Ir al polígono para perfeccionar la puntería y las destrezas vinculadas al tiro representa un importante esfuerzo económico para cualquier fuerza armada. Más aún, cuando se trata de un importante número de efectivos, como ocurre en el caso del arma de Infantería del Ejército argentino. Para tener en cuenta: cada cargador de fusil lleva 20 proyectiles; el precio de este material, según el origen, puede rondar los 70.000 pesos.
Además, en el Ejército, el infante no puede prescindir de su armamento, ya que este perfil de combatiente debe desplazarse en el terreno para entrar en contacto directo con el enemigo, es decir, en la primera línea.
En ese punto, donde se juega el todo por el todo, los efectivos cuentan con el armamento individual, no solo para protegerse y asegurar la supervivencia de cada uno de ellos, sino para poder desplazarse dentro de un ambiente especialmente hostil.
Hecho en Tandil: un simulador de origen nacional a disposición del Ejército
En ese sentido, el entrenamiento previo es fundamental. En un conflicto, no hay margen de error: quien dispara primero, y lo hace bien, es quien podrá continuar operativo.
Por eso, para lograr la eficiencia de sus tiradores, y como etapa previa a la utilización de munición de guerra en un polígono, el Ejército argentino adquirió un nuevo simulador de tiro de armas portátiles. Si bien es una herramienta ampliamente utilizada dentro de las Fuerzas Armadas, este simulador en particular tiene una ventaja: fue confeccionado de manera conjunta con la Universidad Nacional del Centro y el Instituto Pladema de Tandil.
Para conocer más sobre esta iniciativa, DEF se trasladó a la Escuela de Infantería del Ejército, en Campo de Mayo. En este lugar, y en un predio ubicado a pocos metros del ferrocarril “General Urquiza”, los instructores reciben de manera anual a cientos de militares provenientes de los institutos de formación de la Fuerza y de las distintas unidades que la Infantería posee a lo largo y ancho del país.
Para tener una idea, en el sur, la unidad más austral que posee esta Arma del Ejército queda en la localidad de Rospentek, a más de 300 kilómetros de Río Gallegos; y, en la frontera norte, se despliegan en las provincias de Jujuy, Salta y Formosa.
¿Con qué objetivo recorren esas largas distancias? Para capacitarse en tiro y en otras temáticas vitales para el momento del combate. De hecho, en Campo de Mayo también se prepara a los francotiradores del Ejército.
“El tiro es un concepto básico para las operaciones”
Días atrás, para complementar los cursos relacionados con la temática, la Escuela de Infantería del Ejército recibió un nuevo simulador de tiro de armas portátiles: una herramienta fundamental, ya que allí se capacita a los combatientes y francotiradores de la Fuerza.
DEF estuvo en el aula preparada para albergar al nuevo simulador. Un dato no menor: el lugar lleva el nombre de un héroe y caído en combate durante la guerra de Malvinas, el teniente primero post mortem Luis Carlos Martella.
“Este simulador permite que el instructor a cargo del efectivo pueda ver la progresión propia del tiro antes de pasar por el polígono, ya con munición real”, contó a DEF el director de la Escuela, teniente coronel Martín Barbosa.
¿Por qué es algo específico de la Infantería? “El tiro, en el arma, lo tenemos bien arraigado. Es un concepto básico para las operaciones”, respondió.
Un simulador pensado por y para los combatientes del Ejército
Junto a la autoridad de la Escuela de Infantería, uno de los instructores, el teniente primero Cristian Leal, explicó que debió trasladarse a Tandil para trabajar estrechamente con el personal de la Universidad en el desarrollo del instrumento: lo probaron y evaluaron el modo en el que respondía. “Luego, vino un prototipo a la Escuela de Suboficiales del Ejército ‘Sargento Cabral’”, agregó, no sin antes indicar que decidieron instalarlo allí porque ese instituto alberga a un número importante de cursantes, quienes, además, se incorporan para hacer la carrera de suboficiales dentro de la Fuerza.
Que Leal haya podido ir a Tandil para trabajar de manera conjunta con la Universidad fue positivo, ya que permitió profundizar en cuestiones como la secuencia de tiro, un aspecto de suma relevancia considerando el trayecto que recorre el ciudadano en la Fuerza desde que ingresa hasta el momento en el que se prepara para ir a un polígono y dispara con munición de guerra. “A la Escuela de Infantería, en cambio, vienen educandos con una instrucción individual básica ya superada”, añadió Barbosa.
La sinergia entre las instituciones que participaron de la iniciativa fue fundamental: mientras que, en la universidad, se encargaron del kit del simulador, el Ejército puso énfasis, entre otras variables, en el funcionamiento del fusil, en el modo en el que se utiliza el cargador y en la manera en la que se plantea un blanco.
“Esto no reemplaza al polígono, lo complementa y mejora”
“Ellos buscaban la forma de reemplazar el mecanismo de fusil para que el tirador pueda desarrollar las destrezas básicas de forma eficaz en el simulador. Además, no tiene ninguna conexión inalámbrica, es todo con carga de gas”, explican desde Campo de Mayo, al tiempo que agregan que el objetivo es que el tirador pueda finalizar las sesiones de simulador con una técnica afinada. “Esto no reemplaza el polígono, lo complementa y mejora”, insiste Barbosa.
La información recolectada por el simulador es utilizada por el instructor, que es quien lleva la materia. Lo cierto es que los simuladores de tiro son algo cotidiano en todos los ejércitos del mundo. De hecho, Barbosa recuerda que, hace casi 30 años, recibió entrenamiento en un simulador de origen estadounidense. Por entonces, estas herramientas no tenían tanques autónomos, sino una manguera conectada a un compresor. “Es una tendencia en la educación militar. Es un criterio de progresión en el adiestramiento y tiene que ver con reducir costos en el consumo de munición”, dijo.
¿Cómo funciona el simulador? A partir de un sistema láser y con un depósito de gas que recrea un cargador de fusil. Este dispositivo, al momento del disparo, produce el retroceso de las piezas móviles del armamento, tal como lo haría el fusil en la realidad. De hecho, respeta la cantidad de 20 disparos que tiene el arma verdadera.
La instancia del simulador para corregir las destrezas del tirador
Así como los pilotos deben acreditar horas de vuelo en simulador, los tiradores del Ejército obtienen una certificación por exigencias: “Un efectivo puede, o no, requerir de varios ciclos para corregir la destreza. No es cuestión de cantidad de horas, sino de certificar competencias”.
Desde Campo de Mayo cuentan que, además, la Escuela de Infantería tiene la responsabilidad de enseñar a quienes, a lo largo y ancho de la República Argentina, van a ejercer el rol de instructores de tiro en el ámbito de la Fuerza. “Perfeccionamos al educador, no al ejecutor. Así generamos autonomía para el interior del país”, comentó Barbosa.
Además, ambos oficiales refuerzan la idea de que no es tan simple para un militar tomar el armamento y efectuar un disparo con precisión. Entonces, ¿cómo se forma a un tirador dentro de la Fuerza? “Existe un proceso. El ciclo de instrucción individual básico de un soldado voluntario, que es continuo, tiene una duración aproximada de entre 10 y 12 semanas. El ciudadano que se incorpora recién realiza el tiro durante las semanas 8 o 9, según la programación. Durante esos días, recibe instrucción sobre cómo adoptar una posición, cómo tomar el fusil, cómo accionar el disparador o cómo armar, desarmar y controlar el armamento”.
El dedo en el disparador y el tiempo de recarga: su efecto en la puntería
“Uno de los mayores costos que tienen los ciclos de formación o de perfeccionamiento es el valor de la munición. El simulador, lejos de reemplazar el tiro con munición de guerra, genera etapas”, resumió Barbosa.
En ese sentido, explicó que esta herramienta permite la detección de los errores de ejecución, como en la acción del dedo en el disparador. Son errores que el ojo humano no llega a detectar: “Con el software, podemos ver cómo funciona el arma al momento del disparo. Si nosotros tiramos con munición de guerra, vemos solo dónde perforó el proyectil en el blanco”.
Una ventaja del simulador: permite la recreación de distintas situaciones para que el tirador pueda reaccionar. Incluso, se pueden ajustar las condiciones meteorológicas o la visibilidad. A su vez, estas se ajustan a un método de tiro previamente estudiado y establecido por el Ejército.
El fusil que el soldado llevará al combate en el simulador
El teniente primero Leal fue a la Universidad de Tandil para aportar su conocimiento sobre todo aquello que permita asemejar el sistema a escenarios reales. Por ejemplo, situaciones de tiro incorporadas que incluyen recambio de cargador y el tiempo que requiere esta acción. Además, transmitió los requisitos propios del reglamento utilizado en la Fuerza.
En el presente, el simulador de Campo de Mayo está preparado para tiro con fusil. De hecho, el armamento utilizado se debe guardar en la sala de armas. “Para el simulador, solo se cambia un componente”, detalló Barbosa, al tiempo que explicó que el método adoptado establece que cada tirador tiene un fusil asignado; eso permite que el individuo pueda corregir su aparato de puntería y que este quede reglado con el efectivo. En definitiva, asegura mayor precisión.
“Este fusil, que el tirador tiene asignado en la sala de armas, puede configurarse. Así el combatiente tira con el fusil que va a llevar a la guerra”, contó Barbosa. Desde Campo de Mayo, no descartan que, en los próximos prototipos, puedan incorporar el tiro con pistola.
Simulador para los francotiradores del Ejército
En las instalaciones de la Escuela de Infantería, el simulador también resulta útil a la hora de capacitar a los tiradores especiales (francotiradores) de la Fuerza.
Según Barbosa, este curso está orientado a un rol de combate específico que requiere el tiro para realizar un disparo preciso, desde las distancias medias hasta las más largas: “Se pueden detectar aquellos errores y destrezas finas que falta perfeccionar”.
Cada unidad de Infantería tiene tiradores especiales. Por eso, la Escuela los recibe y los adiestra. Obviamente, no todos son aptos para ejercer este rol: “Tienen que ser efectivos destacados, pero no solamente por su competencia, sino también por el perfil psicológico y físico”, indicó.
“La experiencia que esa persona tiene dentro de la organización es de excepción en comparación con un tirador común, ya que opera separado de la fracción, tiene que alcanzar posiciones muy selectivas para que el empleo de su arma sea óptimo, debe saber sobre manejo de cartografía, comunicaciones y, finalmente, trabaja en soledad. Además, debe resistir las condiciones atmosféricas con mayor grado de capacidad que un tirador común”, aclaró, no sin antes profundizar en el uso del simulador en la capacitación de la Fuerza: “La idea es abarcar el adiestramiento del tiro de forma integral”.