La sociedad de la nieve: La mirada de un militar y montañés que visitó el lugar de la tragedia de los Andes

La alta montaña es uno de los puntos de mayor hostilidad para el ser humano. Un integrante de las tropas de montaña del Ejército Argentino dio detalles sobre cómo debe actuar el ser humano para no dejarse vencer

Mariano Castelli es militar y tiene todas las especialidades de montaña del Ejército Argentino. De hecho, llegó a ser comandante de una brigada de montaña: "Si no hay una persona al lado tuyo, la montaña se vuelve difícil para sobrevivir”, afirma (Fernando Calzada)

La película La Sociedad de la nieve revela el día a día de una de las tragedias más conocidas en el mundo. En los Andes, un grupo de uruguayos debió sortear los desafíos que les imponía la montaña luego de que su avión –de la Fuerza Aérea Uruguaya– se estrellara en la cordillera: desde las bajas temperaturas, tormentas de nieve y hasta avalanchas. Sin embargo, cuando todo estaba casi perdido, dos de ellos, Fernando “Nando” Parrado y Roberto Canessa, decidieron salir en busca de ayuda.

Esa última acción, explica a DEF el coronel mayor (retirado) Mariano Castelli, del Ejército Argentino, es quizá la que ilustra cómo hay que emprender cada aventura en ese ambiente geográfico que, de por sí, lleva al ser humano a enfrentarse con condiciones extremadamente hostiles que a veces parecen ser incompatibles con la vida.

“En la montaña la supervivencia es sinónimo de vida y movimiento”

Mariano Castelli es militar y tiene todas las especialidades de montaña del Ejército Argentino. De hecho, llegó a ser comandante de una brigada de montaña. En un diálogo con DEF, contó que, años atrás y durante un trabajo con su unidad, pudo estar en el sector de la caída del avión de la Fuerza Aérea Uruguaya: “En aquel momento, de hecho, fue seleccionada como la mejor actividad de montaña que se realizó por parte de la VIIIta Brigada del Ejército. Hicimos la ‘ruta Parrado’ y los reconocimientos de los pasos”.

Por entonces, el Ejército tenía que realizar un apoyo, así que Castelli y su gente aprovecharon para llevar adelante esta actividad. “Era relativamente sencillo salir del lugar, pero obviamente eran chicos y no sabían donde estaban. Acá hay algo esencial: surge, inmediatamente, el tema de ser superviviente como concepto. Nosotros aprendemos que, en la montaña, la supervivencia es sinónimo de vida y movimiento”, cuenta el oficial retirado de la Fuerza, quien también llegó a ser instructor de esquí y andinismo. “El primero hace referencia a mantenerte, tanto hidratado como con algún tipo de energía. Buscar vida. Luego, el movimiento: nunca te debés quedar. Eso también tiene muchas analogías para la vida”, agrega. Para Castelli, muchas veces, ante distintas situaciones de vida, también es legítimo aplicar el axioma de la supervivencia: vida y movimiento. “Cuando estos chicos se movieron, supervivieron. Cuando se quedaron, ahí pasaron las cosas”.

En el lugar de los sucesos, Castelli pudo observar que, por desconocimiento, los jóvenes uruguayos habían optado por la ruta más difícil: “A través de las líneas de máximas dorsales. O sea, en vez de ir por la línea mínima dorsal, ir por los valles, hacia Argentina; fueron hacia Chile, movidos por el instinto y el desconocimiento”.

El lema de las tropas de montaña es “La montaña nos une”. Se apela a la unión, porque sin un equipo no es posible ingresar a la montaña ni sobrevivir (Fernando Calzada)

En el lugar de la tragedia de los Andes

Cuando Castelli fue con su gente al lugar del accidente de la aeronave uruguaya lo hicieron con el objetivo de hacer un reconocimiento de pasos. Por entonces, no toda la cordillera estaba cartografiada. En palabras de Castelli, la montaña es complicada porque uno puede ir a la mañana y está congelada, pero si uno regresa en el día, quizá no se puede transitar porque hubo una avalancha, por el deshielo, o por la crecida de un río. “La montaña, que parece pétrea, tiene una dinámica en sí misma”, subraya.

Además, sobre el accidente, es contundente: “La verdad es que fue un milagro. Luego del choque con la montaña el fuselaje se desplazó por un lugar. Si iba un poco más al este o al oeste se hacía pedazos. Finalmente quedó en una especie de cresta, trabado en un accidente menor”. En el lugar, el oficial del Ejército aprovechó para hacer parte del itinerario realizado por los dos sobrevivientes que fueron en busca de ayuda o, como la bautizó: la ruta Parrado.

A propósito de aquella experiencia, Castelli explicó que, a la hora de ubicarse, con los años pudo hacer un trabajo comparativo: ¿cuál es la mejor herramienta para recorrer la montaña?. “En su momento yo hice comparaciones entre GPS, brújula, altímetro o carta topográfica y llegué a la conclusión de que yo llegaba con mayor precisión por el dominio del terreno. Existe el instinto. Las piedras te dicen cosas, la nieve también. Y no estoy hablando de una mística, sino el conocimiento de los pequeños detalles”.

Una cuestión de personalidad

De acuerdo con el oficial, para moverse en la montaña hay que ser humilde y tener las condiciones físicas y psicológicas para, simplemente, llevar la mochila y caminar. A eso se suma que, a las actividades, las hacen con un grupo de personas a quienes hay que poder liderar en situaciones extremas (y evitar, incluso, que pasen por ellas). “La montaña es un obstáculo y, en definitiva, hay que vencerlo”, explica, no sin antes concluir: “También hay vida, solo que hay que saber encontrarla. Mientras más arriba, menos compatible. Por eso también hay que saber por dónde se debe bajar para encontrar vida”.

Castelli recuerda dos anécdotas en donde se cruzó con la muerte. En la primera, cuenta, estaban ascendiendo en cordada por paredes y, el hombre que se encontraba justo arriba de él, cayó al vacío. Enseguida, cuenta, él aplicó la técnica para evitar que siga cayendo: “Estábamos sujetados por la cuerda. Desesperado bajé y pude comprobar que había quedado a centímetros del piso. Sobrevivió, por supuesto, con algunas fracturas”.

El otro recuerdo lo tiene como protagonista y fue en el Cerro El Plata. Mientras descendían, Castelli sintió un cansancio extremo. “No pude dar un paso más. Estaba agotado. Así que vino la cordada a ayudarme. Un oficial y un suboficial mayor me atendieron y me cuidaron. Por eso, si no hay una persona al lado tuyo, la montaña se vuelve difícil para sobrevivir”, comenta el oficial quien también, mientras cumplía una misión de paz en Kosovo, pudo realizar múltiples actividades en la montaña que fueron reconocidas por las autoridades.

¿Cómo se dan los liderazgos en la montaña?, “Fijate que en el caso del milagro de los Andes hubieron liderazgos que se perdieron. Se da algo especial en la situación límite: hay quienes se paran y lideran esa circunstancia que son incomprendidos por quienes están abatidos. Justamente porque es el que los hace mover, salir del espacio de confort que, quizá, es “me quedo a morir”. Entonces, hay quienes se sobreponen y demuestran fortaleza de carácter”, respondió a DEF.

Para Castelli, la montaña fortalece a los hombres y mujeres: “Te forja y, si sos improvisado, te castiga”, resalta (Fernando Calzada)

Militares preparados para la cordillera

No es algo nuevo, el general José de San Martín las llevó a sus efectivos a través de la cordillera para sorprender a las tropas realistas. Desde entonces, el Ejército fue perfeccionando esta especialidad. Además, cabe señalar que estas tropas tuvieron un papel fundamental en el desarrollo de infraestructura en la montaña: participaron en la construcción de refugios, rutas, comunicaciones e, incluso, de la instalación de varios trechos del Tren de las Nubes.

En definitiva, estas tropas operan en un amplio espectro: desde la Puna hasta en los hielos continentales. Y, para hacerlo, tuvieron que perfeccionarse. Por eso, quien desea ser parte de ellas debe realizar varios cursos que lo habilitan como andinista (con capacidad de enfrentar la montaña con medios, como cuerdas o mosquetones, o sin ellos y son necesarios, desde el punto de vista militar, para acceder a lugares difíciles, como las líneas de menor expectativa, para sorprender al adversario), esquiadores o cazadores de montaña. En palabras de Castelli, estos últimos son considerados como tropas de operaciones especiales ya que pueden protagonizar operaciones en la profundidad del dispositivo enemigo. Finalmente, están los instructores.

Castelli es preciso: hay que tener experiencia, no solo teórica, sino también práctica. “Las tropas de montaña son maravillosas: están ambientadas, especialmente preparadas, organizadas e instruidas para vivir en ambiente de máxima hostilidad”, reconoce. En ese sentido, explica que en este punto geográfico no hay lugar para los improvisados: “Tenés que llevarte todo, porque arriba no hay nada, solo sufrimiento”.

En palabras del coronel mayor del Ejército, la montaña exige una logística y una conducción particular: “Se necesitan jefes muy tenaces y de mucho conocimiento. Además, este último no se logra con la lectura de los reglamentos, sino con la experiencia. Por eso la importancia de la ambientación. Para lograr la aptitud de montaña se necesita tiempo de permanencia. Es necesario vivir la experiencia”.

Al libro, explica, hay que internalizarlo. “Te puede decir cómo proceder en la tormenta de nieve, pero si no lo experimentas, puede ocurrir que no enganchés bien la línea de máximas dorsales y te caigas al abismo. Hay muchas cosas que dicen los libros y experimentarlas es bastante dramático y difícil”, detalla.

Para Castelli, la montaña consume la energía de quienes la recorren. Además, esconde amenazas como los temporales, las avalanchas y el temido viento blanco. A estos desafíos, se suman otros, como el cansancio extremo y la desorientación. “El ambiente climático es muy adverso. El mal entrenamiento, el llegar a un lugar que no estaba pensado, o que se duplique el tiempo de arribo a los puntos necesarios desgasta y lo lleva a uno a entregarse”, reconoce.

Y advierte: “Hay una experiencia que ocurre en la montaña cuando uno está extremadamente cansado, les pasa, incluso, a muchos andinistas. Se trata de la muerte blanca: es una fatiga tan extrema que no te importa nada. Te tirás y no te importa lo que suceda. Por eso, para evitar esa situación, hay que tener una buena cordada, un buen equipo de gente que logre evacuarte. Es muy importante. Por eso, ser andinista solitario es una tarea muy dura”.

Un actor fundamental para los montañeses es el ganado. De hecho, muchos ejércitos del mundo han tomado la experiencia militar argentina en esta materia (Fernando Calzada)

“La montaña te forja y, si sos improvisado, te castiga”

El lema de las tropas de montaña es ‘La montaña nos une’. “Se apela a la unión, porque sin un equipo no es posible ingresar a la montaña ni sobrevivir. Si no tenés una logística, no es factible. Hay algunos que la suben en solitario, pero siempre van a necesitar de la base”, dice, sin dudarlo, el coronel mayor, quien también fue reconocido con el “Cóndor de oro”, máxima condecoración para a un montañés.

Para él, la montaña fortalece a los hombres y mujeres: “Te forja y, si sos improvisado, te castiga. Hay muchísimos accidentes y fallecimientos por no respetarla. También tenés que ser muy humilde”.

Además, para las tropas del Ejército Argentino, se trata de un aula a cielo abierto, porque –en palabras de Castelli– es el mejor entrenamiento para ser soldado: quienes se adaptan a este particular ambiente geográfico pueden movilizarse con mayor facilidad en ambientes extremos, como en los hielos continentales o, incluso, en la Antártida.

De hecho, las tropas de montaña representan una de las especialidades más antiguas en Argentina. “Son muy rústicas, saben vivir con poco y en un terreno muy difícil pueden hacer sus defensas y moverse por el medio de las quebradas, ríos y líneas de máximas dorsales”, comenta y, reconoce: “Yo digo que son las que están mejor preparadas para operaciones de largo aliento. Porque en otras especialidades del Ejército se impone la rapidez. Pero las tropas de montaña miden su avance en metros por hora, no en kilómetros por hora, como ocurre en los blindados o en el paracaidismo. Son tropas que deben adaptarse al terreno: no cualquiera puede entrar a la montaña y mantenerse allí un tiempo prolongado”.

Un dato: las tropas del Ejército cuentan con un actor clave a la hora de ubicarse en la montaña, sobre todo durante el invierno, cuando la nieve tapa cualquier tipo de señal u objeto: “El baqueano es muy importante, ellos están bien adaptados. Normalmente se necesita este tipo de guías”. Otro actor fundamental para los montañeses de esta Fuerza es el ganado, como el mular. De hecho, muchos ejércitos del mundo han tomado la experiencia militar argentina en esta materia.

La montaña exige una logística y una conducción particular: se necesitan jefes muy tenaces y de mucho conocimiento (Fernando Calzada)

¿Qué es la gran cordada?

“Tengo muchas anécdotas, rescates, y evacuaciones; pero lo que más recuerdo de estar en el ambiente de montaña son los ejercicios interarmas, impuestos y autoimpuestos, en los que trabajamos con frentes y profundidades reales. Eso fue maravilloso”, recuerda Castelli.

Para él, cada cumbre concretada es una experiencia única e intransferible. Incluso, destaca aquellas a las que, por distintas razones, no se pudo llegar. “Siempre en la montaña hay que cuidarse”, comenta.

En síntesis, para este soldado del Ejército, la montaña representa un pretexto, pues la experiencia más valiosa surgía del equipo o, como él prefiere llamarla, “la gran cordada”.

Hay un recuerdo que, al día de hoy, guarda en su corazón. Cuando se retiró del servicio activo del Ejército, fue al Salar de Caucharí. Allí, de la nada, un joven se le acercó con lágrimas en los ojos. “Buenas tardes mi coronel mayor, soy el cabo Blanco y estuve a sus órdenes”, le dijo. Ahí, en ese instante, Castelli sintió, nuevamente, las emociones que solo conocen los efectivos de las tropas de montaña: “Esa camaradería. Entre nosotros había miles de hombres de diferencia. Yo, sorprendido y también con lágrimas en los ojos, lo saludé y abracé”.

“Fueron 40 años de montaña. Ese instante trascendió el momento que me tocó vivir dentro del servicio activo del Ejército. Este encuentro fue maravilloso”, confiesa, no sin antes abrir su corazón: “Anécdotas tengo miles de anécdotas, muchas dramáticas y otras muy felices. Siempre estaré agradecido a la vida y al Ejército por haberme permitido ser montañés, haberme podido desarrollar en todas las especialidades de la montaña y, a través de eso, practicar el servicio”.

Y concluye: “Hubo acción de mucho tipo, incluso también en apoyo a la ciudadanía, y nosotros fuimos muy eficaces como equipo. La gran cordada es lo que hace posible la excelencia de nuestras tropas de montaña”.