Video: Pilotos argentinos, misiles Exocet y la pérdida logística más grande para los ingleses en la Guerra de Malvinas

El 25 de mayo de 1982, la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque de la Armada Argentina hundió al buque Atlantic Conveyor, unidad que transportaba carga fundamental para la logística británica durante el conflicto. El recuerdo de Roberto Curilovic, uno de los pilotos que protagonizó la misión

Hace más de cuatro décadas, en el corazón del Conflicto del Atlántico Sur, un grupo de pilotos argentinos, integrantes de la Segunda Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque de la Armada Argentina, liderada por Jorge “Pity” Colombo, se enfrentó a una de las flotas más grandes e importantes del mundo. Su participación se tradujo en el hundimiento de dos buques y en el ataque al portaaviones HMS Invencible (hasta el día de hoy negado por los ingleses). Contaban con armamento clave: los misiles Exocet.

El blanco: un buque logístico

Uno de los hundimientos se concretó durante la misión llevada adelante el 25 de mayo de 1982. Ese día, los pilotos de la Armada escribieron un capítulo legendario para la aviación naval argentina, cambiando el rumbo de la guerra y desafiando todas las probabilidades.

“Para la escuadrilla fue una experiencia realmente extraordinaria. Nuestro mayor temor era que no funcionase el sistema y no poder cumplir con la misión por esa causa. Justamente, ahí reside el mérito de los mecánicos e ingenieros que trabajaron en el anonimato y no son reconocidos. El piloto tiene el mérito de llegar al lugar, lanzar el misil, volver. Y, como en la Fórmula 1, le dan la copa y la medalla, mientras el resto aplaude”, cuenta el Veterano de Guerra de Malvinas y capitán de navío retirado Robero Curilovic, “Toro” de acuerdo a su indicativo de vuelo.

Los Exocet: entre el embargo y el profesionalismo de los militares argentinos

En la Guerra de Malvinas, los Exocet fueron considerados los misiles más avanzados con los que contaba Argentina. Pero antes de aquel momento solo habían sido probados en su fábrica francesa.

“Es un arma inteligente porque le indicás a dónde debe ir y luego corrige para encontrar el blanco. Por eso era la indicada para ser usada en escenarios de aguas abiertas, donde la performance de los buques es mayor. Pero solo teníamos cinco misiles y cinco aviones, así que desarmamos un Super Etendard para llevar como repuesto para los otros”. Un factor a tener en cuenta: Argentina no llegó a recibir la totalidad de la compra ya que, una vez iniciada la Guerra, existió un embargo por parte de Francia.

Durante la Guerra de Malvinas, el Atlantic Conveyor tuvo un rol fundamental para la logística británica (Archivo DEF)

“El presidente francés informó a Thatcher que no íbamos a poder usarlos”

Curilovic subraya que se trató de la primera vez que se lanzaron y hundieron buques con misiles aire-mar. “No sabíamos si iban a funcionar, no teníamos la certeza. De hecho, el entonces presidente francés (François Mitterrand) le informó a Margaret Thatcher que no íbamos a poder usarlos. Para ellos no estábamos en capacidad de hacerlo. Lo que logramos, realmente, fue una demostración de que sí estábamos en capacidad. Pudimos poner el sistema en funcionamiento y con eficiencia absoluta”, agrega.

Un detalle: a la hora de diagramar la operación, se determinó que la probabilidad de alcanzar un blanco era alta, más aún si se lanzaban dos misiles. Entonces, los aviones y pilotos se organizaron en secciones lógicas, con el comandante liderando al piloto menos experimentado. La primera misión fue encabezada por el Comandante Jorge Colombo. Pero, debido a inconvenientes técnicos tuvieron que regresar. La segunda misión despegó el 4 de mayo y resultó en el hundimiento del HMS Sheffield.

“Estábamos preparados profesionalmente. Después del hundimiento del 4 de mayo, el almirante inglés Sandy Woodwar desplazó bien hacia el este a la fuerza porque supieron que a nosotros los misiles nos funcionaban. Se pusieron lejos. Con lo cual, para llegar, necesitábamos reabastecimiento en vuelo. En nuestro caso fueron dos: uno de ida y otro de vuelta, porque no teníamos combustible para el regreso a Río Grande”, comenta Roberto.

El ataque: “Teníamos que enganchar los dos el mismo blanco”

La última misión fue la del ataque al portaaviones HMS Invencible. En el medio, el 24 de mayo de 1982, Curilovic subió a un Super Etendard: tenían que atacar a la flota británica.

Pero, ¿cómo era volar el Super Etendard en el medio de una Guerra?: “Teníamos un sistema de navegación inercial y seguridad en la navegación. Íbamos a un punto determinado. Teníamos que exponernos, salir y emitir con nuestro radar para saber que estuviesen los buques en el lugar. Ahí, de acuerdo a la distancia en la que estábamos, teníamos que enganchar los dos al mismo blanco –como habíamos combinado- y, dentro de la distancia de tiro de lanzamiento, ejecutábamos el lanzamiento del Exocet”, relata Curilovic, al tiempo que explica que para él era una especie de duelo de vaqueros: “Quien disparaba primero volteaba al otro”.

"Nuestro mayor temor era que no funcionase el sistema y no poder cumplir con la misión por esa causa. Justamente, ahí reside el mérito de los mecánicos e ingenieros que trabajaron en el anonimato y no son reconocidos", señala Curilovic (Gentileza Roberto Curilovic)

Atlantic Conveyor: hundido

Los pilotos de la Armada eran conscientes de que, en la fuerza de tareas inglesa, los buques capitales, como los de transporte o portaaviones, eran resguardados por otros destructores ubicados alrededor. “Entonces, cuando se realiza el ataque, primero te encontrás con los buques de la cortina. Llegar al núcleo es difícil. Con lo cual, para nuestra misión, decidimos entrar por un lugar que jamás hubiesen esperado. Ellos esperaban que fuéramos por Río Grande, en dirección sudoeste, y nosotros fuimos por noroeste. Dimos toda la vuelta, hicimos un reabastecimiento en vuelo, y entramos por un lugar donde no estaba la cortina. Llegamos a los buques del núcleo y pudimos lanzar sobre los blancos más grandes”, dice Curilovic sobre el momento del impacto.

Tras el ataque, los pilotos Curilovic y el entonces teniente de navío Julio Barraza salieron rasantes. La noche ya había caído y las condiciones nocturnas dificultaban el vuelo. Debían tomar una decisión. “Consulté con el avión tanque para saber si estaba en zona. Por eso destaco siempre, el esfuerzo y abnegación de dos aviones de la Fuerza Aérea KC-130 que siempre estuvieron atentos al regreso de todos los pichones que estaban dando vuelta”, dice sobre el momento clave en el que aseguraron el regreso a Río Grande.

“Cuando aterrizamos no veíamos absolutamente nada porque había oscurecimiento. Pero cuando bajamos, rodando con los aviones, se abrió la puerta del hangar, se vio la luz y aparecieron los mecánicos a recibirnos”. Normalmente nosotros volábamos hora y media, aproximadamente. Pero aquella misión nos llevó cuatro horas y eso los llevó a pensar que no íbamos a volver. Por eso, cuando vieron las luces de los aviones aproximándose hubo algarabía. La misión se había cumplido y la carrera, en este caso, la habíamos ganado”.

El 25 de mayo, día patrio, Argentina hundió un buque logístico vital para los británicos.

"Que quede bien claro: los únicos héroes de este conflicto son los 649 que no regresaron. El resto de nosotros cumplimos con lo que teníamos que hacer", afirma Curilovic (Fernando Calzada)

La reacción británica y la relevancia del hundimiento

Cuenta Curilovic que durante el ataque les lanzaron seis misiles superficie-aire desde el portaaviones Invencible “con bastante mala fortuna”. Para él, eso reflejó la confusión que había generado el ataque de los Super Etendard: “Hasta bajaron un helicóptero propio que estaba haciendo cortina antisubmarina. Lanzaron una patrulla de dos Sea Harriers, pero ya era tarde para interceptarnos. De manera que el vuelo había sido sencillo”.

El ataque al Atlantic Conveyor tuvo un relevante impacto para las fuerzas enemigas. “Fue un error británico -dicho por sus propios jefes logísticos- el haber puesto tanta carga en un mismo buque que, además, estaba expuesto a un ataque misilístico como el que ocurrió”, comenta “Curi”. Cuando fue hundido, el buque transportaba aviones Sea Harrier y helicópteros de transporte, entre otros pertrechos. “La idea británica era, producido el desembarco en San Carlos, hacer todo un movimiento helitransportado hasta proximidades de Puerto Argentino, llevando tropa y armamento. Pero perdieron 11 helicópteros en el Conveyor y eso significó que tuvieran que caminar para llegar. Eso es destacable, tuvieron que hacer un cambio importante. Y, el hundimiento, fue considerado la pérdida logística unitaria, o sea todo concentrado en un mismo lugar, más grande en la historia de las operaciones británicas. Perdieron todo el material para las fuerzas que estaban en tierra”, reforzó el piloto militar.

“Tenés la obligación de agradecer haber regresado”

Al regresar, en palabras de Curilovic, “Uno tiene la obligación de agradecer haber regresado”. Es ahí -dice- cuando el piloto puede, recién, pensar en la familia que, en el caso de ellos, estaba lejos.

“El conflicto puede tener varias miradas. Como militar, te digo que fue un desafío importante enfrentarte a la tercera flota o potencia en el mundo, apoyados por los Estados Unidos. Con lo cual, era como pelear con un elefante demasiado grande”, reflexiona, al tiempo que concluye: “Lo importante, y que quede bien claro: los únicos héroes de este conflicto son los 649 que no regresaron. El resto de nosotros cumplimos con lo que teníamos que hacer. Con satisfacción cumplimos con el juramento de defender la bandera”.

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