Video: las sombrías actividades del Grupo Wagner y la campaña antioccidental del Kremlin en África

La presencia de mercenarios rusos y los oscuros negocios con recursos naturales en distintos países del continente generan sospechas en los gobiernos de EE. UU. y Europa. ¿Qué se esconde detrás del avance del Kremlin en África?

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El polémico Grupo Wagner, la organización paramilitar privada fundada por Yevgueni Prigozhin, figura muy cercana a Vladimir Putin, está presente desde hace al menos un lustro en distintos países africanos. Los expertos sospechan de las reales intenciones del Kremlin, que intenta recuperar, de este modo, el terreno perdido en el continente tras la desaparición de la Unión Soviética.

En diálogo con DEF, la experta italiana Irene Ricca, colaboradora del sitio web Geopolitica.info, señaló que las actividades de Wagner pueden ser leídas en dos direcciones: por un lado, como “un instrumento de la política exterior rusa para reforzar sus intereses geopolíticos y económicos en África”; y, por otro, como “una respuesta a la creciente presencia de otras potencias extranjeras en el continente, en particular, China y EE.UU”.

Las actividades del Grupo Wagner
Las actividades del Grupo Wagner en África pueden ser leídas como un instrumento de la política exterior rusa para reforzar sus intereses geopolíticos en el continente o como una respuesta a la creciente presencia de otras potencias extranjeras en el continente, especialmente China y EE.UU. (Archivo DEF)

MERCENARIOS RUSOS AL ACECHO

A fines de 2017, el gobierno de la República Centroafricana firmó un opaco acuerdo de cooperación militar con la Federación Rusa, que tuvo su secuela en el despliegue de tropas de Wagner para reforzar la guardia presidencial del recién asumido Faustin-Archange Touadéra y entrenar a su ejército. Esta excolonia francesa venía de sufrir una cruenta guerra civil y acaba de despedir, en noviembre de 2016, a los últimos efectivos de la operación Sangaris, comandada por las FF.AA. de la antigua metrópoli con el objetivo de poner fin a la violencia sectaria en el país.

Pocos meses más tarde, con un libreto similar, se conocieron las primeras noticias de la llegada a Libia de mercenarios rusos para reforzar a las milicias del general Khalifa Haftar, hombre fuerte de la Cirenaica - región del este del país, con capital en Benghazi- que cuenta también con el respaldo del régimen militar de Egipto. Las fuerzas de Haftar desconocen la legitimidad del gobierno de unidad nacional conducido por Mohamed al-Menfi, con sede en Trípoli, que es apoyado política y militarmente por la Turquía de Recep Tayyip Erdogan.

También aprovechando una situación de convulsión interna, el Grupo Wagner desembarcó en Mozambique, con el supuesto fin de colaborar en la lucha contra la insurgencia yihadista de grupos afiliados al Estado Islámico en la provincia de Cabo Delgado, una zona rica en recursos gasíferos. Más recientemente, se produjo el “desembarco” ruso en Mali, donde Moscú aprovechó la retirada de las tropas francesas de la operación antiterrorista Barkhane –que se había iniciado en 2015– para meterse como una cuña entre París y la junta militar que gobierna desde hace dos años este inestable estado del Sahel. Mientras tanto, en el turbulento Sudán, el Kremlin cuenta con un aliado en el general Mohamed Hamdan Dagalo, el líder de las Fuerzas de Apoyo Rápido que ha declarado abiertamente la guerra a la junta militar y está intentando convertirse en el nuevo “hombre fuerte” del poder en Jartum.

La República Centroafricana firmó un
La República Centroafricana firmó un polémico acuerdo de cooperación militar con la federación rusa que tuvo su secuela en el despliegue de tropas de Wagner para reforzar la guardia presidencial del recién asumido Faustin Archange Touderá (AFP)

DIAMANTES, ORO Y NEGOCIOS OCULTOS

Además de la presencia de mercenarios y la afluencia de armamento y equipamiento ruso a estos países, la contrapartida por esa ayuda militar sería una serie de opacos negocios que benefician a grupos empresariales ligados a Prigozhin y el Grupo Wagner.

En diciembre del año pasado, el consorcio de investigación europeo All Eyes On Wagner (AEOW) difundió un informe en el que ventilaba las pingües ganancias generadas por la exportación de “diamantes de sangre” producidos en la República Centroafricana por medio de prácticas que contravienen las regulaciones internacionales. La encargada de esta operatoria es Diamville, una sociedad constituida en Bangui 2019, autorizada por las autoridades del país y sospechada de estar ligada al Grupo Wagner. Una denuncia similar ya había sido realizada por la misma organización periodística respecto de la explotación de recursos forestales de un bosque centroafricano a manos de Bois Rouge, otra compañía presuntamente vinculada a Wagner.

En Sudán, por su parte, la cadena estadounidense CNN ventiló las actividades de la compañía Meroe Gold vinculadas el contrabando de oro producido en ese país, en colusión con el gobierno local. La empresa, controlada por el grupo ruso M-Invest, estaría ligada a Yevgueni Prigozhin, y ha sido sancionada tanto por EE. UU. como por la Unión Europea (UE). A fines del año pasado también generaron polémica unas insinuaciones del presidente de Ghana, Nana Akufo-Addo, sobre concesiones mineras otorgadas por el gobierno de la vecina Burkina Faso a sociedades de fachada rusa en contrapartida por la entrada de mercenarios de Wagner para servir en la lucha contra el terrorismo yihadista, lo que fue desmentido por las autoridades burkinesas.

Yevgueni Prigozhin fundador del grupo
Yevgueni Prigozhin fundador del grupo Wagner (Mikhail Svetlon)

UNA “INFLUENCIA MALIGNA”, A LOS OJOS DE WASHINGTON

Estos movimientos no han pasado desapercibidos en la principal potencia del planeta. El Pentágono ha encendido la luz de alerta por el avance de Moscú y así lo están transmitiendo al gobierno sus cargos militares. Durante su comparecencia de marzo pasado ante el Comité de Servicios Armados del Senado, el general Michael Langley, jefe del Comando de EE.UU. en África (Africom), manifestó su preocupación por “la expansión de las operaciones rusas, que se sirven también de la compañía militar privada Wagner, y dejan a su paso desestabilización, retrocesos en el sistema democrático y abusos a los derechos humanos”. En la misma óptica, su antecesor, Stephen Townsend, se había referido a la “influencia maligna de Moscú” como “la segunda mayor amenaza para los intereses de seguridad de EE.UU. en África después del terrorismo”.

“Rusia ha vuelto, su influencia política está creciendo, su presencia económica se ha visto reforzada y la presencia de sus milicias privadas ha ido en aumento. Sin embargo, es probable que la expansión rusa en el continente africano haya alcanzado su límite”, manifestaba Irene Ricca en un artículo publicado en febrero pasado en Geopolitica.info. Al ahondar en su diagnóstico, la autora precisó a DEF que “las sanciones impuestas por EE. UU. y la Unión Europea están teniendo un indudable impacto en la capacidad de Moscú de invertir en proyectos económicos en África”. Y consideró que es difícil predecir en qué medida la guerra en Ucrania condicionará los futuros movimientos del Kremlin y dijo que “mucho dependerá de la eficiencia de esas sanciones y de la capacidad que tenga Moscú para eludirlas”.

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