El 22 de febrero de 1904, se izó por primera vez la bandera nacional en la isla Laurie del archipiélago Orcadas del Sur, al norte del Sector Antártico Argentino, lo que convirtió a nuestro país en pionero de la investigación científica en el sexto continente.
Los comienzos
Los cazadores de focas rioplatenses desde comienzos del siglo XX se dirigían el norte de la península antártica en busca de aceite y pieles para comercializar en los mercados orientales. Con el objetivo de resguardar esta zona de caza de la depredación, la actividad fue mantenida en el más absoluto secreto, al punto que el descubrimiento de las tierra fue adjudicado a otros navegantes.
En 1901, una expedición científica sueca dirigida por el doctor Otto Nordenskjöld partió del puerto de Buenos Aires; fue una de las primeras excursiones científicas a la inexplorada Antártida. El alférez José María Sobral participó, en calidad de el meteorólogo, magnetólogo y geodesta, de este viaje a bordo del “Antartic”, buque que naufragó en medio del hielo marino. Después de permanecer aislada durante dos años, la expedición fue rescatada por la corbeta Uruguay de la Armada Argentina, comandada por el teniente de Navío Julián Irízar.
En 1902, llegó a la región la Expedición Antártica Nacional Escocesa, liderada por el naturalista y oceanógrafo británico William Bruce a bordo de un ballenero noruego bautizado “Scotia”, cuya tripulación estaba compuesta por seis científicos y 25 oficiales y tripulantes. Su misión era explorar el casquete polar, pero ante la imposibilidad de avanzar más al sur a causa del hielo marino, Bruce se dirigió a las islas Orcadas del Sur y desembarcó en la isla Laurie, donde el buque quedó atrapado en la banquisa. Obligados a invernar, los expedicionarios construyeron un edificio de piedra que fue bautizado “Omond House”, como homenaje al director del observatorio de Edimburgo, una estación magnética y un observatorio meteorológico. A fines de diciembre, el “Scotia” llegó a Buenos Aires para reparar los daños sufridos y, preocupado por la continuidad de las observaciones meteorológicas, hizo cedió al gobierno argentino las instalaciones.
Una donación histórica
El Observatorio Nacional Magnético y Meteorológico fue creado por el entonces presidente Julio Argentino Roca a través del Decreto Nº 3073 el día 2 de enero de 1904 y el traspaso de las instalaciones se concretó el 22 de febrero siguiente. Junto al izamiento de la bandera nacional, la República Argentina se hizo cargo de dar continuidad a las observaciones meteorológicas que permitieron otorgar mayor precisión a los pronósticos nacionales. Simultáneamente, se inauguró la Estafeta Postal Orcadas del Sur, primera oficina de correos antártica de la historia.
Desde entonces y por la Ley de la Nación Nº 20.827/74 se celebra en esa fecha el Día de la Antártida Argentina, norma que también establece que los edificios públicos deben izar la bandera nacional y los establecimientos educativos, actos alusivos.
En 1905, a la construcción original –”Omond House”- se sumó otra más moderna que hoy funciona como museo con la denominación de “Casa Moneta”, en honor al meteorólogo y diplomático argentino José Manuel Moneta, quien inverno cuatro años en esta estación científica. Esa experiencia quedó plasmada en su libro Cuatro años en las Orcadas del Sur y también quedó registrada en el documental Entre los hielos de las Islas Orcadas que rodó en 1927.
Antártida hoy
Siete países reivindican derechos de soberanía sobre el sector: Argentina, Australia, Chile, Francia, Nueva Zelanda, Noruega y Reino Unido. Entre los principales títulos que esgrime nuestro país, podemos mencionar la continuidad geográfica y geológica; herencia histórica de España; la mencionada ocupación permanente de una estación científica que se mantiene hasta nuestros días a las que se sumó la instalación y mantenimiento de otras bases permanentes y temporarias en la península e islas adyacentes, al igual que los refugios en diversos lugares del sector y los descubrimientos e investigaciones en beneficio de la ciencia.
En la actualidad, la Argentina cuenta con siete bases permanentes -que funcionan todo el año-: Orcadas, Marambio, Carlini, Esperanza, San Martín, Belgrano II y Petrel; y seis temporarias -habilitadas en verano-: Almirante Brown, Matienzo, Primavera, Cámara, Melchior y Decepción. En ellas, científicos y técnicos de la Dirección Nacional del Antártico y del Instituto Antártico Argentino, junto a otras instituciones y organismos, se dedican a la investigación en distinta áreas, entre la que se destacan el impacto del cambio climático en la flora y fauna de la región; el adelgazamiento de la capa de ozono y sus efectos; el clima espacial que permite detectar fenómenos solares, además de estudios sismológicos y microbiológicos.
Espíritu antártico
Más allá del conocimiento científico, la Argentina fue pionera en operaciones de búsqueda y rescate, y cuenta con una patrulla que puede ser movilizada de inmediato ante cualquier requerimiento. El auxilio en 1903 de la expedición sueca del doctor Otto Nordenskjöld; la asistencia en 2002 al barco alemán Magdalena Oldendorff al sur del mar de Weddell; y el rescate en 2005 por parte de una patrulla argentina de los cuerpos de científicos y militares de la base chilena O’Higgins en la isla 25 de Mayo, son solo algunas muestras del espíritu solidario y colaborativo que nos distingue a lo largo de la historia.
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