Se estima que aproximadamente el 20 % de la población argentina presenta algún tipo de trastorno mental a lo largo de su vida, siendo la depresión y la ansiedad los más comunes, de acuerdo a datos del Ministerio de Salud.
Consideradas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la primera causa de discapacidad, las enfermedades mentales son conocidas también como la pandemia silenciosa. Bajo el lema “Tu diagnóstico no te define”, el proyecto Casaclub es un espacio de acompañamiento para quienes sufren algún padecimiento psíquico, enfocado en sus fortalezas y habilidades.
Casaclub, una propuesta para la rehabilitación psicosocial
Este modelo –iniciado en 1948 en Nueva York por cinco pacientes externados– con la idea de que “la comunidad es terapia”, sin ser un dispositivo clínico, plantea una propuesta de rehabilitación validada científicamente en cuanto a la mejora en la calidad de vida de sus miembros. Porque de eso se trata, de que las personas con algún tipo de trastorno psíquico dejen de ser pacientes para tomar un rol activo en su rehabilitación y pasar a formar parte de la comunidad.
Cecilia Salas Gatti, directora ejecutiva de Casaclub Baires, sede que inició sus actividades en diciembre de 2019 y marzo de 2021, cuenta que al principio le llamaba la atención que, en las charlas iniciales, los entrevistados se presentaran diciendo: “Soy esquizofrénico” o “Soy bipolar”. “Entendí entonces que el primer desafío era lograr que abandonaran ese lugar, para que pudieran reconocer sus fortalezas”.
“Los integrantes de Casaclub no son pacientes, porque el foco no está puesto en la enfermedad (responsabilidad de los médicos), sino en sus habilidades y en sus relaciones”, explica Alicia López, actual presidenta y fundadora junto a Beatriz Bergamasco de esta casa que se constituyó en la tercera sede en América Latina, después de la de Rosario, en la provincia de Santa Fe, y la de Guadalajara, en México.
La propuesta apunta a ser el puente entre las personas y la sociedad. No es un lugar terapéutico, pero sí transformador y de pertenencia. Casaclub Baires cuenta con una casa que está abierta de 9 a 17, adonde todos van voluntariamente, en el momento que desean y durante el tiempo que eligen ellos mismos.
“En la actualidad, tres coordinadores y la directora conforman el equipo, cuyo rol es acompañar a los 234 miembros y ayudarlos a que rompan el aislamiento social y económico en el que suelen estar inmersos quienes tienen alguna patología de este tipo”, señala Alicia.
Esta característica es la que marca la diferencia con los dispositivos tradicionales de salud mental, donde hay un equipo profesional y un paciente, que en general es separado de la sociedad y encasillado en prejuicios excluyentes.
Según las especialistas, las investigaciones muestran que “los abordajes comunitarios aportan de modo significativo a la rehabilitación de quienes tienen trastornos mentales graves y les permiten transformarse en protagonistas de su vida”. Esto, aclaran, no significa que estén en contra de los tratamientos. “De hecho, para poder entrar a Casaclub, es condición sine qua non que las personas estén en tratamiento”, aclara Cecilia y agrega que esta propuesta se refiere al “paso posterior, el vínculo entre quien logró estabilidad y la comunidad”.
Reconocido por la OMS como uno de los modelos más económicos y eficaces para la rehabilitación de quienes tienen una discapacidad psicosocial, logró replicarse en todo el mundo y hoy cuenta con 342 sedes.
Entrenamiento para la vida: de la cocina a la autonomía en Casaclub
Cada Casaclub se organiza según sus necesidades. En el caso de la de Buenos Aires, disponen de dos unidades de trabajo. Una, denominada membresía, es la encargada de la parte administrativa, las redes y el contacto con los miembros. “Si alguien deja de venir varios días, se lo llama para saber cómo está, por ejemplo”.
La otra es la cocina, que funciona como un comedor universitario. Quienes eligen ese espacio son responsables de diseñar el menú, comprar los productos, controlar los fondos y el stock, cocinar, ordenar la cocina. Funciona también un bar donde se puede buscar un café y unas masitas o una torta. “Es un gran aprendizaje, porque implica cobrar, dar un ticket, hacer arqueo de caja, entre otras habilidades diarias que se aplican a la sociedad”, manifiesta Alicia.
Más allá de la organización autónoma, cada Casaclub debe respetar 37 estándares y cuenta con un lapso de cuatro años para alcanzarlos, después de los cuales es auditada por un organismo internacional. Entre estos estándares, las responsables mencionan que quizás los más importantes sean que la participación es voluntaria y sin límites y que la Casaclub sea independiente de cualquier otro dispositivo de salud mental y de hospitales psiquiátricos.
¿Cuáles son los requisitos para ser parte de Casaclub?
En cuanto a los requisitos, los miembros deben ser mayores de 18 años, contar con un equipo tratante y moverse con la autonomía necesaria que les permita ir y venir cuando quieran. Aunque la familia no tiene injerencia, colabora en algunas cuestiones puntuales y anualmente comparten un evento.
“El objetivo es que nuestros miembros sepan que siempre hay un lugar donde los están esperando. Hacemos programas los fines de semana y los feriados, que son días de extrema soledad, e incluso para las fiestas de fin de año nos ocupamos de que nadie quede solo”, dice la presidenta.
“Aunque parezca ampuloso, es una forma de devolverles la condición humana. Porque, sin este espacio, ¿qué camino puede seguir alguien con este tipo de patología?”, se pregunta Cecilia. La realidad es que mejorar la autoestima y recuperar la posibilidad de salir es el primer paso para la reinserción en la comunidad.
Al mismo tiempo, agrega: “Y no solo eso, sino que las habilidades adquiridas –como limpiar, cocinar, manejar dinero, etc.– se traducen en que muchos de nuestros miembros se sientan capaces de vivir solos”.
Casaclub Globo es la encargada de la coordinación de todas las sedes a nivel internacional. “Estar conectados con el resto del mundo nos permite redimensionar la realidad de la salud mental; y para los miembros es la comprobación de que no están solos en su padecimiento”, añade Alicia.
Difusión y conciencia, la llave para romper estigmas
Para este entrenamiento de inclusión en la vida pública, Casaclub Baires cuenta con un grupo de empresas empleadoras (siete en este momento) que brindan puestos de trabajo asalariados y transitorios para sus miembros por un período determinado de entre seis y nueve meses. Terminado ese lapso, se contrata a otro miembro.
“Es un escenario real donde se ponen a prueba, desarrollan competencias y, además, obtienen un currículum real para buscar un empleo independiente. Es una gran oportunidad”, manifiestan las entrevistadas.
A diferencia de los Estados Unidos y de los países nórdicos, donde este modelo cuenta con fondos del Estado, y pese a que en Argentina la legislación habla de dispositivos comunitarios de salud mental, todavía no logran que lo reconozcan como tal.
“Tener una Casaclub muchas veces previene las internaciones o las acorta, y eso se traduce en un ahorro para los sistemas sanitarios. Si hablamos de erradicar los hospitales psiquiátricos y de apoyar la externación de las personas, tenemos que generar lugares donde puedan estar, trabajar, formar vínculos. Pese a la evidencia, hay como una esclerosis en las instituciones y en los especialistas que pareciera impedirles pensar por fuera del modelo”, reflexiona Cecilia.
Y declara que hoy pueden existir gracias a la colaboración de dos particulares –”nuestros ángeles guardianes”, los llama– y de algunas empresas, pero “lograr el reconocimiento del Ministerio de Salud de Ciudad de Buenos Aires nos permitiría expandirnos”.
Si hablamos de necesidades, apuntan, algo clave son los espacios de difusión. “Necesitamos que nuestra propuesta llegue tanto a los políticos como a la comunidad. Queremos que conozcan nuestro trabajo y que se dejen de lado los prejuicios relacionados con la salud mental”, remarca.
“Hemos comprobado que no solo nuestros miembros pueden superar sus dificultades, sino que la integración es beneficiosa para todos. Los comentarios de los lugares de trabajo son siempre positivos, hablan de un cambio en el clima interno e incluso de la apertura hacia la problemática de la salud mental que, aunque oculta, suele afectar en distintos grados a la mayoría de las familias”, concluyen.