La cuenca Matanza-Riachuelo abarca más de 2000 kilómetros cuadrados que incluyen zonas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y de 14 partidos de la provincia de Buenos Aires. Allí, donde hoy habitan más de 8 millones de personas, tuvieron lugar varios intentos de saneamiento.
En 2006, y ante el deterioro ambiental de la zona, se creó la Autoridad de Cuenca Matanza-Riachuelo (ACUMAR) mediante la Ley 26168. Dos años después, la Corte Suprema de Justicia de la Nación intimó a este organismo a implementar un Plan Integral de Saneamiento Ambiental en respuesta a la sentencia que condena a la provincia de Buenos Aires, a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y a la Nación en el contexto de la “Causa Mendoza”, originada a partir de un reclamo presentado en 2004 por un grupo de vecinos.
Luciana Antolini, licenciada en Ciencias Ambientales, integra la Dirección de Salud y Educación Ambiental de ACUMAR: “Nosotros hacemos evaluaciones integrales de salud ambiental en áreas de riesgo; esto quiere decir que vamos a cada uno de los barrios que tenemos identificados, casa por casa, y realizamos un relevamiento que incluye conocer las características tanto individuales, como familiares y habitacionales, además de los antecedentes de salud, el acceso a la educación y si poseen DNI, entre muchas otras cuestiones. Por definición, considero que eso es trabajar en sostenibilidad”, manifiesta en diálogo con DEF esta profesional, que se encuentra cursando actualmente la Diplomatura en Seguridad Humana para el Desarrollo Sostenible, en la UCEMA, un curso creado por la Fundación Criteria que apunta a promover y crear liderazgos capacitados para poder generar proyectos con un fuerte compromiso social y ambiental.
-¿Cuál es el trabajo que se realiza en pos de identificar los riesgos para la salud de los habitantes de la cuenca?
-Realizamos un Mapa de Riesgo Sanitario Ambiental de la cuenca, que muestra cuáles son los barrios que deben priorizarse de acuerdo a su clasificación, en función de las vulnerabilidades de la población y la exposición a amenazas ambientales, como de riesgo muy alto, alto, medio o bajo. Sobre él, vamos construyendo el Mapa Epidemiológico Ambiental.
En 2008, la Corte Suprema ordenó a ACUMAR implementar un plan de saneamiento ambiental en el contexto de la ‘Causa Mendoza’.
-¿Cómo se analiza la sostenibilidad desde el ente?
-La sostenibilidad tiene que ver con casi todo el trabajo que hacemos desde la Dirección. Trabajamos para mejorar el ambiente y las condiciones sociosanitarias basándonos en la identificación previa de los problemas que hay en los barrios vulnerables de la cuenca. Por ejemplo, en algún barrio se pueden llevar adelante acciones de desratización, también hemos trabajado para mejorar una plaza que está contaminada, o bien para promover la remediación de un sitio o acercar una propuesta que tenga que ver con facilitar el agua segura. De hecho, existe población que no consume agua de red ni tiene sistemas de cloacas; incluso hasta tienen distintas problemáticas relacionadas con las características naturales del suelo, como la presencia de arsénico y flúor. Entonces, como muchas personas tienen necesidades diversas y los recursos son escasos, vemos de qué manera podemos incorporarlos dentro de algún plan o proyecto.
-En tiempos de crisis, ¿hay problemáticas específicas?
-Hay una práctica informal que es bastante frecuente en tiempos de crisis: la quema de cables para conseguir el cobre. El plástico que envuelve el cable contiene plomo, un contaminante que genera trastornos en el neurodesarrollo de los chicos. En esos casos, nosotros hacemos el seguimiento, les realizamos dosaje de plomo en sangre a las personas y evaluamos el plomo en el suelo. De hecho, contamos con un equipo de fluorescencia de rayos X portátil con el que medimos metales en muestras de suelo obtenidas en los barrios. Si un niño presenta plomo en sangre, se le dan pautas higiénicas y dietéticas, se busca la fuente de plomo en el ambiente y se gestiona su limpieza. También le hacemos un seguimiento con un médico toxicólogo y, hasta tanto no mejoran las condiciones ambientales que determinan la exposición al plomo, no se le da el alta.
Si un niño presenta plomo en sangre, se le dan pautas higiénicas y dietéticas, se busca la fuente de plomo en el ambiente y se gestiona su limpieza.
-¿Siguen algún tipo de agenda o de metas?
-Nosotros tenemos un plan integral de saneamiento ambiental, un documento marco a cumplimentar, en seguimiento por la Corte Suprema de Justicia de la Nación y los Juzgados de Ejecución de Sentencia. Ahora estamos en proceso de actualizarlo, algo que se hizo en el año 2010 y se ajustó en el 2016. En el medio, el organismo y su enfoque variaron. En relación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, planteados por Naciones Unidas, los incorporamos de manera indirecta. En ese sentido, hacemos fuerte hincapié en el área de Salud y Bienestar. Ahora estamos tratando de abordar el tema de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), ya que hoy existe una red informal de trabajo y termina siendo una actividad que afecta a los más pequeños.
-¿Cuáles son los consejos que reciben, por parte de la Dirección, los habitantes de la cuenca?
-En la Dirección, somos más de 170 personas, distribuidas en una unidad sanitaria ambiental por cada uno de los 15 municipios de la cuenca y en las oficinas administrativas del centro. Tenemos muchas patas, una de ellas tiene que ver con la capacitación en promoción de la salud ambiental comunitaria. El objetivo es constituir redes barriales y municipales en las que participen los vecinos, las organizaciones de la comunidad y los promotores comunitarios de salud ambiental. Trabajamos con temas de salud ambiental, basura y salud, manipulación de alimentos, transmisión de enfermedades y control de vectores, agua y salud, y uso de agroquímicos, entre otros.
-Las inundaciones, ¿desde qué óptica se abordan?
-Uno de los temas es la prevención y la preparación de la respuesta a las inundaciones. En la cuenca, hay población instalada en su valle de inundación y, en determinados sectores, las condiciones son precarias, por lo que, con las crecidas del río, esas zonas se inundan. En los barrios vulnerables, muchas veces no hay recolección de residuos, o no alcanza. Trabajamos en la importancia de no arrojar los residuos en los canales, de esa manera no se contamina el agua ni se tapan las desembocaduras, y disminuyen las inundaciones.
En la cuenca, hay población instalada en su valle de inundación y, en determinados sectores, las condiciones son precarias, por lo que, con las crecidas del río, esas zonas se inundan.
-¿Obtienen respuestas por parte de las poblaciones que habitan la cuenca?
-Tenemos de todo. Por un lado, está la población que muchas veces es interpelada e intervenida en forma recurrente, por lo que llega un momento en el que es difícil acceder a ella, ya que descree del sistema. A veces sucede, en lo que respecta a la atención de la salud, que el turno que se les gestiona se encuentra en un establecimiento que no resulta accesible y no tienen manera de moverse porque no cuentan con transporte; en esos casos, se dificulta. Respecto de las pautas que se les dan a las madres para que los chicos dejen de estar tan expuestos al plomo, estas tienen que ver con lavarse las manos, tener las uñas cortas o lavar los cubiertos antes de comer. Dichas pautas siempre son efectivas, las concentraciones de plomo en sangre bajan conforme se incorporan estas pautas. Las familias están preocupadas por la salud de sus hijos.
Con relación al tema de los residuos, hay comunidades más consolidadas, con una mirada de comunidad, otras no tanto, entonces hay que reforzar ese sentido. Todos los indicadores, trabajos e informes por barrio están publicados en nuestro sitio web. Debemos rendir cuentas de las actividades a la Corte Suprema de Justicia de la Nación a través de dos juzgados de ejecución de sentencia que siguen la “Causa Mendoza”. Cada tres meses, nosotros informamos todas las actividades que hacemos y todo tiene un informe que lo respalda.
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