A poco más de 800 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires se encuentran las Salinas del Bebedero, en la provincia de San Luis. Allí, entre las fábricas emplazadas en este yacimiento de cloruro de sodio, se ubicaron los emblemáticos cañones del Ejército Argentino para realizar una de las actividades más esperadas por el arma de artillería de esta Fuerza.
Entre cañones, munición, antenas y vehículos militares, cientos de efectivos uniformados instalaron sus carpas y se dispusieron a pasar varios días en un terreno árido y, a juzgar por el clima, muy sufrido: durante el día, el termómetro supera los 25 grados, el sol se refleja en el blanco terreno y la brisa caliente arrastra polvo y sal. Los artilleros se trasladan con sus camelbacks con agua a los distintos puntos del amplio terreno, sabiendo que, con el ocaso, el calor les dará una breve tregua.
El punto de encuentro tiene una razón de ser: allí se realiza uno de los ejercicios más importantes que la Fuerza lleva adelante todos los años. Allí estuvo DEF, testigo de esta maniobra que, por el despliegue tecnológico, no tiene precedentes.
La artillería en el terreno
“No hace falta que les diga quién ganó la guerra. Saben que fue la artillería”, se le escuchó decir al general estadounidense George Patton cuando se refirió a la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial. No exageraba: fueron los cañones los que causaron el mayor número de bajas entre las filas enemigas.
No es necesario retroceder tanto en el tiempo para recurrir a ejemplos que reflejan la relevancia de esta arma en un campo de batalla. En la Guerra de Malvinas los artilleros argentinos nunca abandonaron las piezas, aun a sabiendas de que el enemigo quería dejarlos fuera de combate. Tras el cese del fuego, el 14 de junio de 1982, fueron los mismos ingleses los que reconocieron el papel de estos soldados argentinos y el fragor de sus piezas.
Las hazañas de nuestros artilleros en las Islas son múltiples. Solo basta con recordar que tiraron hasta el último día, hasta agotar munición. ¿La razón de correr ese riesgo? El fuego de los obuses OTO Melara salvaban las vidas de aquellos que peleaban en la primera línea.
Los artilleros de 1982 dejaron la vara muy alta. Los de hoy lo saben. No en vano, en Salinas del Bebedero, se los escuchó cantar: “Malvinas, argentinas siempre serán. En Darwin hay hermanos que esperando están”.
“La artillería tiene tradiciones, como todas las armas, pero posee la característica de tener que acompañar los avances tecnológicos. No se modificó su espíritu, la precisión, el orden, ni los sistemas; lo que cambia son los medios, que dan velocidad, eficacia y eficiencia al cumplimiento de la misión. Siempre para apoyar a la maniobra y para dar libertad de acción al comandante”, arengó, a los efectivos formados en el campo de las Salinas, el general de brigada Luis Arrechea, quien no solo es el actual Inspector General del Ejército, sino que, además, es la máxima autoridad del Arma dentro de la institución bicentenaria.
Junto a él, el Secretario General de la Fuerza, general de brigada Darío Ochoa, fue contundente: la actividad, detalló, se resume en educación, adiestramiento y experimentación. En ese sentido, advirtió que, ante los avances que existen en el mundo, la Fuerza decidió probar tecnología nueva en San Luis.
Allí, bajo el intenso sol, el personal no dejaba de repasar el uso del fuego de artillería y los cambios que se observan en la guerra entre Rusia y Ucrania. “Hay que adaptarse y estudiar los conflictos actuales”, explicaron.
Así operan los cañones de la artillería
La presencia de los artilleros del Ejército Argentino en Salinas del Bebedero refleja un importante esfuerzo, no solo económico por parte de la Institución, sino también de los hombres y mujeres que dejan la comodidad de sus hogares para adiestrarse con el objetivo de estar preparados para estar a la altura de las circunstancias si la patria lo requiere. No hay que olvidar que, anualmente, los integrantes de la Fuerza hacen un juramento que, ellos, consideran sagrado: defender la Bandera hasta, si fuera necesario, perder la vida.
DEF pudo dialogar con el coronel José Carlos Taffarel, director de la Escuela de Artillería, elemento responsable de brindar los cursos teóricos y prácticos a los hombres y mujeres que integran esta particular arma del Ejército. Cabe recordar que además de la artillería, las demás armas de la Fuerza son la Infantería, caballería, ingenieros y comunicaciones.
Sobre cómo opera la artillería en el campo de batalla, el oficial fue claro: “Es la responsable de brindar el apoyo de fuego a los elementos básicos del combate, de esa manera la maniobra militar puede progresar”.
Además, explicó que, por su naturaleza, las acciones que llevan adelante deben realizarse de forma conjunta con la Armada y con la Fuerza Aérea Argentina. Por esa razón, en Salinas del Bebedero también se desplegaron efectivos de estas dos Fuerzas.
En palabras de Taffarel, la artillería tiene distintos subsistemas. Uno persigue la adquisición de blancos y, por lo tanto, debe obtener información sobre el objetivo que se quiere batir para, luego, transmitirla al centro de dirección de fuego que es el responsable de computar, analizar y determinar los datos de tiro que serán transmitidos a los cañones.
Una vez introducidos esos datos en los aparatos de puntería, y con la munición lista, se ejecuta la apertura del fuego.
“El sistema depende de 5 necesidades básicas para impactar en el blanco con el primer disparo: la ubicación precisa del objetivo; información sobre el clima (por eso, en el terreno, el Ejército también desplegó una estación meteorológica); tener datos sobre el armamento y la munición (para ello cuentan con radares y sistemas de orientación y puntería autónoma); un sistema de computación de datos; y, por último, la precisa ubicación de las armas. De esa manera, la artillería cumple eficientemente con su función al lograr un efecto sobre el blanco”, contó.
“Se les imponen situaciones y tienen que tomar una resolución e impartir órdenes”
A la hora de explicar la naturaleza del despliegue, uno de los responsables del área de educación en el marco de la artillería, el teniente coronel Juan Pablo Cáceres Moyano, comentó que, una vez que los oficiales y suboficiales de esta particular arma egresan de los institutos de formación del Ejército (Colegio Militar de la Nación y Escuela de Suboficiales “Sargento Cabral”) deben continuar especializándose. De hecho, es un requisito para que puedan ascender en la carrera militar.
“Nos encontramos en Salinas del Bebedero, como parte de las prácticas profesionales de la Escuela de Artillería. Estamos trabajando en el marco de 3 módulos. Uno de dirección de ejercicios, en el que los tenientes se forman como jefes de una Subunidad. A ellos se les imponen situaciones, tienen que apreciarlas, tomar una resolución, impartir órdenes y controlar. Otro módulo es el técnico, en el que se llevan adelante actividades como dirección del tiro y de los fuegos. Incluso, hay cursantes capacitándose como operadores de munición merodeadora. También se está dictando un curso Conjunto de Coordinación de Apoyo de Fuego”, dijo.
¿Qué es el apoyo del fuego del que tanto hablan en Salinas del Bebedero?, “En las operaciones militares las armas como la infantería y la caballería son las que conquistan los objetivos. Pero, esa maniobra, debe ser apoyada por la artillería, responsable de conducir esos fuegos que se realizan a las más largas distancias”, respondió.
En ese sentido, explicó que en el terreno se despliegan las piezas de artillería y que, a aproximadamente 20 kilómetros, hay observadores adelantados, que son “los ojos del sistema”, que, desde la primera línea, detectan un blanco, lo identifican y transmiten la información. El centro de fuego procesa los datos y los transforma en un lenguaje que, en las piezas, se denomina “voces del mando”. Con esa información ya introducida se ejecuta el fuego.
Durante los ejercicios, los efectivos que se encuentran realizando las prácticas desempeñan diferentes roles, que se renuevan con la finalización de cada jornada. Un dato: los días en el terreno pueden terminar a las 8, a las 12 de la noche o a las 2 de la mañana. “El ejercicio se plantea en el marco de una situación táctica donde hay un plan de operaciones y de esa orden se desprende el planeamiento del apoyo del fuego”, agregó Cáceres Moyano.
En ese sentido, detalló que todo parte de una situación defensiva ficticia y que, en la práctica, hay blancos que están planificados de antemano y otros que surgen de un momento a otro. “De oportunidad”, aclara.
Ejército, Armada y Fuerza Aérea: ¿por qué el fuego de la artillería se plantea de manera conjunta?
El teniente coronel Gonzalo Arichuluaga está a cargo de un curso que reúne al personal de las tres Fuerzas Armadas.
¿Por qué en Salinas del Bebedero está el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea? Según este oficial, porque en un conflicto se debe conformar un Centro Coordinador de Apoyo de Fuego.
Entonces, los efectivos de las FF. AA. “deben aprender a manejar los medios aéreos, la artillería terrestre y los fuegos navales para que en una operación militar puedan ser empleados de manera eficiente y conjunta”.
“Nunca opera una sola Fuerza”, dijo. En resumen: el apoyo de fuego incide significativamente en una operación militar y es el Ejército el que, por doctrina, debe realizar las coordinaciones ante el comandante.
Para eso, reciben capacitación por parte de la Escuela de Artillería del Ejército Argentino: “En esta salida se pone a prueba la parte práctica de lo que se vio en el aula. Hay un sistema informático de batalla virtual que recrea las situaciones”.
Un desarrollo propio del Ejército Argentino en San Luis
Otro aspecto relevante del ejercicio que el Ejército desarrolla en Salinas del Bebedero es que, allí, pudieron poner a prueba un moderno sistema de puntería autónoma para la artillería de campaña, proyecto desarrollado por los ingenieros de la Fuerza con el apoyo de una firma privada.
Básicamente, esta iniciativa apunta a recortar los tiempos que requiere el tiro de la artillería y que, además, facilita la dispersión de las piezas (con la nueva tecnología pueden estar distribuidas sin la necesidad de tener contacto visual entre ellas).
Según explicó el capitán Mariano Malvasio, uno de los ingenieros militares que trabaja en este desarrollo, el sistema facilita que las voces de mando lleguen, desde los centros de fuego que procesan los datos, a los jefes de pieza y apuntadores.
Además, las piezas, que se encuentran dispersas en un terreno, solo deben alinearse a un sistema de cruces que son los que establecen el lugar al que deben apuntar.
Un dato, no menor: el material está informatizado y la información es encriptada para que no puedan ser interferidos.
Tecnología israelí: ¿cómo actúa la munición merodeadora?
En San Luis, la artillería argentina utilizó munición merodeadora, tecnología adquirida a Israel que permite batir blancos u objetivos de alto valor a muy largas distancias y de forma rápida (aproximadamente a 140 km por hora en velocidad).
Esta tecnología consta de 3 elementos principales: la munición merodeadora en sí (que vuela), un conjunto de antenas y la unidad de control de fuego (similar a una tablet).
“Ante la necesidad de las Fuerzas Armadas de capacitar personal idóneo para manejar esta munición (mezcla de misil y dron), la Escuela de Artillería fue designada para conducir, planificar y ejecutar el curso”, detallaron, al tiempo que contaron que está siendo probada en las prácticas que se llevan adelante.
Un dato: son solo 6 los efectivos habilitados por la firma israelí para operar este tipo de munición, altamente utilizada en la Guerra de Ucrania. Por eso, las Fuerzas se encuentran capacitando a mayor cantidad de militares para que, una vez certificados, puedan utilizar esta tecnología que, una vez lanzada (y por un período de 60 minutos), detecta los blancos que debe batir.