Nos acercamos, en pocos días, al final del 2023. Acabamos de iniciar un nuevo período gubernamental en nuestra vida democrática. Es imposible no poner énfasis en los buenos deseos para la administración que inicia esta gestión en tiempos tan complejos, ya que en ella va la buenaventura de todos los argentinos que habitamos este suelo.
Es difícil, cuando no imposible, encontrar un período de nuestra historia y, para ser justos, de cualquier Nación, donde no se encuentre un texto que se inicie con el consabido: “En estos tiempos de crisis...”. Sin embargo, por su propia definición la palabra crisis está acotada a un corto período de tiempo y no se ajusta precisamente a nuestras dificultades.
La realidad es que, si nos paramos solamente en la turbulencia de la violenta década del 70, veremos que nuestro país tenía entonces solo un 6% de pobreza y, desde allí, hemos escalado a una actualidad que nos acongoja a todos y a todos nos compromete a poner el hombro para que esta realidad cambie y reubique a nuestra Patria en el lugar que supo tener en el concierto de las naciones del mundo. Tiempos lejanos donde se discutía quién lideraría la América toda y la Argentina era la natural candidata a ese puesto.
Argentina, por su extensión, es el octavo país del planeta y su población roza los 46 millones de habitantes, pareciendo escasos ante tanta riqueza. Ausentes los problemas religiosos o raciales y con una constitución liberal que acepta a ciudadanos de todo el mundo que buscan mejores oportunidades, deberíamos sin dudas tener otro destino. Apoyados en un gigantesco y rico litoral marítimo sobre el Atlántico y poseedores de todos los climas y posibilidades para la agricultura y ganadería, fuimos durante docenas de años conocidos como el “Granero del mundo”, ese lugar que podría alimentar a 400 millones de personas. Ricos en minerales de todo tipo, también disponemos además de un patrimonio cultural y turístico notable.
Párrafo aparte merecen los numerosos compatriotas cuyas cualidades intelectuales son apreciadas en el mundo entero. Las nuevas posibilidades de la tecnología y la inteligencia artificial deberían transformarse en nuestro principal medio de subsistencia. Así lo demuestran a diario jóvenes exitosos en el mundo, creadores de “unicornios”, que lideran a grupos de trabajo y son requeridos por su cualidades y excelencia en las naciones más avanzadas para el desarrollo del futuro.
Las dos caras de la moneda
Obviamente, la contraparte de esta realidad tan auspiciosa de nuestras virtudes, choca con una pared de desolación que arrastramos hace muchas décadas y es responsabilidad de gobiernos de todo signo político. Una realidad que trasunta decadencia y pobreza, indigencia, grados desconocidos de inseguridad y un decaimiento feroz de nuestros niveles educativos, aquellos que supieron ser orgullo de nuestros antepasados y ejemplo para buena parte del mundo.
Somos conocidos en el mundo entero por nuestras individualidades y talentos múltiples, y también por ser el país de las infinitas oportunidades perdidas, muchas de ellas motivos de estudio y de libros de texto de universidades y seminarios. El costo de esas pérdidas las conocemos todos y los resultados de los caminos sinuosos y las ventajas oscuras para arribar a los objetivos deseados también. Entre otras defecciones no está ausente nunca la seguridad de tener siempre la razón, aún en la sinrazón. Esa grieta que no admite la discusión seria ni el intercambio de opiniones, sin que nazca el insulto y la descalificación.
Es más lo que nos une que lo que nos separa
No hay nada nuevo en estas pocas palabras, dichas con humildad y repetidas desde hace muchos años. La hacemos y la seguiremos haciendo en la certeza de que es mucho, pero mucho más lo que nos une que aquello que nos separa, también que la suma de voluntades para superarnos trae paz y felicidad a nuestra sociedad y, más aún, a los que menos tienen.
En el inicio de este nuevo ciclo institucional confiamos una vez más en nuestro país y en los valores que cargaron nuestros antepasados, muchos de ellos, desde condiciones mucho más desventajosas que las nuestras, pero con voluntad, honor y sentido de grandeza.
Trabajemos por ello y que la patria ¡viva!