Mantener operativa la pista y brindar todo el soporte necesario para el servicio de control aéreo es una de las responsabilidades principales de quienes están a cargo del aeródromo de la base Marambio, que funciona como la puerta de entrada argentina a la Antártida. Las tareas de los hombres y mujeres que allí trabajan, en un clima tan hostil, activos durante los 365 días del año, y a miles de kilómetros de sus hogares, son fundamentales para la construcción del sentido de soberanía argentina. En el informe de DEF, te brindamos los detalles.
UN TRABAJO EN CONDICIONES CLIMÁTICAS EXTREMAS
La cabo principal Dorina Echeverría, controladora de tránsito aéreo, nos cuenta que su función es encargarse de dirigir el tránsito aéreo de forma ordenada, rápida y segura dentro de un espacio aéreo de jurisdicción, brindando a los pilotos autorizaciones e informaciones necesarias con el fin de prevenir colisiones entre otra aeronave o algún obstáculo.
Por su parte, el capitán Fabio Vasek, jefe del aeródromo de la base Marambio, nos explica que brindan también servicios de señalamiento y servicio de control de aproximación, y añade que, en el aeródromo, el movimiento de superficie en el lugar es bastante intenso, ya que la mayor parte de la actividad se realiza a través de la carga y descarga de materiales, provisiones, combustibles con los vehículos que provee la base.
El mantenimiento de la pista, que es de permafrost, una capa de suelo permanentemente congelado, y el servicio de señalamiento al que hace referencia Vasek son muy importantes, dadas las condiciones meteorológicas hostiles, las cuales son extremadamente importantes para el arribo o para el despegue de una aeronave.
Noemí Troche, pronosticadora del Servicio Meteorológico Nacional, explica que el servicio cuenta, en este momento, con seis estaciones meteorológicas ubicadas en cada una de las bases antárticas permanentes, esto es Belgrano II, Orcadas, San Martín, base Carlini, base Esperanza y base Marambio.
Agrega, además, que el clima en la Antártida es muy extremo y cambia muy rápidamente. Por lo tanto, hay que estar muy atentos a los distintos fenómenos significativos que se desarrollan en el área. Un fenómeno típico es el “capuchón”: debido a la geografía de la base Marambio, que está ubicada a 200 metros sobre el nivel del mar, se forma una niebla circundante a la isla y se genera una especie de capuchón, el cual reduce la visibilidad y el techo, o sea, la altura de la nubosidad baja a menos de 20 metros, con lo cual las operaciones de aeronaves no pueden llevarse a cabo.
El capitán Vasek cuenta que el señalamiento es muy importante y que no solo lo realizan con un balizamiento móvil de la pista en su totalidad. La pista nuestra tiene 1208 metros de prolongación por un ancho declarado de 40 metros. Añade que los extremos dos, tres y cero cinco están señalizados con palés pintados de color naranja flúor que le permiten a la nave orientarse con la pista cuando ya realiza la aproximación final, con la particularidad de que, en esta pista, no tienen eje.
Por ende, para los pilotos, el arribo a esta estación es una cuestión bastante compleja y una acción que los sorprende. Muchas veces, llegan a pista sin posibilidades de ver el eje, y simplemente se guían por los extremos de pista y por los bordes señalizados con el balizamiento móvil.
ORGULLO, CAMARADERÍA Y VÍNCULOS INDESTRUCTIBLES
La cabo principal Echeverría contó a DEF que está “muy orgullosa, primero y principal por ser mujer y poder haber alcanzado este puesto, que es muy anhelado por mucha gente”. Agradece, asimismo, a sus compañeros por su solidaridad y espíritu de cuerpo. Se genera una camaradería muy fuerte por el hecho de que todos viven lo mismo, extrañan a la familia, pasan frío y se contienen entre sí. “Si alguien tiene algún problema, siempre está el otro prestando el oído, dando un abrazo y compartiendo algo para comer”, sostiene emocionada.
En el mismo sentido, Noemí Troche explica que vivir en la Antártida crea vínculos que son muy difíciles de romper, aun con el paso del tiempo. Y que, si bien uno no tiene contacto con la gente con la cual hibernó o intercambió unos mates o una comida, existe ese lazo entrañable que se vivió durante una campaña antártica.
Para finalizar, Vasek cuenta que él también está muy orgulloso. “Como argentinos, nosotros podemos estar acá haciendo soberanía, pisando este Continente Blanco y demostrándoles a los demás que estamos capacitados para hacer un montón de cosas, como el sostenimiento público en un ámbito tan hostil”, completa.
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