El crecimiento acelerado de China durante tres décadas experimenta las primeras señales de desaceleración. Un estancamiento de la potencia asiática podría desencadenar en una crisis del comercio internacional, seguido de conflictos puertas adentro en gran parte de los países.
China, por su volumen exportador y su mercado interno, es un valor importante para la geopolítica. ¿Qué desafíos afrontará en 2024 y qué tiene a favor?
Desaceleración y alerta
Desde que China abandonó el modelo económico y productivo comunista en 1978 y se abrió al capitalismo, sobre todo a los mercados de Occidente, se convirtió rápidamente en uno de los países de mayor desarrollo, ubicándose como la segunda potencia del mundo.
Entre 1991 y 2011, la economía creció en promedio un 10,5% anual, como nadie en el mundo, y cuando Xi Jinping asumió la presidencia en 2012, la expansión se desaceleró y promedió un 6,7% hasta 2021.
Las proyecciones económicas muestran que los chinos verán una mayor reducción del crecimiento, visualizando un período de estancamiento. Bloomberg y el Fondo Monetario Internacional son algunos de los organismos que plasman este análisis detectando dos factores como principales causantes: la crisis del sector inmobiliario y el envejecimiento demográfico.
Durante las últimas dos décadas, el mercado de viviendas fue el gran motor de la economía, pero la especulación y la expansión desmedida provocaron un exceso de oferta que derivó en más de 7,2 millones de viviendas sin vender y la caída de empresas como Evergrande.
Este factor se suma a un envejecimiento demográfico cada vez más asentado que recuerda a lo sucedido en Japón, un país que supo ser potencia a finales del Siglo XX y hoy se caracteriza por tener una sociedad hermética y cada vez más adulta.
Por primera vez en seis décadas, China vio una caída en la población acompañada de un descenso récord de la tasa de fertilidad, que llegó a 1,09, menor al 1,34 de Japón.
En pocas palabras, una sociedad envejecida significa menos personas potencialmente activas, por lo que la tasa afecta directamente a la mano de obra y a la productividad.
Esto último representa una catástrofe no solo para el motor económico del país que se caracteriza en gran parte por sus productos manufacturados, sino también para el comercio internacional que depende de un mercado chino saludable y apto para consumir.
Por este motivo, desde el año 2021, el presidente Xi Jinping impulsa medidas e incentivos económicos para crear una “nueva cultura del matrimonio y la maternidad” que le permita bajar el promedio de edad.
Taiwán y Estados Unidos: elecciones claves para China
Durante este año el 40% de la población mundial irá a las urnas, y China observa atenta dos comicios que repercuten en su política internacional.
La primera parada es la victoria de Lai Ching-te en Taiwán y la continuidad en el poder del Partido Progresista Democrático, movimiento político que defiende la independencia de la isla de la China Continental. Sin embargo, en el pasado Lai dejó abierta la posibilidad de que sea el pueblo quien elija o no volver a la idea de una sola China.
La idea de una reunificación es tan importante para Xi Jinping que lo planteó como fundamental es su plan de modernización para 2049, y está a la espera de cómo serán las relaciones con el nuevo presidente de los taiwaneses.
La segunda elección importante para China es por supuesto Estados Unidos, su principal rival en el tablero geopolítico. En términos económicos y militares, el gobierno de Joe Biden fue un contrapeso a las aspiraciones comerciales y territoriales en Taiwán, Hong Kong y en el Mar de China Meridional, ambiciones respaldadas por una inversión militar en portaaviones, aviones de quinta generación y operaciones marinas y submarinas.
Todo parece indicar que la política girará nuevamente en torno a la rivalidad Joe Biden y Donald Trump, que ya tuvo su batalla por la presidencia en 2020 con picos altos de violencia, como el Asalto al Capitolio en enero de 2021. Sea quien sea el próximo mandatario, Xi Jinping ya tuvo trato con ambos candidatos y conoce sus posturas, pero sin dudas es una elección que repercutirá en la política exterior de China.
Agenda 2024, ¿qué espera China?
En términos comerciales, la desaceleración no asusta a China y esto se pudo ver en 2023, año en el que redoblaron la apuestas en la feroz guerra por la dominancia del mercado de los microchips. Mientras tanto, en el año del Dragón, expandirán su producción de semiconductores con 18 nuevas plantas que buscarán contrarrestar las restricciones internacionales de Estados Unidos.
El mercado automotriz tuvo a China como claro dominador, desplazando a Alemania y Japón, llegando a fabricar 1 de cada 3 autos que circulan por el mundo, con una expansión productiva del mercado de vehículos eléctricos del 77,6% respecto a 2022.
China no dejó las relaciones exteriores sin nuevos acuerdos y logró expandir sus alianzas comerciales al sur de la línea del Ecuador, especialmente en Sudamérica y África. Además, potenciaron los BRICS, incorporando nuevos miembros a uno de los bloques económicos más importantes del mundo.
El 2024 será todo un desafío para China, que nunca se precipita y parece guardar en el plan de modernización una muestra de la paciencia que posee para llevar a cabo sus objetivos. ¿Podrá el año del Dragón ser favorable para el gigante asiático?