Hamas, también conocido como el Movimiento de Resistencia Islámica, es una organización política y paramilitar sunnita nacida en 1987 en el contexto de la primera intifada, la rebelión palestina contra el Estado de Israel. Su principal precepto es la búsqueda de la destrucción de su vecino, a quien considera ilegítimo y un colonizador. Este concepto no pertenece solo a Hamás, pero sin dudas lo posiciona como un actor importante en la región.
Desde su creación, encarnó el mayor sentimiento de violencia palestino y provocó numerosos atentados y asesinatos en territorio israelí durante la década del 90 y principios del 2000. En enero de 2006, buscaron legitimar su organización y participaron de las primeras elecciones generales, en las que obtuvieron una victoria contundente frente Al Fatah, el partido más importante de Palestina y que gobierna el país a ojos de la comunidad internacional. Hamas se hizo con la mayoría absoluta parlamentaria con 76 escaños de 132, lo que implica un fuerte apoyo de las ciudades que componen la Franja de Gaza.
El triunfo electoral legitimizó y envalentonó a la organización, que acabaría tomando la administración de la Franja de Gaza por la fuerza, enfrentándose a la seguridad gubernamental. Desde ese entonces, Palestina se dividió en dos: la Franja de Gaza, dominada por Hamas, y Cisjordania, gobernada por el presidente Mahmud Abás, principal figura de Al Fatah.
Con territorio propio, Hamas intensificó la frecuencia y violencia de sus ataques durante la última década, con el objetivo de lograr la caída de Israel. Finalmente, el 7 de octubre de 2023, la violencia se agudizó al extremo con el comienzo de la guerra y la visibilización de un conflicto que antes parecía mantenerse en actos aislados de terrorismo.
El rol de Irán y Hezbollah en la guerra
La situación económica, social y política de Palestina convierte el poder de fuego de Hamas en algo llamativo, y pone en duda que su accionar sea solitario. Desde hace tiempo, se presume que el grupo contó además con el entrenamiento de Hezbollah en Siria y El Líbano. Esta agrupación libanesa presenta similares características a la de Hamas y mantiene una estrecha relación con el régimen de Teherán.
La formación apuntó a dotarla de cierta independencia para desarrollar su propio arsenal de misiles y armamento. Según Ali Baraka, jefe de Relaciones Nacionales en el Extranjero de Hamás, cuentan con fábricas locales con independencia de agentes externos.
El poder de fuego, que llegó a vulnerar en varias ocasiones el Domo de Hierro, se traduce inevitablemente en una campaña para convocar adeptos. Según diversas fuentes, Hamas cuenta con entre 15.000 y 20.000 miembros, mientras que Israel eleva la cifra a 30.000 y la organización afirma tener 40.000.
Por otra parte, la calidad del arsenal no tardó en evolucionar. Su alcance de ataque con cohetes aumentó de 40 kilómetros en 2008 a 230 kilómetros en 2021, con la capacidad de alcanzar ciudades importantes del Estado de Israel. Morteros, ametralladoras, cohetes Qassam, Badr, Fajr 5, R-160, cohetes Ayyash, flota de drones y misiles antitanque Kornet componen los recursos armamentísticos de Hamás.
El apoyo financiero de Irán también sirvió para fortificar la Franja de Gaza a través de tres divisiones de las Brigadas Al Qassam, y tres líneas de defensa que hoy explican la duradera resistencia a la ofensiva de Israel.
De esta forma, se evidencia que no es casual ni novedosa la postura iraní frente al Estado de Israel y sus aliados, así como tampoco su interés por el éxito de la organización sunnita en su cruzada.