percepción de seguridad entre los vecinos?
-¿Hay modelos a seguir?
-Esto funciona en Londres, prácticamente en toda Alemania, funciona regularmente bien en Italia y en España. Funcionaba bien hasta hace poco en Nicaragua, está empezando a funcionar bien en Colombia, y en Chile, funciona bastante bien hace tiempo.
-¿Qué beneficios generan estos sistemas?
–Con el uso de indicadores objetivos que impiden la arbitrariedad del jefe, estos modelos previenen, entre otros problemas, la corrupción institucional. Cuando se tienen sistemas de ascensos por antigüedad, un oficial que entró en la carrera policial tres años después que su jefe, durante toda su carrera va a tener a ese jefe como superior, sin importar lo que haga. Si su jefe es corrupto, a él no le quedará más que tolerarlo o incluso sumarse a la corrupción porque si no, tarde o temprano, va a pagar las consecuencias. Con un ascenso "meritocrático", se premia la capacitación, mientras que en el esquema que tenemos actualmente da igual si el oficial se capacita, o no. En segundo lugar, está el tema del desempeño, que rompe con el esquema piramidal por el cual si tengo un subordinado y yo soy corrupto, ese subordinado nunca me va a poder hacer nada. Con un sistema "meritocrático", corro el riesgo de que eventualmente se convierta en mi jefe y yo tenga problemas.
-¿Cómo evalúa la coordinación que existe hoy en el país entre las distintas fuerzas de seguridad?
-Argentina tiene la ventaja técnica de tener tres tipos de fuerza: la policial; las fuerzas de seguridad, que son técnicamente policiales pero militarizadas (Gendarmería, la Policía de Seguridad Aeroportuaria, en menor medida, y la Prefectura); y, por último, las Fuerzas Armadas. Pero creo que nos falta desagregar aun más al nivel más básico. Deberíamos desagregar entre cuerpos de policía local en base comunitaria, fuerzas de policías provinciales para delitos comunes e incluso graves, mientras que los delitos complejos deberían ser competencia de la policía federal. Pero detrás de eso, hay dos componentes que nos están faltando en la capacidad objetiva estadística de entender cuál es la problemática, de evaluarla. Deberíamos tener una policía científica forense tradicional al servicio de la policía de investigaciones criminales. Ambas actuarían básicamente cuando el delito ya se cometió. La policía comunitaria, en tanto, trabajaría todo lo que es ex ante, en prevención, y debe tener un componente
científico de apoyo, con encuestas de victimización, estadísticas de percepción de inseguridad a nivel local. Esto hoy no lo tienen, por lo que los policías actúan y formulan sus políticas a ciegas.
*La entrevista completa a Juan Belikow se publicará en los próximos días en la Revista DEF N.º 119.