Veintisiete velas, cuatro palos, 104 metros de eslora, casi 15 metros de manga y una dotación de más de 200 efectivos: estos son algunos de los números que representan a la Fragata ARA “Libertad”. Pero las cifras no reflejan ni por asomo los sentimientos, las pasiones ni la vocación de los hombres y mujeres de mar que tripulan este buque escuela, que es también uno de los grandes orgullos de los argentinos.
DEF tuvo la oportunidad de subir a la Fragata durante su navegación hacia Puerto Belgrano. A bordo, recorrió las casi 300 millas que separan a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de la de Mar del Plata, donde la nave hizo una parada intermedia. Permanecerá allí hasta el 21 de febrero para poder celebrar junto a “La Feliz” un nuevo aniversario de la ciudad. Turistas y vecinos podrán visitar la Fragata de forma libre y gratuita entre las 14 y las 19.
UN DÍA EN LA FRAGATA
Si bien la navegación hacia Mar del Plata duró un poco más de tres días, ya desde el inicio del trayecto quedaron evidenciados el trabajo, el esfuerzo y la pasión de los hombres y mujeres que integran la Fuerza.
Amarrada en el Apostadero Naval de la Ciudad de Buenos Aires, el pasado lunes, la Fragata recibió a cadetes de la Escuela Naval y a aspirantes de la Escuela de Suboficiales de la Armada. Mientras los efectivos se adaptaban a los reducidos espacios, el sol se empezaba a reflejar en las aguas del Río de la Plata. Los primeros calores matinales coincidían con el pronóstico: durante algunos días, la capital porteña se vería afectada por una ola de calor.
Enseguida, la tripulación ocupó los distintos roles para poder zarpar. El primer momento no es fácil, pues, para salir hacia aguas abiertas, el buque debe navegar por el canal y tiene que adoptar una serie de precauciones. Por los parlantes de cubierta, suena el tango “Mi Buenos Aires querido”. La bandera argentina flamea y a bordo ninguno de los tripulantes puede evitar ser interpelado por la voz de Carlos Gardel: “Oigo la queja de un bandoneón, dentro de mi pecho pide rienda el corazón”. ¿Se puede ser indiferente a la inmensidad del mar y a la vida a bordo de uno de los buques más importantes que tiene el país?
“ES UN ORGULLO TRIPULARLO”
Este año, el comandante de la Fragata es el capitán de navío Gonzalo Horacio Nieto. “Este es un buque distinguido por la tarea que desarrolla, por él pasaron las promociones de la Escuela Naval y es mirado con mucho afecto. Para nosotros, es un orgullo tripularlo y tenemos la función de instruir”, cuenta a DEF, al tiempo que explica que la Fragata se está preparando para realizar el viaje de instrucción entre mayo y noviembre, aproximadamente. “El comando va a ser muy completo, porque va a tener un proceso de alistamiento, otro de adiestramiento. Vamos a realizar el mantenimiento en Puerto Belgrano y, luego, volveremos a Buenos Aires para comenzar la tarea pedagógica. El comando es muy intenso desde todo punto de vista”, agrega.
Cabe señalar que la dotación normal del buque es de un poco más de 200 efectivos. En mayo se sumarán los guardiamarinas “en comisión” para poder realizar la última etapa de su período de instrucción antes de comenzar de lleno con la carrera que eligieron. Para ese entonces, se espera que la dotación sea de un poco más de 320 personas. Pero, para poder llegar a esa instancia, la Fragata será reparada en Puerto Belgrano: “Cada dos años entra a dique seco; eso ya lo hizo el año pasado. Ahora debemos hacer una serie de mantenimientos. Hay numerosos sistemas que tenemos que dejar bien preparados”, dice Nieto.
Durante el viaje de instrucción, la Fragata visitará distintos puertos del mundo. Por eso, mediante un decreto presidencial de 2001, este buque fue nombrado embajador itinerante de la República Argentina. “Es un título honorifico”, explica el comandante. A lo largo del año, la Armada Argentina recibe distintas invitaciones, generalmente de otras marinas del mundo, para participar de diferentes eventos. A la hora de definir el itinerario, la Fuerza las evalúa y expone una propuesta al Ministerio de Defensa, organismo que finalmente define el viaje.
Al preguntarle a Nieto sobre sus sensaciones al navegar este buque tan importante, el comandante destaca el trabajo en equipo. “A veces, uno simplemente observa al personal en cubierta; sin embargo, para que puedan hacer lo que hacen, también hay personal trabajando en motores, en generadores, personal cocinando, amasando pan o atendiendo en enfermería. Yo puedo dar órdenes, pero, si esto no funciona como equipo, este barco no navega ni medio metro”, comenta el oficial oriundo de Bahía Blanca. Además, se refiere a la “soledad del mando”, un concepto que, en el caso de la Armada, se encuentra vinculado a una tradición: “Normalmente, los comandantes almuerzan, cenan y permanecen solos. En momentos de tensión, deben estar en capacidad de tomar una decisión sin recibir influencia”.
LA NAVEGACIÓN
En la primera jornada, los cadetes a bordo comienzan a recibir las primeras instrucciones. Mientras, los gavieros recién llegados a la Fragata suben a los palos desde los cuales se desplegarán las velas. “El trabajo tiene un riesgo inherente. Somos responsables, antes de navegar, de hacer un entrenamiento inicial con el objetivo de minimizar los riesgos que implica el trabajo en altura”, explica el capitán de fragata Guillermo Mondiné, segundo comandante de la Fragata. Entre las medidas de seguridad, se cuentan no trabajar en altura si hay mucho viento o si llueve, llevar un arnés de seguridad al subir y contar con toda una batería de estudios médicos que den el apto de trabajo en altura. “Con ello, pueden desempeñarse en lo que nosotros denominamos la arboladura”, señala Mondiné.
Mientras la navegación continúa, el horario de almuerzo encuentra al personal ubicado en las mesas de las distintas cámaras que tiene el buque en la primera cubierta. Estas están discriminadas de acuerdo con las jerarquías del personal, pero en todas se sirve exactamente el mismo menú. Un detalle: absolutamente todos los panificados que se consumen en la Fragata son realizados en la panadería a bordo, con personal especializado.
Luego del almuerzo, los cadetes toman clases en un espacio denominado “Aula 44″, en honor a los tripulantes del submarino ARA San Juan. Mientras, la dotación permanece en sus puestos y, quienes por distintos motivos están libres de tareas, aprovechan para realizar ejercicio físico en el gimnasio.
A través de los ojos de buey, se puede ver que, a medida que la Fragata se aleja de la ciudad, las aguas cambian de color: del amarronado, característico del Río de la Plata, hacia el azul del Atlántico. Con respecto a ello, en la Fragata también existe un laboratorio en el que se le realizan las pruebas al agua que se consume, desde aquella utilizada en los distintos puertos hasta la que se obtiene a través de un proceso de desalinización.
Desde el puente de mando, el jefe de navegación, teniente de navío Nicolás Cáceres, analiza las distintas cartas náuticas. ¿Cuál es realmente su misión? “Quien ocupa el puesto de jefe de navegación asesora al comandante en lo referente a la derrota. Cabe señalar que el comandante recibe una misión y se establece un punto hacia el que hay que ir. El jefe de navegación debe realizar el estudio previo, analizar los lugares por donde se puede navegar, detectar los peligros, estudiar los puertos y sus características, tomar contacto con servicios portuarios como remolcadores y prácticos, para finalmente ofrecerle al comandante distintas opciones y que él pueda elegir”, explica.
Con respecto a la travesía que lleva adelante la Fragata en esta etapa, Cáceres señala que inicialmente el buque debe salir del puerto de Buenos Aires, que se caracteriza por ser un canal intermedio. “Esta navegación tiene sus particularidades, porque gran parte de ella es nocturna y bastante extensa. Por eso, implica mucho análisis de profundidad y de boyados. Requiere, además, que la dotación esté cubriendo sus puestos. Es bastante demandante”, indica.
En los días siguientes, la Fragata afrontará una segunda etapa que va desde el final del canal hasta un punto, en aguas abiertas, a la altura de la localidad de San Clemente. En este momento, la Fragata realizará una navegación mixta: a vela y a motor. En ese sentido, existen varios factores que determinan el uso de las velas, por ejemplo, el viento.
Finalmente, la última etapa de la navegación será costera, momento en el que la dotación aprovecha para identificar faros y analizar el relieve de la costa. “Eso nos permite, tanto a la dotación como a los cadetes embarcados, ganar experiencia”, comenta.
IDENTIDAD ARGENTINA
“La Fragata es del pueblo argentino. Hoy nos toca tripularla y lo hacemos con orgullo y con pasión”, confiesa el capitán de fragata Guillermo Mondiné, quien también comenta que, durante el año 2004, el buque tuvo reparaciones de media vida, en las que se le renovaron los sistemas de navegación, se hizo un mantenimiento de los cables de acero que sostienen los palos, se cambió la planta propulsora, se adaptó al buque a determinadas normas internacionales que apuntan al cuidado ambiental y se incorporó el alojamiento para mujeres, entre otras mejoras.
La charla se ve interrumpida por un mensaje que suena en alto parlante: “Ejercicio, ejercicio, ejercicio. Cubrir rol de abandono”. La dotación tiene pocos minutos para tomar el chaleco salvavidas y un bolso estanco, y dirigirse a las balsas que se le han asignado a cada uno de forma previa. Al llegar, un efectivo pasa lista de los presentes para, en caso de ser una situación real, no dejar a nadie afuera de la balsa. El simulacro se repite a lo largo de las navegaciones con el objetivo de preparar al personal ante un imprevisto. Dentro del bolso estanco, el personal debe llevar elementos para la supervivencia, como alimentos, bebidas, linternas, kits de primeros auxilios, la Biblia y hasta una fotografía familiar para sobrellevar los momentos críticos.
UNA VIDA EN LA ARMADA
A bordo de la Fragata, se encuentra el suboficial mayor Mario Pérez, quien no solo ejerce el rol de encargado de destino, sino que también es contramaestre general. “Tengo a cargo todo el personal de suboficiales y, al ser contramaestre, me encargo de dirigir la maniobra general, tanto de amarre como de velas. Para ello, transmito las órdenes que me da el segundo comandante a los contramaestres de cada palo, y lo hago a través de un silbato marinero”, cuenta.
“En esta oportunidad, vine destinado a la Fragata en diciembre de 2022. Anteriormente también estuve, pero en distintas jerarquías. El de este año será mi quinto viaje”, agrega el suboficial que está próximo a cumplir 34 años dentro de la Fuerza.
Oriundo de Puerto Madryn, Pérez vivió en distintos lugares del país, ya que su papá también fue miembro de la Armada: “Cuando yo tenía 14 años, él fue declarado desaparecido en acto de servicio. Un día se fue a navegar en un vehículo a rueda (VAR), pero, lamentablemente, en el canal de acceso a Bahía Blanca tuvieron un accidente y se produjo el hundimiento. Se perdieron once vidas. Además, mi papá era veterano de la guerra de Malvinas”. Mario recuerda haber tenido una última charla con su papá, en la que llegó a contarle que quería seguir sus pasos y ser militar. Además, dice, conocer sus historias en Malvinas lo motivó a querer servir a su país.
Luego de aquella tragedia, Pérez fue criado por su mamá, junto a sus 10 hermanos, en la ciudad de Punta Alta. Solo él y su hermana menor decidieron seguir la profesión paterna. “Yo voy a cumplir lo que mi papá no pudo”, confiesa Mario.
“Para mi madre, al principio, era difícil. Sobre todo, las primeras veces que me tocó salir a navegar. En lo personal, siempre me esmeré para hacerla sentir orgullosa y demostrarle que valió la pena su dedicación”, cierra, no sin antes contar que su profesión le llena el alma, pero, para que él pueda realizarse profesionalmente, es fundamental el apoyo de su esposa y sus tres hijos que lo esperan en tierra: “Sin ellos, yo no hubiese llegado a alcanzar determinados méritos. ¿Un consejo a los más jóvenes? Que se esmeren, nuestro trabajo es muy lindo y es un orgullo pisar esta cubierta”.
La primera jornada de navegación llega a su fin y, luego de la cena, en los sollados, como se denomina el alojamiento del personal, las luces se apagan. Solo algunos permanecen despiertos, cubriendo las guardias en los distintos puestos.
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