Arrasar para cultivar: una radiografía de la deforestación en Argentina

El cambio climático es una de las mayores amenazas para la humanidad y la reducción de la deforestación podría ser la clave para frenar su avance. ¿Argentina podrá estar a la altura de los cambios que se necesitan?

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La deforestación, por la transformación
La deforestación, por la transformación de bosques nativos para la producción de cultivos y la ganadería, ha emitido el 10,52 por ciento de los gases de efecto invernadero a nivel nacional. Foto: AFP.

“Según datos del Panel Internacional de Recursos de las Naciones Unidas (2014) en América Latina, en nuestro país, a contramano de la tendencia global, se explica el aumento de la producción agropecuaria más por la extensión de las tierras arables que por la productividad de sus cultivos”, sostienen desde la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN). En nuestro país, este modus operandi deviene en el proceso conocido como “pampeanización”: la exportación de la lógica productiva pampeana hacia otras ecorregiones del país (Chaco, por ejemplo). Como explican desde FARN, en menos de 20 años nos hemos encargado de deforestar el equivalente a la superficie de la provincia de Formosa.

Un dato: la deforestación, por la transformación de bosques nativos para la producción de cultivos y la ganadería, ha emitido el 10,52 por ciento de los gases de efecto invernadero (GEI) a nivel nacional. En ese sentido, Belén Zermatten de PWC en Argentina, explicó durante la jornada final de la Diplomatura en Seguridad Humana para el Desarrollo Sostenible, organizada conjuntamente por la Fundación Criteria y la Universidad del CEMA, que, según el Acuerdo de París, “el promedio de reducción de emisiones que se necesita a nivel global para cumplir con las metas que pusieron cada una de las naciones que adhieren es de un 3 por ciento. De acuerdo con los últimos resultados, se ha logrado una reducción 1,6 por ciento, lo cual está bastante por debajo del compromiso”.

Desde FARN sostienen que, según
Desde FARN sostienen que, según datos de la ex Secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable, se arrasaron con más de 1,1 millón de hectáreas de bosques para el cultivo de soja. Foto: Fernando Calzada.

DEF pudo dialogar con la directora ejecutiva adjunta de FARN, Ana Di Pangracio, sobre las cifras de deforestación en nuestro país: “A nivel de Argentina, es un problema serio, y lo más grave es que la deforestación ilegal persiste, particularmente en un bosque de relevancia regional como el Gran Chaco, que compartimos con Bolivia y Paraguay”. Para ella, la conversión de bosques a tierras agrícolas, el pastoreo excesivo, la rotación intensa de cultivos, el manejo no sostenible de los bosques, la introducción de especies vegetales y animales exóticas invasoras, la infraestructura a gran escala, la explotación minera y de petróleo, los incendios, las plantaciones forestales, la contaminación y el cambio climático impactan negativamente sobre los bosques, sus ecosistemas y especies.

Lo más grave es que la deforestación ilegal persiste, particularmente en un bosque de relevancia regional como el Gran Chaco.

De hecho, la Unidad de Manejo del Sistema de Evaluación Forestal (UMSEF), del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, es la responsable de generar los datos de pérdida de bosques nativos. De acuerdo a los trabajos realizados, se pueden saber alguno de los efectos que génera la reducción de estos bosques. Entre ellos, se puede mencionar la pérdida de la biodiversidad en muchas escalas, lo que afecta la estabilidad y el mantenimiento de los procesos evolutivos, así como también las funciones ecosistémicas. Además, modifica el ciclo del agua, del carbono, del nitrógeno, del fósforo y de otros elementos que alteran la conexión entre los componentes vivos y no vivos de la tierra. Asimismo, genera la emisión de gases de efecto invernadero y afecta la calidad de vida de las poblaciones.

Cifras alarmantes

“Según datos de la ex Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable (SAyDS), entre 1998 y 2002, desaparecieron más de 780.000 hectáreas de bosques. En los siguientes años, previo a la entrada en vigor de la Ley de Bosques, el proceso se acentuó, y se arrasaron 1,1 millones de hectáreas, en su gran mayoría, a manos de la soja”, sostiene la directora de FARN, quien, además, explica que, con estas cifras, la tasa de deforestación de la Argentina resultó seis veces más alta que el promedio mundial. En ese sentido, Di Pangracio señala que el desmonte más intenso se producía en la franja de transición entre el parque chaqueño y las yungas; se perdían un promedio de 821 hectáreas de bosques por día, 34 hectáreas por hora.

La tasa de deforestación de la Argentina resultó seis veces más alta que el promedio mundial.

Frente a tan grave situación, en 2006 se presentó en la Cámara de Diputados un proyecto para atender la emergencia forestal que se atravesaba. Se trató de una iniciativa del entonces diputado Miguel Bonasso. Finalmente, la Ley de Bosques fue sancionada el 28 de noviembre de 2007. Desde entonces, el escenario se modificó, aunque, como explica, la deforestación ilegal sigue existiendo y, de hecho, se desmontan bosques protegidos por las categorías amarilla y roja de la Ley 26331, uso sostenible y conservación estricta respectivamente.

Ana Di Pangracio, directora de
Ana Di Pangracio, directora de FARN: "La tasa de deforestación de la Argentina resultó seis veces más alta que el promedio mundial". Foto: Fernando Calzada.

Pese a las medidas adoptadas, las cifras siguen siendo alarmantes. “El porcentaje de la superficie del país cubierta con bosque nativo era de 11,26 por ciento en 1998 y bajó al 9,77 por ciento en 2015. En términos de área absoluta, Argentina pasó de contar con 31,4 millones de hectáreas en 1998, a 27,3 millones en 2015. Esto representa una disminución de 4.150.000 de hectáreas, a una tasa anual de deforestación de 0,83 por ciento. Nos queda en pie el equivalente al 30 por ciento de las masas forestales originales. Índices internacionales ponen también de relieve el escenario argentino en materia de bosques nativos: en 2014, el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) advirtió que en Argentina ocurre el 4,3 por ciento de la deforestación global. Por su parte, un informe de la FAO ubicó a Argentina entre los diez países que más desmontaron entre 2010 y 2015”, detalla Di Pangracio al tiempo que insiste en que se debe profundizar el trabajo en materia de combate de la deforestación ilegal y ofrecer opciones de uso sostenible y responsable de los bosques nativos.

“El porcentaje de la superficie del país cubierto con bosque nativo era de 11,26 por ciento en 1998 y bajó al 9,77 por ciento en 2015. En términos de área absoluta, Argentina pasó de contar con 31,4 millones de hectáreas en 1998, a 27,3 millones en 2015”.

La reducción de la superficie
La reducción de la superficie de bosques nativos provoca la pérdida de la biodiversidad y afecta la estabilidad y el mantenimiento de los procesos evolutivos, así como también las funciones ecosistémicas. Foto: Fernando Calzada.

¿Hay tiempo para un cambio?, para Di Pangracio, sí: “Tenemos la herramienta para lograrlo, la Ley de Bosques 26331, pero necesitamos el compromiso político a la altura del desafío y recursos dinerarios. Para 2020, la Ley de Presupuesto 2020 prevé asignar un total de $609.829.000, lo que equivale a solo el 3,25 por ciento del mandato legal y significa que, por cada hectárea de bosque nativo que posee, Argentina invertirá apenas $10,20. Sin plata, no podemos salvar los bosques”.

“Para 2020, la Ley de Presupuesto 2020 prevé asignar un total de $609.829.000, lo que equivale a solo el 3,25 por ciento del mandato legal y significa que por cada hectárea de bosque nativo que posee, Argentina invertirá apenas $10,20. Sin plata, no podemos salvar los bosques”.

Lejos del ideal agroecológico

Para Di Pangracio, Argentina transformó buena parte de sus pastizales y bosques nativos en tierras de cultivo. “El avance de la frontera agropecuaria es atribuible en gran medida a la expansión del cultivo de la soja, por sus elevados precios internacionales y los nuevos países que se sumaron a la demanda. Esto impacta en los ecosistemas y en la salud de las personas, debido al abusivo y desaprensivo uso de agroquímicos que supone el agronegocio. Se necesita acordar intervenciones en el bosque que sean genuinamente sostenibles y avanzar hacia sistemas agroecológicos”.

Para la directora de FARN,
Para la directora de FARN, Argentina tiene la Ley de Bosques para revertir el avance de la deforestación pero necesita mayores niveles de compromiso político y recursos. Foto: Gentileza Greenpeace.

En ese sentido, la directora de FARN explica que la zona más afectada, porque aún preserva bosque nativo en pie y poco salvaguardado bajo alguna categoría de área protegida, es el Gran Chaco (las provincias de Chaco, Salta, Formosa y Santiago del Estero concentran gran parte de la deforestación). Básicamente, allí el suelo fue destinado a la agricultura y la ganadería.

En el sur o en los bosques ribereños del noreste del país, una amenaza importante es el desarrollo inmobiliario, detalla la directora de FARN.

La restauración de bosques degradados o bosques que se han deforestado tiempo atrás es bienvenida, en tanto se haga con especies nativas de la zona de que se trate.

¿Forestar o detener la deforestación?

Para Di Pangracio, se debe hacer foco en detener la deforestación, ya que los procesos de restauración llevan muchos años, esfuerzo y recursos económicos. “La restauración de bosques degradados o bosques que se han deforestado tiempo atrás es bienvenida, en tanto se haga con especies nativas de la zona de que se trate, involucrando a la comunidad local. Pero es más fácil y barato mantener el bosque en pie que destruirlo y restaurar. Cabe resaltar que es preocupante que Argentina plantee para 2030 llevar de 1,3 a 2 millones las hectáreas con forestaciones de exóticas, planteándolas como solución al cambio climático, porque, al tratarse de árboles, capturan carbono”. La directora de FARN explica que estas forestaciones tienen fuerte impacto social y ambiental y reciben subsidios estatales para llevarse adelante: “Creemos que esto debe detenerse porque son incentivos perjudiciales para la biodiversidad, y que debe atenderse con urgencia el abordaje de los impactos sociales y ambientales de las plantaciones ya existentes”.

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