Centro de Protonterapia: una infraestructura clave que ubica a la radioterapia argentina en la élite mundial

El proyecto de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) permitirá brindar tratamientos con las más avanzadas técnicas de radioterapia. Será la primera infraestructura de su tipo en un país en vías de desarrollo y se calcula que permitirá atender anualmente entre 1500 y 1700 pacientes. DEF visitó las obras en el barrio porteño de Agronomía, donde fue recibido por el doctor Gustavo Santa Cruz, gerente de Aplicaciones Nucleares a la Salud de la CNEA

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Maqueta del Centro Argentino de
Maqueta del Centro Argentino de Protonterapia, que será la primera infraestructura de su tipo en Latinoamérica (Fernando Calzada)

Fiel a su historia de audaces apuestas y desarrollos de punta en el sector nuclear, la Comisión Nacional de Energía Atómica avanza en una infraestructura clave para nuestro sistema de salud: el Centro Argentino de Protonterapia. Ubicado en terreno aledaño al antiguo bioterio del Instituto de Oncología “Ángel H. Roffo”, este moderno edificio contará con cuatro plantas y 8000 metros cuadrados de superficie cubierta. Será el primero de su tipo en América Latina y en el mundo en desarrollo en general, y su construcción está a cargo de INVAP. Tras una parálisis obligada durante la pandemia, en 2021 las obras retomaron su impulso y hoy avanzan a un ritmo sostenido, con el objetivo de habilitar el área de radioterapia convencional a fines de este año y poner en marcha el resto de las instalaciones hacia junio de 2025.

Si bien allí se brindará todo tipo de tratamientos oncológicos utilizando equipos de última generación, la mayor innovación serán las dos salas de protonterapia, una técnica que brinda una precisión milimétrica en el tratamiento de determinados tumores, como los pediátricos, los del sistema nervioso central, los resistentes a la radioterapia estándar, los que se encuentran ubicados en las proximidades de órganos sensibles como el corazón, y aquellos no operables ubicados en la cabeza o el cuello, entre otras patologías. El modernísimo centro, de primer nivel mundial, dispondrá también de ochos laboratorios distribuidos en dos plantas.

El brazo robótico para cirugía
El brazo robótico para cirugía Cyberknife (Fernando Calzada)

RADIOTERAPIA DE MAXIMA PRECISIÓN

La protonterapia es una modalidad de radioterapia relativamente nueva, que comenzó a difundirse clínicamente a partir de la década de 1990. Entendida en general, la radioterapia utiliza el efecto citotóxico que tiene la radiación -es decir, la destrucción de células cancerosas- para controlar los tumores. Tal como precisa el doctor Gustavo Santa Cruz, gerente de Aplicaciones Nucleares a la Salud de la CNEA, la “regla de oro” es “controlar el tumor y mantener un cierto nivel de tolerancia para evitar la toxicidad en los tejidos sanos, de manera de poder manejar los efectos adversos en el paciente”. Se trata, en definitiva, de una ecuación costo-beneficio que debe manejarse con mucha precaución.

Para ilustrar cómo funciona en términos prácticos, elige una metáfora militar: se trata de “una suerte de estrategia de artillería, en la que se combinan la puntería y el calibre”. Siguiendo con esta analogía, señala, algunos de estos tratamientos pueden tener “muy buena puntería utilizando proyectiles de bajo calibre”, mientras que otros pueden conseguir “una menor puntería pero con proyectiles más pesados”. ¿Cuáles serían esos “proyectiles”? “Las partículas subnucleares, nucleares y atómicas; es decir, electrones, protones, neutrones y núcleos livianos, que deben ser movidos para maximizar la puntería”, responde.

El gerente de Aplicaciones Nucleares
El gerente de Aplicaciones Nucleares a la Salud de la CNEA, Gustavo Santa Cruz, el principal responsable del proyecto (Fernando Calzada)

A la hora de diferenciar la protonterapia de la radioterapia convencional, precisa que esta última está basada en fotones que atraviesan el cuerpo. Hoy en día, para obtenerlos, se recurre a “aceleradores lineales”, equipos cuya función es la de acelerar los electrones; estos chocan contra un blanco de tungsteno y generan rayos X de altas energías. “Una vez que estos entran en el cuerpo o en un material determinado, producen electrones que son los que suministran la dosis”, añade Santa Cruz. Estos últimos funcionan como “balines” y, por eso, “es necesario utilizar una gran cantidad para ejercer un grado de control importante sobre el tumor”.

Los protones, en cambio, tienen una masa 2000 veces superior a la de los electrones y su acción puede equipararse con la de las “balas de cañón”. Dadas su dimensiones, este tipo de tratamiento, conocido como “protonterapia”, requiere de instalaciones con una tecnología más compleja y equipos de un volumen y peso considerables, lo que encarece sus costos. “Hay múltiples cuestiones que uno tiene que tener en cuenta para que los protones lleguen al paciente con la energía y con el tamaño de haces apropiados”, dice Santa Cruz. Aclara que se trata de “partículas cargadas con campos magnéticos que pueden ser movidos para lograr distinta intensidad, a fin de actuar sobre el volumen tumoral con la mejor conformación de dosis posible”.

El gerente de Aplicaciones Nucleares a la Salud de la CNEA explica que, a diferencia de la radioterapia estándar con rayos X -que puede alcanzar como máximo los 3 o 4 centímetros de profundidad-, “los protones ingresan al tejido hasta 32 centímetros y entregan una dosis baja al comienzo, que adquiere gran intensidad al final de su trayectoria”. Es lo que se conoce como “pico de Bragg”. ¿Qué significa? Tal como nos indica Santa Cruz, “los protones entregan toda la dosis de golpe y luego se frenan”. En esta clase de tratamiento, la estrategia es “mejorar la artillería utilizando proyectiles 2000 veces más pesados”.

El tomógrafo PET es otro
El tomógrafo PET es otro de los equipos con los que contará el futuro Centro de Protonterapia (Fernando Calzada)

EL CICLOTRÓN, LA ESTRELLA DEL NUEVO CENTRO

Entre los modernos equipos con los que contará el nuevo centro, cabe destacar el ciclotrón Proteus Plus, que pesa 230 toneladas, tiene unos 4,5 metros de diámetro y fue provisto por la empresa belga Ion Beam Applications (IBA). Se trata de un acelerador de partículas que produce haces de protones. Tal como ilustra el responsable del proyecto, “el ciclotrón es una especie de palangana que concentra protones que giran en órbitas elípticas”. Se obtienen a partir de hidrógeno ionizado y son acelerados a través de campos eléctricos. El resultado son protones de muy altas energías, que se mueven a dos tercios de la velocidad de la luz y, al frenarse, generan neutrones, lo que exige una protección especial en todo su entorno. Eso explica por qué el edificio cuenta con un blindaje de casi 4,5 metros de hormigón.

Para el tratamiento de pacientes, según la profundidad a la que se encuentre el tumor, la energía de los protones puede ser degradada a través de una máquina que funciona como una “rueda giratoria” con espesores de distintos materiales. El colimador permite homogeneizar la trayectoria de los protones para obtener un haz delgado. Luego de desechar los que no sirven a los fines del tratamiento; los protones ya purificados y monoenergéticos deben ser trasportados hacia los gantries, unas estructuras metálicas de unas 110 toneladas de peso y 11 metros de diámetro. Allí se encuentran los electroimanes que, con una precisión milimétrica, tuercen la trayectoria del haz de protones para hacerlo incidir en la superficie del tumor. Por medio del cabezal, ubicado al final del gantry, es posible mover y cambiar la intensidad del haz de protones, antes de comenzar a aplicarlo sobre el paciente.

En diciembre de este año,
En diciembre de este año, se espera la habilitación de la primera sala para tratar pacientes con radioterapia convencional (Fernando Calzada)

Además de los dos gantries, ubicados en las respectivas salas de tratamiento, el centro estará dotado de un Laboratorio de Investigación y Desarrollo en Protonterapia (LAIDEP), con ocho espacios para abordar desde investigaciones básicas en radiobiología hasta cuestiones más complejas, como la calificación de electrónica satelital, lo que será de gran utilidad para nuestra industria espacial. La construcción de esta área responde a la siguiente lógica: como el tiempo total del tratamiento de un paciente es de 30 minutos y solo 4 minutos corresponden al haz de protones, es posible administrar los 26 minutos restantes y aprovecharlos para los trabajos en el LAIDEP.

El Centro Argentino de Protonterapia está en pleno avance y los trabajos no se detienen: las obras civiles ya están ejecutadas en un 90 por ciento. En los próximos meses, se planea la creación de una fundación sin fines de lucro conformada por la CNEA y la Universidad de Buenos Aires (UBA), que tendrá a su cargo la gestión de esta moderna infraestructura. Una vez en funcionamiento, permitirá ampliar el polo de atención clínica e investigación médica oncológica ubicado en la intersección de las avenidas Nazca y San Martín, donde actualmente funcionan el Instituto “Ángel H. Roffo”, de la UBA, y la Fundación Centro de Diagnóstico Nuclear (FCDN), de la CNEA.

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