El último informe sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, difundido por Naciones Unidas, da cuenta de una sensible mejora en las cifras de Brasil. La inseguridad alimentaria severa, que afectaba a 17,2 millones de brasileños en 2022, se redujo a 2,5 millones en 2023. En términos absolutos, 14,7 millones de personas dejaron de pasar hambre en el país.
Según la metodología de este estudio, se define como “inseguridad alimentaria severa” la situación de una persona que se ha quedado sin alimentos y ha pasado un día o más sin comer. Sus consecuencias en la primera infancia son graves deterioros en el desarrollo mental y en la formación cognitiva.
Brasil y los efectos de la pandemia en los índices de malnutrición
Según los índices de la propia Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la prevalencia de la malnutrición en Brasil se redujo del 4,2 % al 2,8 % entre el trienio 2020-2022 y 2023. En cifras, 3 millones de personas salieron de la situación de malnutrición crónica, al pasar de 9 a 6 millones en ese lapso.
En 2018, Brasil había vuelto al “radar” del mapa del hambre de la ONU y la situación se vio agravada por el impacto de la pandemia de COVID-19 entre los sectores más vulnerables y ligados a la economía informal. Sin embargo, el aumento del hambre registrado por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) venía arrastrándose desde los cinco años anteriores a la pandemia.
El deterioro de los índices llevó a que, en diciembre de 2021, en vistas a las elecciones presidenciales del año siguiente, el gobierno de Jair Bolsonaro lanzase el programa “Auxilio Brasil”, una ayuda destinada a los sectores más vulnerables de la población.
Sustituyó al histórico “Bolsa Familia”, implementado por Lula en 2003, durante su primera presidencia, que logró sacar de la miseria a 36 millones de brasileños.
El regreso de Lula: desafíos internos y el lanzamiento de la Alianza Global contra el Hambre
Con el regreso de Lula al poder, en marzo de 2023, se puso en marcha un ambicioso plan para acabar definitivamente con el hambre en Brasil en 2025. Los desafíos siguen siendo enormes, ya que existe un problema estructural en el norte del país, donde el 16 % de los hogares enfrenta situaciones de inseguridad alimentaria, y en los estados del nordeste, donde esa cifra alcanza el 14,8 % de las familias.
Como presidente de turno del G-20, el gobierno de Brasil ha lanzado este año la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, un plan que busca concientizar a la comunidad internacional, con un enfoque en financiamiento tanto interno como externo para erradicar la inseguridad alimentaria en todo el mundo. Es uno de los caballitos de batalla del país rumbo a la Cumbre del G-20, que tendrá lugar en noviembre en Río de Janeiro.
“Lo que queremos con la Alianza es un mecanismo práctico para movilizar recursos financieros y conocimientos, y canalizarlos donde son más necesarios, apoyando así la implementación y la ampliación de la escala de las acciones, políticas y programas a nivel nacional”, afirmó el ministro de Desarrollo y Asistencia Social del país, Wellington Dias.
La iniciativa fue bien recibida por organismos multilaterales de crédito, como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Africano para el Desarrollo, que propusieron el uso de los derechos especiales de giro, unidad de cuenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), para impulsar esta iniciativa.