El mundo entero está observando los incendios que arrasan con el Amazonas. El planeta está en peligro y, como especie, parecería que los seres humanos recién comenzamos a sentirnos interpelados por nuestra conciencia medioambiental. Recientemente, y durante una conferencia de prensa llevada a cabo en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, el enviado especial del secretario general de la ONU para la Cumbre sobre Acción Climática, que se celebrará este próximo 23 de septiembre, sostuvo que "si queremos abordar el cambio climático, cualquier cosa que ocurra en la naturaleza es extremadamente importante y debe ser parte de los planes de los países".
En este contexto, es importante señalar que Argentina adhiere a la agenda climática de la ONU, donde se trabaja con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): un conjunto de metas globales para erradicar la pobreza, proteger al planeta y asegurar la prosperidad para todos. Estos objetivos fueron acordados por parte de los principales líderes mundiales en septiembre de 2015. La idea es alcanzarlos durante los próximos 15 años. Los ODS suponen el trabajo conjunto de los gobiernos, del sector privado, de la sociedad civil y de todos los individuos que habitan este planeta. En total son 17 y abarcan metas como la igualdad de género, la erradicación de la pobreza y el hambre cero. Algunos de ellos se refieren específicamente al cuidado medioambiental: energía asequible y no contaminante, ciudades y comunidades sostenibles, producción y consumo responsables, acción por el clima, vida submarina y vida de ecosistemas terrestres. Desde el sector privado, son varias las firmas que incorporan estas metas. Incluso, desde agosto de 2019, la Universidad del CEMA y la Fundación Criteria brindan por primera vez una Diplomatura en Seguridad Humana para el Desarrollo Sostenible, curso que aborda los ODS de la ONU como fundamento para la inclusión y la dignidad.
Ya hubo incendios en el Amazonas y en otras regiones que incluyen países como Bolivia, Paraguay e incluso la propia Argentina. Se relacionan con el avance de la frontera agropecuaria en esos espacios.
Está claro: la temática adquiere cada vez mayor relevancia, pero el tiempo pasa rápido y el mundo se enfrenta a una carrera contrarreloj si quiere alcanzar los ODS hacia el 2030. Ana Di Pangracio, directora ejecutiva adjunta de Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), una ONG cuyo objetivo es promover el desarrollo sustentable a través de la política, el derecho y la organización institucional de la sociedad, dialogó con DEF sobre el impacto de los incendios en el Amazonas, la postura medioambiental de los candidatos argentinos y los objetivos de desarrollo sostenible que, como ciudadanos del mundo, deberíamos priorizar.
–En Argentina, ¿creés que hay una preocupación real sobre estos temas por parte del Estado?
–Me parece que esta cuestión de los ODS u otros objetivos relacionados, como los de cambio climático, biodiversidad e incluso desertificación (N. de la R.: objetivos a los que Argentina ha adherido y que ha ratificado por ley), muchas veces se toman como metas a nivel internacional y luego es muy distinto bajarlos al territorio. Los ODS implican un esfuerzo de todas las agencias de gobierno, a escala nacional, provincial y local. Y por esa razón tenemos serias dificultades, porque si hay algo que nos caracteriza es la falta de trabajo coordinado. Se necesita compromiso por parte de todos. Asimismo, vale destacar que Argentina conformó una comisión, liderada por el Ministerio de Desarrollo Social, que lleva adelante los ODS. Para que estos objetivos se cumplan, se requiere un cambio en el modelo reinante. En lo que respecta al medioambiente, que es lo que trabajamos en nuestra Fundación, el tema se vincula con la igualdad, la educación, la salud, la paz y la justicia. Las autoridades no se dan cuenta de que lo ambiental atraviesa todo y necesita esfuerzos.
–¿Cómo evaluás el impacto de lo que ocurre en el Amazonas en nuestro país?
–Me parece que, por el impacto que ha tenido en los medios y en el público, puede promover los compromisos necesarios. Hay mucho interés y esperanza en las nuevas generaciones, que ya están reclamando por cambios: ellas empujan las decisiones que son necesarias por parte de quienes nos gobiernan. Esta emergencia no es actual, ya hubo incendios en el Amazonas y en otras regiones que incluyen países como Bolivia, Paraguay e incluso la propia Argentina. Se relacionan con el avance de la frontera agropecuaria en esos espacios. El impacto que ha tenido lo que ocurre en el Amazonas puede influir en los nuevos objetivos que se adopten en relación con la biodiversidad. Estamos ante una emergencia ambiental, y hay que tener en cuenta que lo ambiental es social: ya no podemos hacernos los distraídos.
–¿Y cuál es la relación del individuo común y corriente con eso?
–Se da con el consumo no sostenible e irracional. Además, nuestra región depende fuertemente de productos primarios que no le dan ningún otro tipo de valor a lo que se produce y eso supone una fuerte afectación de nuestros espacios naturales. Nuestros países no innovan en generar otro tipo de producción que no impacte de tal manera en su ambiente. Lo mismo pasa en la zona cordillerana, con la minería, sea metalífera o de litio, que también tiene un impacto. Las corporaciones se llevan todo y poco dejan en los países donde los índices de calidad de vida siguen siendo malos. Desde ya que la dirigencia tiene un máximo nivel de responsabilidad, pero el cambio también pasa por nuestras vidas diarias.
Hay mucho interés y esperanza en las nuevas generaciones, que ya están reclamando por cambios: ellas empujan las decisiones que son necesarias por parte de quienes nos gobiernan.
–¿Cuáles son las propuestas de los candidatos presidenciales argentinos en relación con el cuidado medioambiental?
–En estos temas, las plataformas electorales son bastante pobres. Ponen el foco en Vaca Muerta y en seguir profundizando en los combustibles fósiles. Si bien ha habido avances en lo que respecta a las energías renovables, con varios llamados a licitación y adjudicaciones, esos temas todavía no tienen el rol central necesario para reconvertir la matriz energética de Argentina que, en la actualidad, depende en un 80 por ciento de fuentes no renovables. Consideramos que Vaca Muerta es la salvación del país, en lugar de enfocar los esfuerzos en otras vías de generación de energía. Además, se sigue profundizando el sistema de agricultura vigente, que tiene un impacto fuertísimo en la vida de las personas, impacto relacionado con los niveles de agroquímicos que se usan en el país. En ese sentido, el sistema agroindustrial vigente no da para más y se quiere imponer en otras zonas un modo de producir que no es propio; no todo el país es La Pampa.
Las plataformas electorales son bastante pobres en temas de medioambiente. Ponen el foco en Vaca Muerta, que parece la salvación del país, en vez de concentrar los esfuerzos en otras vías de generación de energía.
–¿Y entonces?
–En Argentina, nos debemos un proceso de ordenamiento ambiental del territorio que nos permita decidir qué vamos a hacer, en qué lugar y por qué razones, y eso debería ser un proceso participativo. Tenemos que avanzar, tanto en zonas rurales como urbanas. No es menor que hacia 2050 el 70 por ciento de la población mundial vaya a vivir en ciudades, y eso también se aplica a nuestro país. Por ello, el rol de las ciudades es muy importante. Esos pensamientos de ordenamiento del territorio no los vemos en las plataformas, tampoco aquellos vinculados a biodiversidad. Es muy difícil introducir la agenda de la biodiversidad porque está todo muy climatizado, pero lo que sustenta la vida en la tierra es la biodiversidad. La biodiversidad puede contribuir a hacer las grandes urbes más sostenibles y a alcanzar los ODS.
–¿Sobre qué ODS considerás que Argentina debería enfocar sus esfuerzos y por qué?
–Yo podría decir el del clima y la biodiversidad, pero son transversales. Si bien se enfocan en lo ambiental, traerían aparejados beneficios en el resto de los objetivos. Ponderar estos sistemas naturales que sostienen la vida en la tierra, y eso incluye nuestra propia especie, marcaría la diferencia y tendría un efecto de bola de nieve en todos los ODS. Al cambio climático, muchos lo sienten más cercano porque los desastres naturales están a la vista de todos. Sin embargo, hay especies que desaparecen, y eso tiene un impacto en el ecosistema. Hay que involucrar a la comunidad: ella es necesaria para generar el cambio. Por ejemplo, la producción y el consumo responsable es un ODS, pero si los consumidores no son los que lo demandan, va a ser complicado alcanzar la meta. Con ecosistemas más sanos y otras formas de producción y consumo, puede combatirse el hambre en el mundo. Se trata de revertir la forma en la que hoy se produce para reducir el impacto y poner fin a la pobreza, que es el primero de los ODS.
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