El triunfo de Donald Trump y su vuelta al poder sacuden el tablero global. Con un discurso de fuerte tono populista, el líder republicano prometió poner fin a los distintos conflictos bélicos y exigir un mayor compromiso de sus aliados en el mundo en el financiamiento del gasto militar.
Tal como señaló a DEF Ariel González Levaggi, director del Programa de Estudios sobre Estados Unidos de la Universidad Católica Argentina (UCA), la premisa del mandatario electo es “terminar con el actual ciclo de conflictividad que se generó, por diversas razones, durante los años de la administración de Biden”.
En el plano de la seguridad global, matizó este experto, “Trump no va a renunciar a los compromisos de seguridad que tiene con Europa y, menos aún, con la OTAN ampliada a Suecia y Finlandia, luego de la invasión rusa de Ucrania”. Lo que sí está claro, desde su punto de vista, es que el nuevo mandatario estadounidense “va a exigir, con mayor crudeza, compromisos que pidió durante su primer mandato e impondrá una mayor autonomía para que los propios europeos se hagan cargo de los problemas de Europa”.
El regreso del proteccionismo y el vínculo con China
“Para Trump, las guerras son un mal negocio, no así la defensa de concretos intereses económicos, como la inserción de empresas automotrices chinas en México que busquen colocar sus productos en el mercado estadounidense”, ejemplificó el analista, quien es también director del Centro de Estudios Internacionales (CEI) de la UCA.
Durante el primer mandato de Trump en la Casa Blanca, Washington enfocó su política exterior en el proteccionismo económico bajo el lema “America First”. Se retiró del Acuerdo de Comercio Transpacífico, renegoció con México y Canadá el acuerdo de libre comercio del NAFTA –rebautizado como T-MEC– y estableció aranceles a los productos importados desde China.
Entre los temas que hoy tensionan el vínculo con Pekín, se encuentran, además de la tan mentada guerra comercial, la agudización de la competencia tecnológica y la cuestión de Taiwán. “Una primera impresión es que Trump va a tratar de mantener un delicado equilibrio”, opinó González Levaggi.
Por un lado, dijo, el mandatario buscará “dar continuidad a su agenda asertiva para limitar la influencia de China en aquellas áreas económicas que pueden afectar puestos de trabajo estadounidenses”. Y, por otro, intentará un “diálogo de alto nivel para evitar escaladas en la región, especialmente en torno a Taiwán”.
“En relación con su agenda con Pekín, si bien la postura no es muy amigable, ha sido mucho menos dura que durante la previa de la llegada por primera vez a la Casa Blanca y es una buena señal que una de las primeras conversaciones que tuvo Trump haya sido con Xi Jinping”, aclaró este experto.
El futuro de Ucrania: nubarrones en el horizonte
Durante toda la campaña, el líder republicano sostuvo que pondría fin a la guerra en Ucrania apenas regresara al poder. La gran pregunta que se hacen todos los actores interesados es cómo logrará ese objetivo. González Levaggi nos dio un panorama sobre esas posibles tratativas: “Trump va a tratar de acercar a las partes a una negociación en la que Ucrania podría ceder territorios y renunciar a una membresía de la OTAN, algo que pondría un signo de interrogación sobre el futuro del país”. Mientras tanto, Rusia debería “mostrar garantías ciertas de respeto a la soberanía ucraniana”.
¿Cómo logrará convencer a Kiev de sentarse a la mesa de negociaciones? La respuesta no es sencilla. Para el director del CEI de la UCA, “la principal herramienta de negociación de Trump será limitar la ayuda financiera y la provisión de armamento al gobierno de Volodimir Zelensky, lo que potencialmente reforzaría la ventaja militar rusa”.
El tiempo juega a favor del mandatario ruso Vladimir Putin, que puede aprovechar “el creciente cansancio y el pesimismo en relación con la ayuda de EE. UU. a Kiev”, tal como explicó González Levaggi. Sin embargo, aclaró que “Trump no es una figura prorrusa, como se lo ha acusado, sino un líder nacionalista que entiende que alimentar ese conflicto no se encuentra en línea con los intereses de su propio país”.
América Latina: narcotráfico e inmigración ilegal, una agenda en clave doméstica
“El regreso de Trump augura tiempos difíciles para sus vínculos con América Latina, especialmente con México”, aseguró este experto, quien recordó que “tradicionalmente, la región no es prioridad para la Casa Blanca”. Las excepciones son “temas sensibles en lo doméstico, como la inmigración ilegal y el tráfico de drogas, donde el foco suele estar centrado en México, el Caribe y los países del Triángulo Norte de Centroamérica: El Salvador, Guatemala y Honduras”.
“La retórica trumpista en estos temas ha sido bastante agresiva y, seguramente, vamos a entrar en un ciclo de conflictividad política con distintos países ubicados al norte del canal de Panamá, aunque el eje de los problemas estará en la frontera con México”, puntualizó.
Pese a que consideró que es “bastante difícil” que pueda concretar las campañas masivas de deportaciones que prometió durante su campaña, González Levaggi dijo “no tener dudas de que llevará adelante acciones agresivas”. Entre ellas, citó el posible uso de la fuerza contra grupos narcos y, probablemente, una “nueva ronda de presiones contra Nicaragua y Venezuela”.
Riesgos y beneficios de la alianza de Milei con Trump
Al tiempo que ratificó que, salvo por el caso venezolano, no cree que América Latina esté en el radar de la nueva administración, González Levaggi se refirió al caso puntual del mandatario argentino Javier Milei. Desde su primer día en el poder, el líder libertario hizo público su apoyo a Trump, como parte de su alianza con la nueva derecha a nivel global, que incluye desde la familia Bolsonaro, en Brasil, hasta el partido Vox, en España, o el polémico primer ministro húngaro Viktor Orbán.
“El caso de Milei es bastante sui géneris, pero claramente es el principal aliado de Trump en la región, aunque el alcance y la profundidad de la agenda que se estructure todavía está por verse”, precisó este académico. De lo que se mostró convencido es de que “la diplomacia argentina va camino a seguir los pasos de los EE. UU. de Trump, por lo que los potenciales beneficios de esa relación también se traducirán en tensiones con los vecinos, especialmente con el Brasil de Lula, que miraría de reojo los lazos políticos que unen el trumpismo con los Bolsonaro”.
Todos estos interrogantes comenzarán a despejarse el próximo 20 de enero, cuando Donald Trump preste juramento en Washington como 47° presidente de la principal potencia del planeta.