Con una economía en pleno crecimiento y una presencia internacional cada vez más fuerte, la India está viviendo un momento de gran exposición. El éxito de la misión Chandrayaan-3, que hace apenas una semana logró alcanzar el polo sur de la Luna, reafirma la confianza de Nueva Delhi. De acuerdo con las proyecciones de las consultoras S&P Global y Morgan Stanley, el país asiático se convertirá en la tercera economía del planeta en 2030. Y, 45 años más tarde, según vislumbra Goldman Sachs, superará a EE.UU. y se ubicará en la segunda posición, con un PBI mayor a los 52.000 millones de dólares.
“Hoy, la India es la economía más grande y de más rápido crecimiento en el mundo”, aseguraba, orgulloso, su primer ministro Narendra Modi, en una columna de opinión al asumir la presidencia del G20, en diciembre de 2022. En un tiro por elevación a los centros del poder mundial, el premier aseguraba: “Nuestras prioridades se definirán en consulta no solo con nuestros socios del G20, sino también con nuestros compañeros de viaje en el Sur Global, cuya voz a menudo no es escuchada”.
En ese sentido, Modi acaba de reclamar la incorporación de la Unión Africana como miembro permanente y ha invitado a la Cumbre, que se celebrará la próxima semana en Nueva Delhi, a los presidentes de Nigeria y de Egipto y a los primeros ministros de Bangladesh y de las islas Mauricio, entre otros participantes especiales.
UNA POLÍTICA EXTERIOR VERSÁTIL
La política exterior de la India, moldeada por el canciller Subrahmanyam Jaishankar, pretende liberar al país de cualquier tipo de encasillamiento o grieta ideológica. En un “mundo más nacionalista”, su objetivo es “conseguir la mayor cantidad de beneficios posible de los múltiples vínculos” que su país entable con otras naciones. Tal como señala en su libro The India Way, la prioridad es “la defensa de sus intereses nacionales, identificando y explotando las oportunidades generadas por las contradicciones globales”.
Las últimas giras en el exterior del premier Narendra Modi son una muestra práctica de esos principios. En junio pasado, fue recibido con bombos y platillos en Washington, en una reafirmación del sólido vínculo con EE. UU. Desde 2007, India es parte del Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (Quad), junto a EE. UU., Japón y Australia. Un reflejo de esa alianza en el plano militar es el ejercicio naval Malabar, que se desarrolla anualmente y cuya edición 2023 tuvo lugar en la costa oriental australiana.
Un mes más tarde, se llevó a cabo en formato virtual la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái, liderada por China y Rusia e integrada originalmente por otros cuatro países centroasiáticos de la ex Unión Soviética. India fue admitida como miembro pleno en 2017, junto a Pakistán. A ellos se acaba de sumar Irán.
Finalmente, en agosto, Modi participó en Durban de la XV Cumbre de los BRICS, donde convergen Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica y que acaba de aceptar como nuevos miembros a la Argentina, Arabia Saudita, Egipto, los Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán. En su último discurso ante los jefes de Estado y de gobierno del bloque, Modi aseguró que el Sur Global –al que los BRICS afirman representar– “no es solo un término diplomático, sino que representa la historia compartida de estos países en contra del colonialismo y el apartheid”, y dijo que esa es hoy “la base a partir de la cual las relaciones internacionales están siendo reconfiguradas”.
Al poner en perspectiva la versatilidad de la política exterior de Nueva Delhi, el secretario del Departamento de Asia y el Pacífico del Instituto de Relaciones Internacionales (IRI) de la Universidad Nacional de La Plata, Ezequiel Ramoneda, señala que India persigue su “autonomía estratégica” y busca “hacer valer su peso internacional tanto desde el punto de vista geográfico como demográfico, económico y político”, sin alinearse automáticamente con ningún actor del sistema internacional.
ABANDERADO DEL SUR GLOBAL
De cara al G20, el ministro de Relaciones Exteriores, Subrahmanyam Jaishankar, aseguró que su país está conduciendo la presidencia del grupo con un “enfoque auténticamente global” y que aspiran no solo a escuchar a los Estados que participarán del evento, sino también a ser “la voz de las 125 naciones que no estarán presentes”. Un caso concreto es el de los países en desarrollo que afrontan crisis en el pago de su deuda externa. Al respecto, la ministra de Finanzas de la India, Nirmala Sitharaman, abogó por nuevos caminos para “coordinar la reestructuración de las deudas de países con bajos ingresos e aquellos de medios ingresos” que se encuentran en esa condición, que eventualmente podrían incluir a la Argentina.
Además de la participación de distintas organizaciones multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo, a esta Cumbre del G20 han sido invitadas la Alianza Solar Internacional –cofundada por India y Francia en 2015– y la Coalición en favor de Infraestructuras Resilientes a los Desastres –creada en 2019–, ambas con sede en Nueva Delhi. En este último frente, el país anfitrión también constituyó, en el marco de su presidencia, el Grupo de Trabajo para la Prevención de Riesgos de Desastres.
El próximo 9 y 10 de septiembre, todos los reflectores estarán puestos en la India, el país del momento, con una influencia creciente en los asuntos que hacen a la gobernanza de un planeta cada vez más turbulento.