Incendios forestales: las claves del sistema rionegrino de lucha contra el fuego, en la voz de sus protagonistas

Con más de tres décadas de experiencia, el Sistema de Prevención y Lucha contra los Incendios Forestales (SPLIF) de la provincia de Río Negro tiene a su cargo una enorme responsabilidad. Con la pasión propia que exige este trabajo, sus protagonistas conversaron con DEF acerca de la preparación, la capacitación y las medidas necesarias para prevenir estos incidentes en una de las áreas boscosas más importantes del país

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En el mes de abril
En el mes de abril de 1987, la provincia de Río Negro creó el Servicio de Prevención y Lucha contara incendios forestales (SPLIF) (Fernando Calzada)

En el mes de abril de 1987, la Provincia de Río Negro creó el Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales (SPLIF). Fue una respuesta a la necesidad de proteger los bosques provinciales en territorio rionegrino, fuente de un importante ingreso económico proveniente del turismo que año a año visita sus centros de esquí y turísticos.

Esta provincia cuenta en su territorio el Parque Nacional Nahuel Huapi, el lago homónimo y uno de los centros turísticos más importantes de América Latina: la ciudad de San Carlos de Bariloche. Esta riqueza natural exige contar un sistema de protección de sus masas forestales, siempre amenazadas por su principal enemigo: el fuego. Las primeras experiencias nacieron a principios de los ochenta, cuando un conjunto de organizaciones más pequeñas comenzó a dedicarse extinción de los incendios forestales. Así llegamos a la actualidad, con el SPLIF como principal responsable de gestionar las crisis ígneas que se presentan cada vez con mayor asiduidad, dado el impacto del cambio climático y la actitud imprudente de muchos turistas.

HISTORIAS PIONERAS

A la hora de relatar la historia, hay pocas personas más informadas que Silvia Aguilera, quien a los 14 años entró en la brigada de incendios denominada “Los Lagartos”, compuesta exclusivamente por jóvenes voluntarios. “El mayor problema en ese momento eran los incendios forestales; no surgían demasiados problemas de infraestructura porque no había tantas viviendas adentro del bosque como ahora”, recuerda. Y relata que entonces contaban para su trabajo solo con pala, machete, picotas y hachas, hasta que más adelante incorporaron la mochila de espalda que tenía una capacidad de 20 litros. Si bien fue un adelanto, la realidad es que su estructura rígida dificultaba los movimientos y era pésima para la espalda. Finalmente, esas mochilas fueron reemplazadas por unas de material flexible. “Con todo ese pesado equipamiento, subíamos al cerro Otto y caminábamos hacia el incendio”, cuenta esta pionera.

Silvia Aguilera fue la primera
Silvia Aguilera fue la primera brigadista de incendios en el SPLIF y acaba de jubilarse, después de 21 años de servicio. Hoy se desempeña como radio operadora (Fernando Calzada)

En cuanto a la manera de gestionar los focos de incendio, explica que las estratégias implementadas no incluían el agua en primera instancia. El procedimiento consistía en tirar tierra sobre las llamas, trazar una línea con el machete de modo de aislar todo y, por último, terminar el trabajo de apagado con agua. La cuota capacidad de la mochila puede parecer escasa, pero 10 compañeros con 20 litros cada uno y sabiéndolos utilizar son muy eficientes en esta lucha”. Más adelante, continúa, fueron evolucionando, incorporaron camionetas y después un camión gigante para abastecerlas.

Silvia fue la primera mujer brigadista de incendios en el SPLIF y acaba de jubilarse como bombero (“un hobbie que tuve toda la vida”, aclara) después de 21 años de servicio. Hoy se desempeña como radio operadora, cargo que le gusta porque le permite “estar al tanto de todo lo que ocurre”. Consultada acerca de las diferencias entre los distintos operadores del sistema, explica que brigadista es el que combate exclusivamente los incendios forestales, mientras que el bombero es el quien atiende las emergencias que hay en el centro de la ciudad: incendios de estructura, casas, accidentes de tránsito, rescate de animales, incendios vehiculares y asistencia a accidentes caseros, entre otros. “Ambas tareas tienen las mismas complejidades. La diferencia clave es que el bombero es voluntario y el brigadista es un trabajo remunerado”, completa.

En cuanto al trabajo en sí, algo que los distingue es el impacto de los factores meteorológicos en el desarrollo de las tareas. “Los bomberos combaten un incendio confinado dentro de una estructura, mientras que los brigadistas se ven afectados por determinadas condiciones como el viento, la humedad, la cantidad de vegetación, etc.”, sostiene el jefe de brigada Leandro Valerio, oriundo de Comodoro Rivadavia.

Si bien es un trabajo que exige una gran aptitud física, todos los entrevistados coinciden en que las diferencias de género no son relevantes. “Si bien existen diferencias, hombres y mujeres deben pasar las mismas evaluaciones y se desempeñan igual. En el campo somos todos uno”, manifiesta Nelson Leal, jefe de Operaciones del SPLIF.

Los operadores del SPLIF advierten
Los operadores del SPLIF advierten que el factor humano es el principal responsable de los incendios, ya sea por intencionalidad o negligencia (Fernando Calzada)

LA IMPORTANCIA DE LA PREVENCIÓN

Según afirman los especialistas, fue necesario que se perdieran miles de hectáreas por el fuego para que la gente comenzara a tomar conciencia. Por ello, una parte importante de la tarea del SPLIF está orientada a la concientización y en la Central hay un área específica dedicada al tema. “Con la experiencia nos dimos cuenta de que hay que poner el foco en las escuelas, porque son los chicos los que educan a los padres en estas cuestiones, como ya ocurrió con la basura en la calle, por ejemplo. Incluso se realizó un estudio que concluyó que tercer y cuarto grado son los años durante los cuales se logra un mayor impacto en los niños”, afirma Leandro Valerio.

Otro aspecto de la prevención son los planes de contingencia que maneja la protección civil. Es fundamental también, en una geografía tan difícil, la capacitación de los vecinos. “No se trata de cuánta agua se tiene, porque podés contar con un camión con miles de litros, pero ¿cómo la llevás arriba del cerro?”, se pregunta Valerio. Para mejorar la concientización visitan los barrio, se reúnen con los vecinos para dar recomendaciones, explicarles la importancia de limpiar los terrenos o de evitar la quema de residuos y qué hacer ante un siniestro. Sin embargo, ninguna planificación puede garantizar el éxito ya que “hay muchas personas que se niegan ante un evento a abandonar lo poco que tienen y es casi imposible sacarlos”. De todos modos, aclaran, los planes determinados no pudieron ponerse a prueba debido a que hace muchos años que no hay un incendio importante dentro del eje urbano o en una zona muy poblada”.

Consultados acerca de los factores desencadenantes de los incendios forestales, Nelson Leal revela que el factor humano, ya sea por intencionalidad o negligencia, es el principal responsable de los incendios,. “El asadito en zonas no habilitadas, las colillas de cigarrillo o la quema de residuos forestales o domiciliarios son determinantes. Puede ser que esporádicamente caiga un rayo o que se incendie un pastizal seco, pero es muy difícil que se produzca un foco de incendio sin intervención humana”. Por esa razón, entre las recomendaciones básicas insisten en que, si se quiere pasar un día de campo o disfrutar del lago, hay que evitar hacer fuego en el lugar y se sugiere a los visitantes que lleven sándwiches y un termo para el agua caliente. “La mayoría ya lo sabe; sin embargo, hay gente que sigue ignorando esta realidad”, se queja.

En la central del SPLIF
En la central del SPLIF hay entre 60 y 70 brigadistas que se organizan en guardias de cerca de 15 personas que cubren las 24 horas del día (Fernando Calzada)

UN TRABAJO DE RIESGO

En la Central del SPLIF en San Carlos de Bariloche, hay entre 60 y 70 brigadistas que se organizan en guardias de cerca de 15 personas cada una que cubren las 24 horas del día. Todos están enamorados de la tarea que desempeñan. Leandro Valerio confiesa que “al principio lo veía como un trabajo, pero después pasó a ser una necesidad. La adrenalina, el hecho de saber que podés ayudar a alguien, hace que continúes tantos años haciendo esta tarea”.

Lo más importante para poder desempeñarse con éxito es la capacitación. Es lo único que evita el temor de enfrentarte al fuego. “Creo que una persona con miedo sería un peligro; por eso, para evitarlo, hay que hacer un minucioso trabajo previo, de modo de contar con todos los elementos de juicio para operar. Por supuesto que puede haber complicaciones, por lo que no hay que relajarse”, afirma el jefe de Operaciones del SPLIF. “Lo primero que se aprende son las medidas de seguridad, porque no hay dudas de que alguien preparado tiene menos chances de tener un problema. Miedo no tenemos, pero somos conscientes de que nunca hay que perder es el respeto al fuego”, sentencia Leal.

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