El 75.° aniversario de la fundación del Estado de Israel es un momento oportuno para hacer un balance del pasado reciente y abordar los desafíos que enfrenta esta joven, y a la vez milenaria, nación enclavada en el corazón de Medio Oriente. En diálogo con DEF, el embajador Eyal Sela destacó la vocación de paz del pueblo israelí y su impulso emprendedor. Con el 5,6 % de su PBI destinado a investigación y desarrollo, se trata del país que más recursos destina al sector como porcentaje de su gasto público, según datos de la Unesco.
“Hoy cada persona lleva consigo tecnología israelí en cada momento: por ejemplo, cuando manda un mensaje por WhatsApp, que se basa en los desarrollos pioneros de la empresa israelí ICQ; o cuando usa el Waze en su auto; o, en el sector de las fintech, donde hay muchos componentes israelíes que garantizan la seguridad de las transacciones y de las compras online a través de Amazon, Alibaba o Mercado Libre”, ejemplificó el diplomático, quien presentó sus cartas credenciales al Gobierno argentino en agosto del año pasado.
En el plano internacional, el embajador Sela se encargó de destacar los pasos adelante que se han dado en Medio Oriente a partir de la firma de los Acuerdos de Abraham entre Israel, Bahréin y los Emiratos Árabes Unidos, a los que más tarde se sumaron Marruecos y Sudán. Al mismo tiempo, reconoció su preocupación por la actitud negacionista del régimen islámico iraní y sus aliados, que siguen incitando a la destrucción de Israel y no cejan en su campaña de desestabilización dentro y fuera de sus fronteras.
MEDIO ORIENTE, UN VECINDARIO COMPLEJO
-En una región conflictiva e inestable, como es la de Medio Oriente, los Acuerdos de Abraham representaron un importante paso para la estabilidad. ¿Cuál es el balance que hace Israel y qué retos existen de cara al futuro?
-El establecimiento del Estado de Israel fue rechazado desde el principio por todo el mundo árabe. Ningún país árabe votó en favor de la resolución de Naciones Unidas de 1947, que dio el marco a la creación de nuestro Estado, y tampoco estableció relaciones con Israel inmediatamente después de 1948. Lamentablemente, tuvimos una serie de guerras en los siguientes años, que tenían por objetivo poner fin a la existencia de nuestro Estado. Gracias a Dios, la situación ha cambiado. Se establecieron acuerdos diplomáticos, primero con Egipto en 1977 –los Acuerdos de Camp David–, luego con Jordania en 1994 y hubo distintos intentos de acuerdos con nuestros vecinos palestinos. En los últimos años, los Acuerdos de Abraham significaron un cambio en la postura de algunos actores de la región: los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Marruecos y Sudán. Con ellos, hemos podido establecer relaciones y mejorar nuestra seguridad. Estamos avanzando en buenas relaciones con todos ellos, que nos pueden ayudar a mejorar la situación política, económica, educativa y cultural de la mayoría de los países de la zona.
-Un país que todavía no integra los Acuerdos de Abraham es Arabia Saudita. ¿Cómo se encuentran hoy los vínculos de Israel con ese país? ¿Podría en el futuro incorporarse a estos acuerdos?
-Esperamos que todos los países de la región finalmente se integren. Arabia Saudita es, claramente, un país grande, relevante, con una historia y un papel regional muy importante. Puedo mencionar, como hecho muy positivo en nuestras relaciones, que ahora el Gobierno saudita otorga el permiso de sobrevolar su territorio –como así también lo ha hecho el gobierno de Omán– a los vuelos directos que parten desde Israel hacia el continente asiático, con destino a India, Corea del Sur, Japón y China. Es muy positivo porque hace que esos vuelos sean más cortos y que los pasajeros lleguen más rápido a su destino, y a un precio más económico.
-Mientras tanto, el régimen iraní continúa desestabilizando la región y convocando a la “destrucción del Estado de Israel”. ¿Cómo enfrenta su país el desafío del régimen de Teherán?
-El extremismo chiita, fomentado por la República Islámica de Irán, llama a “borrar a Israel del mapa”. Y cuenta con aliados en la región, como Hezbollah, una organización terrorista que tiene una capacidad militar incluso mayor a la de muchos países del mundo y tiene el control sobre el territorio del Líbano. Irán quiere desestabilizar Medio Oriente y controlar el “arco” de territorio que pasa por Irak, Siria, el Líbano y llega hasta Yemen, donde apoya a los rebeldes huthis. También existe otro extremismo, de raíz suní, que incluye al Estado Islámico y a Al-Qaeda, que todavía representan un peligro, y, más cerca de nosotros, están grupos como Hamás y la Yihad Islámica. Si bien son sunitas, cuentan con gran apoyo desde Irán y lo vimos en las reuniones que mantuvieron recientemente en el Líbano representantes chiitas iraníes y líderes de estas dos organizaciones terroristas.
UNA AGENDA COMÚN CON LA ARGENTINA
-En 1949, Argentina estableció relaciones diplomáticas con Israel y ambos países mantuvieron desde entonces vínculos muy sólidos y fructíferos. ¿Qué puede decirnos del estado de las relaciones bilaterales?
-El vínculo siempre ha sido muy bueno y lo seguirá siendo en el futuro. Argentina es un país grande, en el que conviven comunidades de todo el mundo, lo que convierte a su sociedad en una realidad única. Parte de esta riqueza es la comunidad judía, que desde sus primeros pobladores ha sido muy bien recibida en este país y hoy es una colectividad fuerte y sólida. De nuestra parte, debo señalar que cerca del 1 % de la población israelí está formada por argentinos que han llegado al país, seguidos de sus hijos y nietos. Son un puente entre nuestros dos países. Nuestros vínculos bilaterales son excelentes, con un gran abanico de temas. En el plano político, podemos mencionar las visitas de alto nivel a Israel del presidente Alberto Fernández en 2020, el viaje del ministro del Interior, Wado De Pedro, junto a una delegación de ministros y gobernadores en 2020, y también el año pasado recibimos al jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta.
-En 2019, durante el gobierno de Mauricio Macri, la Argentina declaró a Hezbollah como “organización terrorista internacional”; y en 2020, en ocasión del viaje del presidente Fernández a Israel, nuestro país adhirió a la definición de “antisemitismo” de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA). ¿Qué representan para su país estos dos actos de nuestro gobierno?
-Argentina sufrió en 1992 y 1994 dos atentados del terrorismo internacional en su territorio. Fueron los actos más graves del fundamentalismo yihadista antes del 11 de septiembre de 2001. Por eso, se tomaron las medidas para que esto no volviera a ocurrir nunca más. Todavía están abiertas las investigaciones judiciales por los atentados contra la Embajada de Israel y la AMIA. Lo importante es que Argentina ha sido el primer país de América Latina que declaró a Hezbollah como organización terrorista internacional, y también es admirable que haya sido el primero que ha adoptado la definición del IHRA sobre antisemitismo. Creemos que otros países de la región van a seguir este ejemplo.
LA TECNOLOGÍA ISRAELÍ Y SUS APLICACIONES LOCALES
-Volviendo a las visitas de funcionarios argentinos que usted mencionó, ¿en qué ámbitos cree que pueden cooperar o ya lo están haciendo nuestros dos países?
-La tecnología israelí ya está ayudando a hacer un uso más eficiente de los recursos en la Argentina y aumentar su productividad. Por ejemplo, la tecnología de riego israelí se utiliza en agricultura, principalmente en épocas de sequía. A partir de la visita del ministro De Pedro y los gobernadores a Israel, hoy existen convenios de asesoría de Mekorot (la empresa de agua israelí) con algunas de las provincias. También vamos a seguir colaborando en materia de ciberseguridad y de seguridad interior en aeropuertos, puertos y ciudades. En el área científica y académica, tenemos distintos programas de apoyo y proyectos conjuntos de ambos gobiernos. Puedo mencionar también los Israel Innovation Awards –instrumentados junto al Ministerio de Ciencia argentino y la Cámara de Comercio Argentino-Israelí (CCA)–, que tienen ya muchos años y son un excelente ejemplo de lo que pueden aprender los innovadores argentinos del ecosistema emprendedor israelí.
-Una ventaja para las exportaciones agrícolas argentinas, que usted marcaba en una reciente entrevista, es la “contraestación”. Por otro lado, ¿Israel también está en condiciones de brindar su experiencia en esta materia?
-Un ejemplo son los arándanos: cuando aquí es la época de la cosecha, en Israel ya estamos en invierno. Nosotros también podemos a ayudar a aumentar la producción de distintos cultivos y cooperar, por ejemplo, con la biotecnología de las semillas. Son conceptos que fueron desarrollados en la agricultura israelí y permiten crecer “hacia arriba”. Eso nos ha permitido aumentar la producción de tomates o de sandías sin necesidad de tener más tierra, más riego, más fertilizantes ni más mano de obra. La Cámara de Comercio Argentino-Israelí (CCAI) está haciendo un excelente trabajo en fortalecer este tipo de colaboración y en estrechar este tipo de relaciones en distintos ámbitos.
-Israel también tiene una larga experiencia en el manejo del agua en zonas desérticas, a partir de las investigaciones de la Universidad Ben Gurión del Néguev. ¿Cómo podría transmitirse ese conocimiento localmente?
-No hay más remedio. Al tener la necesidad, eso nos obligó a buscar soluciones innovadoras. Nosotros solo tenemos un lago, el mar de Galilea y muy pocas fuentes de agua. Por lo tanto, estuvimos obligados a desarrollar la tecnología del riego por goteo y la desalinización del mar Mediterráneo, así como la reutilización del agua domiciliaria e industrial a partir de su reciclaje. Otro ejemplo que puedo mencionar es el caso de las vacas, que producen en el desierto israelí hasta 60 litros de leche por día. Nosotros hemos aprendido a optimizar los pocos recursos que tenemos.
-¿Se puede profundizar la cooperación entre nuestros países en sectores vinculados con la defensa y la seguridad interior?
-En el nivel de Estado a Estado, hay algunos temas que son de interés mutuo. Estamos contentos de que, en Argentina y en América Latina en general, no existan conflictos de magnitud que requieran el uso de tecnología israelí en ese aspecto, como por ejemplo el Iron Dome (“Cúpula de Hierro”). Sin embargo, podemos brindar tecnología para cualquier otra necesidad, ya sea de protección de las fronteras o defensa de la soberanía frente a actividades de pesca ilegal. Hay muchas tecnologías israelíes basadas en drones y satélites que pueden ser útiles en muchos países, incluso la Argentina.
Seguir leyendo: