Pese a tener cerca del 99 % de la superficie cubierta de hielo, la Antártida es un continente con gran actividad volcánica. Sobre los impactos de este fenómeno geológico en la región, DEF conversó con el doctor Claudio Parica, profesor de la Universidad de San Martín (UNSAM) y presidente del Consejo Superior Profesional de Geología.
El año 2017 fue clave en el conocimiento del vulcanismo en la Antártida. Científicos de la Universidad de Edimburgo, Escocia, informaron el descubrimiento, por medio de observaciones satelitales, de cerca de 100 volcanes hasta ese entonces desconocidos, la mayoría de los cuales permanecen ocultos debajo de la capa de hielo.
El misterioso universo de los volcanes en la Antártida
En lo que fue una extensa y fructífera entrevista con DEF, el doctor Claudio Parica, licenciado en Ciencias Geológicas de la UBA (1992) y doctor en Ciencia y Tecnología (Mención Química) de la UNSAM (2008), y quien además fue secretario científico del Instituto Antártico Argentino entre 1993 y 2001, respondió todo sobre los volcanes en el continente blanco.
-¿La Antártida es considerada una zona volcánica importante?
-La Antártida es una zona con vulcanismo activo. Hay regiones volcánicas con bastante actividad, como es el mar de la Flota (parte del océano Antártico que se encuentra entre las islas Shetland del Sur, la península antártica y el archipiélago de Joinville), cuyo principal exponente es la isla Decepción y algunos volcanes submarinos. En las cercanías del mar de Ross (cerca de Oceanía), también existen algunos volcanes, el más conocido es el monte Erebus.
-¿Cuántos volcanes hay en el continente blanco y cuántos están activos?
-Se calcula que, entre volcanes activos y extintos, hay alrededor de 100 (algunos especialistas hablan de 91 y otros de 125). Los activos se reducen a entre 25 y 30, algunos de los cuales son visibles y otros, submarinos.
Erebus, uno de los volcanes antárticos más activos que además cuenta con partículas de oro
-Mencionaste el Erebus. ¿Cómo lo podemos describir?
-El monte Erebus es uno de los volcanes antárticos más activos y de mayores dimensiones. Su fama se basa, además, en que en sus emisiones hay partículas de oro: según los cálculos, expulsa aproximadamente 80 gramos de oro por día, en partículas que son dispersadas por el viento. Este aparato volcánico de aproximadamente 3800 metros está activo desde 1972 y sus principales erupciones son de carácter estromboliano. Un dato de color es que fue descubierto en 1841 por el explorador polar británico James Ross, que lo bautizó con el nombre de su barco, el Erebus.
-¿Qué son las erupciones estrombolianas?
-Son erupciones de baja energía, en las cuales la lava se eyecta a modo de salpicadura, de ahí la denominación de “spatter cone”, en inglés, que significa “cono de salpicadura”. Si quisiéramos hacer una comparación casera, podemos imaginar una olla con polenta hirviendo.
-¿Es factible que, por las condiciones gélidas del ambiente, los gases se congelen?
-Para que eso ocurra, es necesario que las temperaturas del ambiente sean glaciales. En realidad, los gases salen con cierta temperatura y lo normal es que ingresen a la atmósfera. Sin embargo, cuando hay mucho vapor de agua en la emisión de gases, puede haber un congelamiento relativamente rápido.
-El volcán Decepción, ubicado en la isla homónima, perteneciente al archipiélago de las Shetland del Sur, es de los denominados “en escudo”. ¿Cuáles son sus características?
-Es un tipo de volcán llamado cono de lava, quizás una de las formas más conocidas de aparatos volcánicos. Un ejemplo típico son los volcanes hawaianos, que se caracterizan por ser conos anchos, de laderas poco inclinadas, construidos por sucesivas erupciones lávicas.
El desafío del monitoreo de volcanes antárticos
-En 2017, se identificaron en la Antártida cerca de 100 volcanes de distintos tamaños, la mayoría de los cuales están ocultos bajo el hielo. ¿Qué se conoce de ellos?
-Es cierto que hay volcanes de distintos tamaños: un volcán pequeño, construido por una colada, no tendrá una gran distribución areal, en tanto que aparatos volcánicos construidos por sucesivas erupciones llegarán a grandes dimensiones. Por ejemplo, el de la isla Decepción que mencionamos antes, es un volcán activo con 13 kilómetros de diámetro externo y 8 kilómetros de diámetro del cráter con una altura sobre el nivel del mar de 539 como máximo, y se debe considerar que la parte sumergida puede llegar a los 1200 metros.
A los que están bajo hielo, se los puede identificar sobre todo por anomalías térmicas (en el caso de que hubiera cierta actividad) o bien por perfiles gravimétricos y magnéticos, o sea variaciones en la gravedad o el magnetismo por la presencia de rocas que pueden indicar la presencia de un aparato volcánico cubierto por el hielo. En este caso, podría ocurrir que el aporte de temperatura sea lo suficientemente importante como para derretir el hielo y dejar al descubierto el volcán activo.
-¿Se hace un seguimiento de estos volcanes?
-Sí, efectivamente, se lleva a cabo, aunque con las limitaciones propias de esa geografía, pero se hace. Un ejemplo es el monitoreo de la isla Decepción a cargo del Servicio Geológico Minero Argentino (SEGEMAR), que es el organismo nacional científico-tecnológico responsable de la producción de conocimiento e información geológica, tecnológica y minera argentina. En su sitio web, es posible ver videos en tiempo real de la isla.
Relación entre la actividad volcánica y el cambio climático en la Antártida
-En el caso de que hubiera erupciones importantes, ¿se podrían desestabilizar las capas de hielo?
-De haber un aparato volcánico activo, cubierto por hielo, que de alguna manera entrara en actividad, se produciría una generación de temperatura, cuya consecuencia inmediata sería el derretimiento del hielo cercano; el ubicado a niveles más altos, tarde o temprano, también se derretirá.
-¿Puede entrar en erupción un volcán debajo de la capa de hielo?
-Sí, por supuesto, aunque hasta el momento no ha habido registros en la Antártida.
-Si ocurriera una actividad volcánica que no llegara a la superficie, ¿qué consecuencias podría tener para el hielo de abajo?
-De haber una erupción por debajo del hielo, lo que ocurriría de forma inmediata sería el derretimiento del hielo o nieve, y la generación de un flujo de agua en estado líquido. Dependiendo de la magnitud de la erupción, el hielo o nieve afectados pueden ser de mayor o menor volumen. De no llegar el calor a los niveles más altos en la calota de hielo, con seguridad habría un colapso superficial por falta de sustentación en los niveles más bajos.
-¿Qué diferencias de temperatura pueden registrarse en la Antártida durante una erupción?
-El hielo como temperatura máxima puede tener 0 °C; un volcán activo siempre superará esa temperatura y, si hubiera emisión de lava (roca fundida), estaría por encima de los 800 °C. Tal diferencia hace que el hielo se derrita de inmediato y lo más probable es que pase a vapor de agua directamente.
Cuando el agua interactúa con el magma, no importa el origen, el sistema funciona prácticamente como una olla a presión y genera erupciones violentas. Un ejemplo conocido es el Vesubio, que al hacer erupción en el año 79 d. C. sepultó las ciudades de Pompeya y Herculano. El aumento de la presión por el agua en la cámara magmática da lugar a erupciones que pueden ser supersónicas y, en consecuencia, altamente destructivas, y transportan material volcánico –cenizas– a grandes distancias y sepultan el paisaje.
-¿Podría impactar una erupción en la disminución de la capa de hielo antártica? O a la inversa, ¿la disminución de la capa de hielo a causa del calentamiento global podría generar un aumento de la actividad volcánica?
-Para que la capa de hielo de la Antártida disminuya en valores significativos, haría falta que prácticamente toda la calota de hielo tuviera volcanes por debajo, y no es el caso. Los volcanes son puntuales y derriten una mínima fracción, que no implica una variación a nivel global.
Hablando del cambio climático, siempre hay que tener en cuenta que el principal aporte de gases de efecto invernadero lo hacen los volcanes submarinos. En todo el planeta, existen 42.000 kilómetros de cordilleras mediooceánicas, con actividad volcánica permanente, que emiten gases como el dióxido de carbono, el metano, etc. Los volcanes continentales también lo hacen, aunque con un menor aporte de gases que los submarinos.
Los fenómenos volcánicos no son afectados por el denominado cambio climático, sino que son los volcanes, por el aporte de gases, los que tienen incidencia directa sobre él.