La movilidad sustentable comienza a sumar cada vez más adeptos en todo el mundo. En Argentina, dos jóvenes encabezan la vanguardia tecnológica en esta materia y ganan cada vez mayor reconocimiento: por un lado, Adrián Glat, fundador de Aston Rider y creador de un dispositivo que convierte cualquier bicicleta en un rodado eléctrico; por otro, Gabriel Muñoz, el primer desarrollador de bicicletas completamente eléctricas en el país.
“Hace tres años, junto a mi padre, comencé con este proyecto que tuvo como origen la creación de bicis eléctricas y que incluía los diseños de cuadros originales”, cuenta Adrián –un joven de 20 años– y agrega que, con el correr del tiempo, fue la curiosidad de varios ciclistas la que lo motivó a crear estos kits. “Los productos que había en el mercado tenían un valor muy elevado y los equipos que permitían adaptar los rodados tradicionales requerían de un conocimiento de mecánica y electrónica que no todas las personas poseían”, recuerda.
Esta tecnología, que ganó el Concurso de Emprendimientos de Triple Impacto organizado por la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, encontró dos nichos de mercado bien segmentados. “Nos consultan adultos jóvenes, de entre 25 y 30 años, que tienen como objetivo manejarse por la ciudad con un medio de transporte que les permite moverse con la facilidad de evitar los problemas de tráfico; y, también, mayores de 60 años que quieren trasladarse, pero sin cansarse tanto”, explica Glat y aclara que, de a poco, van abriéndose nuevos espectros de público.
Dos de los principales desafíos a los que debió enfrentarse este emprendedor –que tiene su fábrica en Villa Bosch, provincia de Buenos Aires– fueron, por un lado, los costos de venta y, por otro, las preocupaciones de los padres. “En nuestros inicios, hacíamos rodados para los más pequeños, pero los papás tenían miedo de que lo que en un principio podía ser un regalo para sus hijos terminara convirtiéndose en un dolor de cabeza para ellos”, cuenta.
El fenómeno de las bicicletas eléctricas tuvo también un pionero nacido en estas tierras. Gabriel Muñoz, fundador y creador de E-MOV, fue el primero en diseñar una bicicleta eléctrica en el país y se ríe cuando se le pregunta si pensaba que su proyecto iba a ser considerado de importancia para conservar el entorno y la naturaleza.
“Siempre tuve inquietudes con la sustentabilidad, pero me imaginaba más como una persona abocada a la conservación de los espacios naturales que como diseñador de bicis eléctricas”, afirma el arquitecto intelectual de la bicicleta Brina 2, el segundo fruto de su empresa, que tuvo una increíble aceptación por parte de la sociedad.
Siempre tuve inquietudes con la sustentabilidad, pero me imaginaba más como una persona abocada a la conservación de los espacios naturales que como diseñador de bicis eléctricas.
Muñoz, que arrancó con esta actividad en 2009 y que en 2014 lanzó su primer prototipo, comenta que su motivación fue brindarle valor agregado a la importación de kits para adaptar bicicletas. El hombre de 36 años, que estudió la carrera de Diseño en Comunicación Visual en la Universidad de La Plata, cuenta que su nuevo “juguete” tuvo la colaboración de siete personas, que son quienes integran E-MOV actualmente: “Al principio, estaba yo solo, y ahora que somos un equipo más grande, quiero sostenerlo y que podamos seguir creciendo”.
Las peripecias económicas del país no le son ajenas a ninguno de los dos innovadores. “En Argentina, los créditos otorgados en función del PBI están entre los más bajos del mundo y eso es un problema para mantener un crecimiento sostenido a largo plazo”, dice con cierta preocupación el creador de Brina. Por su parte, Glat afirma que lo económico también fue un obstáculo que debió sortear: “Logramos desarrollar un producto que cuesta un tercio de lo que hoy se ofrece en el mercado con estas características, pero eso requirió de mucho esfuerzo e ingenio”.
Logramos desarrollar un producto que cuesta un tercio de lo que hoy se ofrece en el mercado con estas características. pero eso requirió de mucho esfuerzo e ingenio.
Estos vehículos sustentables cuentan con baterías de iones de litio y poseen diferentes autonomías. Aston-Rider creó varios kits adaptables que permiten recorrer distancias que van desde los 10 a 15 kilómetros hasta los 20 a 25 kilómetros. Las bicicletas de Muñoz, por su parte, recorren entre 30 y 60 kilómetros, según las ganas de pedalear de los usuarios.
Los dos productos se suman a la oferta de las ciudades que optan cada vez más por modelos de movilidad amigables con el ambiente y que desincentivan el uso de automóviles. En mayo de este año, la empresa méxicana Grin desembarcó en Buenos Aires con sus monopatines eléctricos; en diferentes capitales europeas y ciudades estadounidenses, Uber lanzó una subdivisión llamada Jump, y de la mano de ella, incursiona en el mercado que apuesta por este tipo de tecnologías y pretende sumarse al concepto de cuidar el planeta.
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