“La salida de esta situación pandémica nos tiene que encontrar mejores. Esto no va a pasar si no estamos comprometidos, formando líderes en todos los espacios del quehacer humano, con una clara conciencia social y ambiental”, sostuvo el director ejecutivo de la Fundación Criteria, Mauricio Fernández Funes, durante el último webinar llevado a cabo por esta organización y por la Universidad del CEMA: en esta oportunidad, tres expertos en materia de reducción de riesgos de desastres se refirieron a esta temática y a su abordaje sostenible, analizando su relación con el cambio climático y con los acuerdos internacionales.
El encargado de abrir el evento virtual fue el doctor Julio Bardi, quien explicó la importancia de los acuerdos y compromisos –como la Agenda 2030, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el Acuerdo del Club de París, la Nueva Agenda Urbana y la Agenda para la Humanidad– como antecedentes para marcar el rumbo de la reducción del riesgo de desastres. En ese contexto, el experto también destacó la existencia de la Ley 27287, que regula el Sistema Nacional para la Gestión Integral del Riesgo y la Protección Civil en nuestro país. En ese sentido, resaltó que la cooperación internacional es “de primerísima necesidad, teniendo en cuenta que el 50 por ciento de los países no tiene legislación sobre gestión de riesgo”.
Para Bardi, la prevención ocupa un rol clave en esta temática, un aspecto presente en el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030. Este acuerdo, explica el doctor en Relaciones Internacionales, apunta a reforzar la resiliencia y una serie de principios rectores, como, por ejemplo, la mayor la participación de toda la sociedad y de todas las instituciones del Estado en esta materia; asimismo, explicó que, por medio de esto, se busca ampliar el alcance de la reducción del riesgo de desastres para centrarse no solo en las amenazas naturales, sino también en aquellas vinculadas a los riesgos ambientales, tecnológicos y biológicos. “No solo se trata el presente, sino también el futuro, de forma integral e inclusiva. No solo se habla de riesgo, sino que entiende que este es multidisciplinario y multisectorial”, detalló.
El orador también señaló que existe un principio fundamental que es la protección de las personas. “El Estado debe respetar y auxiliar a los individuos. La sociedad civil no puede ignorar que, mientras una parte esté por las alturas, otros se encuentran en condiciones de pobreza, con hambre y falta de agua. Por eso, también se necesita de la participación del sector privado y de las instituciones estatales”, indicó, al tiempo que subrayó la importancia de la coherencia tanto en los planes como en las prácticas.
Para él, los líderes tienen una alta responsabilidad en la función de la gobernanza frente a estas amenazas. “Hay que comprender que el riesgo que nos rodea está presente los 365 días del año. Todos depende de las medidas de prevención que se tomen, tanto a nivel individual y local, como provincial y regional”, agregó, al tiempo que concluyó que la pandemia es global, pero la responsabilidad es local: “Vemos que los intendentes son los que lideran, en sus respectivas jurisdicciones, las medidas relativas al COVID-19”.
Finalmente, el experto se refirió a la pandemia que afecta a gran parte del planeta: “Se ha invertido poco en salud y en capacitación. Incluso los países más desarrollados han sido sorprendidos por esta situación y han tenido que preparar, en forma acelerada, los recursos y medios para afrontar la situación provocada por el COVID-19”. En ese sentido, retomó una de las recomendaciones del Marco de Sendai, aquella que insta a intensificar la labor científica, técnica y de investigación.
“El problema no es del tornado, sino de cómo estamos preparados para enfrentarlo”
La doctora en geografía Claudia Natenzon explicó que los riesgos son consecuencia de nuestras propias actividades y decisiones. “Si nos podemos ubicar en esta mirada, el problema no es del tornado, sino de cómo estamos preparados para enfrentarlo”, subrayó, al tiempo que insistió en enfrentar estas amenazas de manera integral.
“Tiene que haber un enfoque preventivo del riesgo de desastres, más amplio y centrado en las personas. Las prácticas deben contemplar amenazas múltiples y ser multisectoriales, inclusivas y accesibles para que sean eficientes y eficaces”, sostuvo.
Natenzon también se refirió a eventos que no solo se pueden dar en simultáneo, sino que se dan entre ellos, por ejemplo, el caso de las sequías y de la pandemia: “En el caso de la sequía, esta amplifica el riesgo de expansión del COVID-19 por la falta de agua –que impide una correcta higiene o la complica– y deficiencias en la alimentación. A su vez, el virus presiona sobre el recurso, por ser este el medio de uso masivo más económico y recomendado para evitar el contagio. Piensen qué pasaría si, en cualquiera de nuestras ciudades, dejara de haber acceso al agua potable”.
Además, y tras alertar sobre la imagen de las Cataratas del Iguazú prácticamente sin agua, la experta explicó que (tal como señala el GERM - Grupo consultivo para la Gestión de Riesgo de Desastres de la UNESCO) las sequías constituyen un peligro silencioso en medio de una pandemia en un contexto de múltiples riesgos.
Finalmente, Natenzon advirtió que es importante tener en cuenta que podemos construir nuestro futuro. “Somos nosotros los que estamos deconstruyendo este escenario de riesgo. Hay que ser creativo. Considero que prevenir es posible”, concluyó.
“El COVID-19 obedece a los criterios de desastres”
“Los desastres no son naturales, porque la naturaleza obra como tiene que obrar. El que interviene es el hombre”, alertó Gastón Fermepín, especialista en la temática. Para él, “el COVID-19 obedece a los criterios de desastres” si se tiene en cuenta que, recientemente, se amplió la taxonomía de las amenazas al considerar también las cuestiones bióticas y biológicas. En ese contexto, observó que esta crisis de la salud pone a prueba nuestra capacidad para cooperar, aprender y adaptarse ante la incertidumbre.
“Este desastre es una manifestación de lo que la comunidad internacional ha venido subrayando. Estamos en un mundo más interdependiente. Los riesgos se entrelazan y se extienden a través de las comunidades de formas complejas que conducen a riesgos sistémicos”, afirmó el doctorando en Geografía, al tiempo que advirtió que no se puede alcanzar el desarrollo sostenible si no se reduce el riesgo de desastres, dos factores que, para él, no son excluyentes entre sí. “Los desastres son muy democráticos para presentarse, como se ve con la pandemia, pero son absolutamente discriminatorios cuando se trata de grupos mejores preparados o de grupos más vulnerables”, agregó.
Para Fermepín, a pesar de las capacidades técnicas y analíticas de una sociedad, estas parecen cada vez más incapaces de gestionar los riesgos, además de las amenazas multisimultáneas que coexisten con la pandemia.
“Los Objetivos de Desarrollo Sostenible habrán sufrido un golpe mortal si el mundo no logra controlar la naturaleza sistémica del riesgo de desastres”, reforzó el experto. Asimismo, observó que “la nueva normalidad debe basarse en una ética verde” y que no existe un plan B: “Hay que pensar que, cuando dejamos atrás a los grupos vulnerables, estamos comprometiendo el futuro de cada uno de nosotros”.
La juventud comprometida
Cabe señalar que, del encuentro virtual, también participaron integrantes del Círculo de Líderes del Desarrollo Sostenible, un grupo de profesionales y especialistas que, desde sus lugares de trabajo, tanto públicos como privados, buscan incorporar una perspectiva sustentable y verde, sin estar nucleados en ninguna organización.
Luego de haber realizado juntos la Diplomatura en Seguridad Humana para el Desarrollo Sostenible –organizada por Criteria y la UCEMA–, se reúnen para analizar los aportes que pueden llevar adelante en sus áreas de injerencia y los avances que se concretan en esta materia alrededor del mundo. Un reflejo de la pasión, las inquietudes y la preocupación que provoca, en las nuevas generaciones, el cambio climático y sus consecuencias en el medioambiente.
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