DEF en el USS “George Washington”: Así se trabaja en la cubierta de vuelo del portaaviones nuclear

La tripulación del USS “George Washington” es consciente de que, tanto en el despegue como en el aterrizaje de sus aeronaves de combate, debe tomar las medidas necesarias para asegurar las maniobras. Y, todo ello, durante una navegación. DEF recorrió la cubierta de vuelo del portaaviones y conoció a fondo los detalles de su funcionamiento

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DEF subió al portaaviones nuclear USS “George Washington”, uno de los buques de guerra más importantes de Estados Unidos, que, durante su navegación, realizó un ejercicio junto con la Armada Argentina a pocas millas de la costa marplatense.

Cabe señalar que, en el mes de abril, el “Espíritu de la libertad” –como denominan en el ámbito de la marina a este portaaviones– partió desde la base naval de Norfolk, en Estados Unidos, hacia Japón. Y, debido a sus grandes dimensiones, el mejor camino para llegar a destino es a través del Atlántico Sur.

Un detalle para tener en cuenta: en este buque, aterrizan y despegan aeronaves de todo tipo, incluso las más modernas de Estados Unidos. Por eso, para asegurar que nada salga mal, los hombres y mujeres de la armada tienen misiones precisas que deben cumplir a rajatabla. Cualquier error, sobre todo considerando la potencia de los aviones a bordo, puede transformarse en una catástrofe. Entonces, ¿qué sucede en la cubierta de vuelo del portaaviones?

Vista aerea del portaaviones USS George Washington. (Foto: Fernando Calzada)
Vista aerea del portaaviones USS George Washington. (Foto: Fernando Calzada)

El ejercicio “Gringo-Gaucho II”

En palabras del subjefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas Argentinas, contraalmirante Marcelo Dalle Nogare, a medida que el portaaviones navega, lleva adelante actividades junto a las armadas de distintos Estados americanos. Como se trata de ejercicios que se realizan durante el pasaje del buque, estas operaciones reciben el nombre de “Passex”. Como este 2024 –y tras más de una década sin hacerlo– Argentina volvió a ejercitarse con el popular portaaviones, se le agregó “Gringo-Gaucho II” a la denominación de la acción combinada entre las fuerzas de ambos países.

En líneas generales, durante los días en que los marinos argentinos y estadounidenses operaron juntos, se realizaron ejercicios en materia de maniobras tácticas específicas de la actividad naval. Un detalle: para nuestra Armada, es una actividad de suma importancia porque, además, permite fortalecer los conocimientos sobre los procedimientos de la OTAN. Por eso, Argentina decidió participar con dos destructores, tres OPV, dos corbetas, helicópteros Sea King y Fennec, y una aeronave Tracker.

Por su parte, el portaaviones participó de las actividades junto a otros dos buques que lo acompañan en la navegación. Estos no solo le brindan seguridad (en caso de ataque), sino también apoyo logístico (con el traslado, por ejemplo, de combustible y víveres).

La Armada Argentina participó activamente del ejercicio conjunto con dos destructores, 3 OPV y 2 corbetas. (Foto: Fernando Calzada)
La Armada Argentina participó activamente del ejercicio conjunto con dos destructores, 3 OPV y 2 corbetas. (Foto: Fernando Calzada)

“Es importante aprender a trabajar juntos”

Durante la cobertura de DEF, el equipo pudo dialogar con el embajador de Estados Unidos en Argentina, Marc Stanley, quien se refirió a la actividad que reunió a ambas armadas. Y, sobre los ejercicios, fue contundente: “Siempre es importante aprender a trabajar juntos”.

En ese sentido, considerando que América del Sur está alejada de los principales conflictos bélicos, explicó que este tipo de operaciones combinadas apuntan a profundizar los conocimientos y experiencias. “Nunca quieres aprender cómo actuar cuando ya estás en un campo de batalla, hay que hacerlo durante la paz”, sostuvo, al tiempo que agregó que, en materia de adiestramiento militar, se prevé la concreción de diferentes ejercicios con las fuerzas armadas de toda América: “No solo trabajamos con Argentina, sino también con nuestros aliados en todo el mundo. De nuevo, apuntamos a adiestrarnos en momentos donde no existan conflictos para asegurarnos de que podemos operar juntos”.

“Acabamos de empezar nuestro tercer siglo de relaciones diplomáticas y amistad. Esto es solo una continuación de eso. El presidente Javier Milei desea fortalecer esa relación, y eso hacemos. Es positivo para ambos países”, concluyó.

Marc Stanley, embajador de Estados Unidos en Argentina. (Foto: Fernando Calzada)
Marc Stanley, embajador de Estados Unidos en Argentina. (Foto: Fernando Calzada)

Aterrizar y despegar en el USS “George Washington”

A bordo del buque, DEF pudo dialogar con el capitán Jason Tarrant, oficial a cargo de la cubierta de vuelo. En palabras del efectivo de la Armada de Estados Unidos, la pista del USS “George Washington” es donde tienen lugar todas las operaciones de vuelo. “Es una superficie activa. Como en un aeródromo, todo lo que sucede allí tiene lugar acá pero a mucha mayor escala”, contó el piloto de F-18 con más de 650 aterrizajes en el portaaviones.

Un dato: desde el USS “George Washington”, operan aviones como el F-35C Lightning II, el F-18 Super Hornet, el EA-18G Growler y el E-2C Hawkeye, y helicópteros Seahawk MH-60R y MH-60S Seahawk.

En líneas generales, antes de cada operación aérea, el personal de mantenimiento prepara a las aeronaves. Posteriormente, otros las guían y ubican en las posiciones de despegue. Allí también trabajan los responsables de las catapultas, ya que deben asegurarse el montaje de las aeronaves en el sistema.

Al portaaviones lo acompañan otros dos buques en la navegación que no solo le brindan seguridad, sino apoyo logístico. (Foto: Fernando Calzada)
Al portaaviones lo acompañan otros dos buques en la navegación que no solo le brindan seguridad, sino apoyo logístico. (Foto: Fernando Calzada)

Una vez que el avión se enciende, las barreras deflectoras se activan para evitar que la energía de los motores pueda producir daños en la cubierta y en la tripulación. Mientras el piloto se prepara para el despegue, desde la torre de control hacen los chequeos necesarios y, en cubierta, se adoptan las últimas medidas de seguridad. En esta instancia, las señales con las manos entre los efectivos cobran protagonismo.

Luego, solo queda que el piloto prepare la aeronave y que esta pueda ser propulsada por los distintos sistemas que le darán el sustento y la fuerza necesaria. Según los especialistas, si la presión no es la correcta, el avión no podrá despegar y, por lo tanto, caerá al agua (en tal caso, el piloto debe estar preparado para poder eyectarse). En cambio, si todo sale bien, un avión de aproximadamente 20.000 kilos podrá ser lanzado y alcanzar una velocidad de casi 250 kilómetros por hora en tan solo unos segundos.

La magia sucede nuevamente cuando el avión se aproxima para aterrizar en una pista de aproximadamente 100 metros. Allí, el desempeño de los pilotos navales es crucial: deben aproximarse con el ángulo correcto para poder agarrar a su aeronave (que, en la cola, lleva un gancho) a los cables de acero de la cubierta. El sistema reduce la energía y provoca la detención del avión. De esa manera, una aeronave de más de 20.000 kilos, volando a aproximadamente 250 kilómetros por hora, puede frenar en dos segundos.

DEF pudo ser testigo de varios ejercicios de despegue desde el portaaviones USS George Washington. (Foto: Fernando Calzada)
DEF pudo ser testigo de varios ejercicios de despegue desde el portaaviones USS George Washington. (Foto: Fernando Calzada)

Uno por uno, los elementos en la cubierta de vuelo de un portaaviones

Cabe señalar que, en la superficie del “Espíritu de la libertad”, existe una torre de control donde se toman todas las decisiones vinculadas al comando del buque. Desde este punto, además, se realiza el control del tráfico aéreo de los vuelos y de todo aquello que sucede alrededor.

De hecho, para el guiado durante el aterrizaje, existen luces que ayudan a los pilotos a adoptar una trayectoria correcta. También, el portaaviones tiene barreras deflectoras, que son las que redirigen el escape de gases del motor (para evitar daños).

Por otro lado, el “George Washington” lleva más de 40 aeronaves a bordo y posee cuatro elevadores que pueden transportar hasta dos aviones (que son utilizados, por ejemplo, para bajarlos a los hangares). También tiene catapultas para el despegue y cables de detención de acero, ya que cada aeronave posee un gancho de cola. De esa manera, los pilotos se acoplan a ellos y, así, pueden disminuir la velocidad.

Incluso, en la cubierta existen sistemas de armas de defensa contra misiles, buques y aeronaves enemigas (Sea Sparrow y RAM) y cañones CIWS, con una cadencia de tiro de hasta 3500 disparos por minuto.

En la imagen, uno de los paneles deflactores de la nave. (Foto: Fernando Calzada)
En la imagen, uno de los paneles deflactores de la nave. (Foto: Fernando Calzada)

“Ejecutamos la misión y regresamos”

De acuerdo con el capitán Jason Tarrant, el personal a cargo de las aeronaves recibe la misión, la ejecuta y regresa. Sobre el entrenamiento, aclaró: “Es un programa sencillo que seguimos para asegurarnos de que todos los pilotos estén listos para aterrizar y operar desde el portaaviones. Mejoramos cuanto más hacemos”.

Sobre el modo de operar, el oficial contó que reciben las señales de inteligencia y se transfieren esos datos a las aeronaves de combate, que son las que atacan o evitan el blanco.

Los chalecos amarillos son utilizados por los responsables del movimiento de las aeronaves. (Foto: Fernando Calzada)
Los chalecos amarillos son utilizados por los responsables del movimiento de las aeronaves. (Foto: Fernando Calzada)

De hecho, a bordo, cuentan con aeronaves tácticas E-2C Hawkeye, que son de comando y control. Estos aviones, describe Tarrant, poseen un radar rotodomo en su fuselaje superior: “Con eso en marcha, podemos ver la imagen de la superficie antes de lanzar un contraataque. Nos sirve para tener una idea de con qué nos vamos a encontrar allí afuera y, en consecuencia, cómo vamos a realizar la misión”.

En cuanto a los aviones de caza supersónicos, el F-35 es el sistema más moderno con el que cuenta el portaaviones. “Es una especie de combinación de plataforma electrónica y de fuego. Es una aeronave de quinta generación, con un radar difícil de detectar. Cuenta con una diversidad de sistemas sofisticados que nos permiten saber qué sucede”, resumió el piloto naval.

Los señaleros a bordo se identifican con chalecos amarillos. (Foto: Fernando Calzada)
Los señaleros a bordo se identifican con chalecos amarillos. (Foto: Fernando Calzada)

Chalecos de colores

Visualmente, una de las cuestiones más llamativas (además de la variedad de aeronaves de combate) a bordo del portaaviones son los diferentes chalecos que utiliza la tripulación. “Los distintos colores son para saber qué tipo de trabajos realizan, especialmente en la cubierta de vuelo”, dijo a DEF el capitán Jason Tarrant.

Aquellos que visten la prenda de color rojo son quienes cargan las aeronaves con bombas y misiles. Además, son los responsables de la lucha contra el fuego, rescate y salvamento. En cambio, aquellos que usan chaleco azul son quienes deben asegurar la cubierta de vuelo y, además, operar los equipos como los elevadores o tractores.

También se encuentran las “uvas”, llamados así por sus chalecos violetas. En palabras de Tarrant, son quienes están a cargo de lo relacionado con el combustible de las aeronaves.

Una de las aeronaves estadounidenses despegando por la catapulta. (Foto: Fernando Calzada)
Una de las aeronaves estadounidenses despegando por la catapulta. (Foto: Fernando Calzada)

En la cubierta de vuelo, también hay tripulantes con prendas marrones. Ellos hacen el mantenimiento de las aeronaves y tienen un papel fundamental durante el reposicionamiento en la cubierta y hangares.

De blanco están quienes llevan adelante las señales de aterrizaje e inspeccionan las catapultas y los equipos. De hecho, también están a cargo de la seguridad y, entre ellos, hay médicos.

En cambio, los chalecos amarillos son utilizados por los responsables de los movimientos de las aeronaves, tanto en la cubierta como en los hangares.

Finalmente, están quienes visten prendas verdes: ellos operan los equipos de lanzamiento, apoyo y mantenimiento de las aeronaves.

Uno de los ganchos de aterrizaje en acción. (Foto: Fernando Calzada)
Uno de los ganchos de aterrizaje en acción. (Foto: Fernando Calzada)

Tres hangares a bordo

Cuando desde el portaaviones explican que es como una ciudad (con cerca de 6000 tripulantes, según el momento), no exageran. El “George Washington” tiene, incluso, una cafetería Starbucks para la tripulación. Está preparado para navegar durante meses, sin que eso afecte a sus tripulantes.

Justamente, para evitar que las aeronaves tengan que trasladarse a tierra en caso de algún desperfecto, cuentan con tres hangares y hasta con un banco de prueba de motores. El espacio dedicado al mantenimiento se encuentra justo debajo de la cubierta de vuelo. ¿Cómo llegan allí las aeronaves? Básicamente, con ascensores.

“Si algo no funciona correctamente, bajamos el avión. Quitamos sus partes para entender qué es lo que ocurre y, luego de repararlo, sube nuevamente a la cubierta. Podemos, por ejemplo, quitar los motores de los F-18 para repararlos”, explica Jason Tarrant.

Cada operario está identificado con un chaleco de un color distintivo según cada función/área a cargo. (Foto: Fernando Calzada)
Cada operario está identificado con un chaleco de un color distintivo según cada función/área a cargo. (Foto: Fernando Calzada)

Ya en el hangar, a su lado, se encuentra el oficial responsable del mantenimiento de la aviación naval a bordo del buque, John Walter Cagmo, quien explicó que, una vez que quitan los motores, pasan a hacerles los testeos en el banco de pruebas.

Ya chequeados, los aviones regresan a sus respectivos escuadrones. “En un despliegue típico, tenemos alrededor de 35 aeronaves aquí abajo. Estas, prácticamente, se ubican cara a cara, espalda con espalda. Lo que hacemos aquí es el mantenimiento preventivo, como aquel que le harías a tu auto para asegurar su cuidado”, detalló.

Los operarios con chalecos verdes se encargan del mantenimiento y reparación de las aeronaves. (Foto: Fernando Calzada)
Los operarios con chalecos verdes se encargan del mantenimiento y reparación de las aeronaves. (Foto: Fernando Calzada)

Además, en los hangares, la tripulación realiza el mantenimiento correctivo de los aviones que, básicamente, son las reparaciones concretas. En palabras de Cagmo, hay distintos niveles de mantenimiento: el primero se enfoca en remover y reemplazar, luego lo relacionado con el arreglo de los equipos de la aeronave y, finalmente, cuentan con personal altamente calificado para evaluar a fondo a la aeronave y obtener una reparación en profundidad.

El trabajo en los hangares no se detiene nunca. Justamente, tienen grupos armados que se van relevando según diferentes turnos.

Un E2C Haw Keyes aterriza en el portaaviones. (Foto: Fernando Calzada)
Un E2C Haw Keyes aterriza en el portaaviones. (Foto: Fernando Calzada)

Contraalmirante Alexis Walker: “Este portaaviones es una ciudad que nunca duerme”

A bordo del USS “George Washington”, DEF también pudo conversar con el contraalmirante Alexis Walker, comandante del Grupo de Ataque del Portaaviones 10 y máxima autoridad militar a bordo del portaviones.

Cabe señalar que, si bien el buque cuenta con un comandante (el capitán Tim Waits), Walker es quien está a cargo de la flota que navega rumbo a Japón: el USS “George Washington”, el destructor USS “Porter” y el buque logístico USNS “John Lenthall”.

Imagen del contraalmirante Alexis Walker. (Foto: Fernando Calzada)
Imagen del contraalmirante Alexis Walker. (Foto: Fernando Calzada)

Soy el responsable de la coordinación general de aquello que realiza el Grupo de Ataque. Porque el capitán del portaaviones está concentrado en su buque, y lo mismo ocurre con quienes están a cargo de los otros dos barcos que participan. Yo ayudo a reunir a todos para asegurarme de que cumplan con toda aquella orden que deban cumplir, ya sea en el aire o en la superficie”, contó.

De acuerdo con el capitán Jason Tarrant, el personal a cargo de las aeronaves recibe la misión, la ejecuta y regresa. (Foto: Fernando Calzada)
De acuerdo con el capitán Jason Tarrant, el personal a cargo de las aeronaves recibe la misión, la ejecuta y regresa. (Foto: Fernando Calzada)

Además, en relación con el portaaviones que ejercitó con la Armada Argentina, explicó que es uno de los varios que tiene Estados Unidos: “El ‘George Washington’ es un buque muy capaz, con miles de personas a bordo, que trabajan las 24 horas del día y los 7 días de la semana. Por eso, hacemos todo lo posible para apoyar a los tripulantes y a la misión. Este portaaviones es una ciudad que nunca duerme. Por ejemplo, tenemos todo lo que necesita el marinero para su tratamiento médico y dental, comer, dormir y para el servicio. En síntesis, todo lo que un marino necesita para vivir a bordo”.

Así son los motores del portaaviones de propulsión nuclear USS George Washington. (Foto: Patricia Fernández Mainardi)
Así son los motores del portaaviones de propulsión nuclear USS George Washington. (Foto: Patricia Fernández Mainardi)

Finalmente, Walker agregó que el ejercicio entre Argentina y Estados Unidos apunta a aumentar la interoperabilidad y el entendimiento entre ambos países. “Fuimos socios diplomáticos durante siglos y mantenemos esa amistad cada vez que nos reunimos. Es realmente importante porque queremos una sociedad libre y abierta en todo el mundo. Poder lograrlo juntos es muy importante”, concluyó.

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