“Los problemas que viven las democracias en la región tienen que ver con la incapacidad de los gobiernos para responder a las demandas de sus ciudadanos”, afirma Brian Fonseca, académico estadounidense de la Universidad Internacional de Florida (FIU), donde dirige el Instituto Jack D. Gordon de Políticas Públicas. Preocupado por el avance de los gobiernos de Pekín y Moscú en América Latina, este experto en ciberseguridad –quien también forma parte del think tank New America– alerta sobre la amenaza que representa el ingreso de la tecnología china para la “soberanía digital” de nuestros países. En conversación con DEF, en el marco de su visita a la Argentina, recorrió los temas más candentes de la agenda hemisférica.
-En sus últimos artículos académicos, usted advierte sobre la presencia de actores extrarregionales en América Latina, particularmente China y Rusia. ¿Cuáles son los objetivos de cada una de estas potencias?
-El principal interés de China en la región es económico. Sin embargo, corremos un serio riesgo si diferenciamos ese interés económico de los intereses políticos y de seguridad que tiene el gobierno de Pekín. China tiene una estrategia integral e inclusiva que utiliza tanto los instrumentos económicos como los políticos para ampliar su influencia geopolítica. En cuanto a Rusia, sus objetivos son mucho más oportunistas y disruptivos. Existen algunas zonas en las que Moscú se ha involucrado intencionalmente, como el ciberespacio, intentando sembrar divisiones entre Washington y sus vecinos de América Latina y el Caribe. Puede ser que, en el caso de Rusia, exista también algún interés económico, pero no es comparable con los intereses que tiene China en la región.
LA SOBERANÍA DIGITAL, ¿EN RIESGO?
-En el caso de China, usted se detiene mucho en el ámbito tecnológico y habla del peligro que representa para la soberanía digital de nuestros países permitir, por ejemplo, el ingreso de la tecnología 5G del país asiático. ¿Es Latinoamérica consciente de esta situación?
-No creo que seamos del todo conscientes, tampoco en EE. UU., sobre las implicancias que tiene el avance de China. La tecnología no es en sí misma autoritaria ni democrática; depende de cómo la utilizan ciertos gobiernos. En la Venezuela de Maduro, ha sido usada para forzar lealtad al régimen. En distintos países democráticos, la tecnología promovida por las compañías chinas es peligrosa por la cantidad de datos que se transmiten a China. ¿Qué control tiene el gobierno de Pekín sobre Huawei y otras compañías tecnológicas? Sabemos que las leyes de ese país las obligan a entregar datos sensibles de los usuarios a las autoridades. Esto puede llevar, en un futuro, a un aumento de las tensiones entre las empresas y el Estado chino. Por eso, la infraestructura de la red 5G promovida por China puede generar vulnerabilidades en la soberanía digital de nuestros países.
-En EE. UU. existe actualmente un debate sobre Tik Tok. ¿Cuál es su visión? ¿El gobierno debería tomar decisiones más drásticas contra la empresa china propietaria de la aplicación?
-Tik Tok es propiedad de la empresa china Byte Dance y existe mucha preocupación sobre el destino de la información que transita a través de esa app. Lo fascinante de Tik Tok es que puede ser utilizada como un instrumento de polarización de las sociedades. A partir de su algoritmo, se convierte en una herramienta que genera divisiones porque está diseñada para retroalimentar los propios prejuicios y pensamientos de sus usuarios. Volviendo a los datos personales, la mayor preocupación que tenemos es cuál es la seguridad que tienen los usuarios de Tik Tok respecto de la información sensible que entregan. Realmente no somos conscientes del poder que tiene esa tecnología y del potencial negativo que tiene sobre el comportamiento de sus usuarios.
LA DEMOCRACIA, CADA VEZ MÁS AMENAZADA
-La consolidación de los regímenes autoritarios en Cuba, Venezuela y Nicaragua, y el ascenso de gobiernos populistas, como el del salvadoreño Nayib Bukele, plantean serios desafíos a la democracia latinoamericana. ¿Usted cree que están en riesgo nuestras instituciones democráticas?
-Las presiones sobre las democracias latinoamericanas tienen que ver con la insatisfacción de los ciudadanos respecto de las expectativas que depositan en el sistema. Tanto Hugo Chávez como Nayib Bukele son productos de la democracia. El 67 % de los ciudadanos de la región siguen respaldando la democracia como mejor sistema. Ahora bien, cuando se les pregunta qué tipo de gobierno prefieren, la respuesta se torna más compleja, ya que muchos latinoamericanos prefieren un líder fuerte. Eso tiene que ver con la incapacidad de los gobiernos para satisfacer las demandas de sus ciudadanos. La continuidad de la democracia en América Latina depende de la transparencia en la gestión de gobierno, el combate a la corrupción y la inseguridad, y la respuesta a los múltiples problemas que hoy están minando sus cimientos. También, existen grandes desafíos en la administración de justicia y en la rendición de cuentas de los gobiernos.
-La administración de Joe Biden ha convocado en forma periódica, desde diciembre de 2021, a distintas Cumbres por la Democracia, invitando a países de todo el planeta a participar. ¿Es útil este tipo de foros?
-Yo creo que estos encuentros son importantes para que los gobiernos tomen conciencia sobre los desafíos que enfrentan sus instituciones democráticas y logren articular consensos y establecer agendas. Sin embargo, estos foros tienen un límite y hay que ir más allá de ellos para concentrarse en la ejecución y la implementación de cambios efectivos que permitan reforzar nuestros sistemas democráticos. Y no hablo solo de los gobiernos centrales, sino también de las comunidades locales. A la hora de la implementación de medidas concretas que favorezcan la transparencia en la gestión y la lucha contra la corrupción, los gobiernos locales cumplen un papel muy importante. En abril de este año, por ejemplo, tendrá lugar en Denver (Colorado) la Cumbre de las Ciudades de las Américas.
-Usted también alertó, en sus artículos, sobre la confluencia de intereses entre los gobiernos autoritarios de Rusia, China, Cuba, Turquía e Irán, que ayudaron al régimen de Nicolás Maduro a sortear las sanciones económicas impuestas por EE. UU. ¿Existe una coalición antidemocrática con intereses en nuestra región?
-Estos países se vieron obligados a actuar juntos para contrarrestar los instrumentos de poder utilizados por EE. UU. El problema fue que, en el caso venezolano, el gobierno estadounidense dio a entender que iba a aplicar sanciones económicas contra ese país un año antes de implementarlas. Eso le dio tiempo a Maduro para prepararse y le permitió profundizar sus vínculos con países como China, Rusia y otros, a los que dio una mayor participación en su sector petrolero, y eso le permitió, de cierta forma, “capear el temporal” de las sanciones.
VENEZUELA, CRIMEN ORGANIZADO Y SANCIONES
-¿Hay conexiones entre las organizaciones del crimen organizado en la región y regímenes autoritarios, como el de Venezuela?
-Existen vínculos explícitos entre el gobierno de Venezuela y el crimen organizado transnacional. Por un lado, el gobierno de Maduro se está aprovechando de ese ecosistema ilícito mientras su economía formal enfrenta serios problemas. Por otro lado, la supervivencia del propio régimen venezolano está atada a la supervivencia de un grupo de altos mandos militares y de una élite política que hoy forma parte de los flujos de tráfico ilícitos. Entonces, incluso si los militares quisieran deshacerse de Maduro, tendrían que reconocer que existe también una connivencia de sus altos mandos con el crimen organizado.
-Hoy, con las consecuencias que generó la guerra en Ucrania en el mercado de los hidrocarburos, ¿está cambiando la actitud de EE. UU. frente al régimen de Maduro?
-EE. UU. está evaluando la continuidad del portafolio de sanciones contra Venezuela. Es muy distinto implementar un amplio paquete de sanciones sectoriales, como las que impusieron al sector petrolero, que las que buscan afectar a individuos concretos del régimen, como Nicolás Maduro, Vladimir Padrino López –actual ministro de Defensa– o Tareck El Aissami –ministro de Petróleo–. En estos últimos casos, es difícil que se dé marcha atrás porque existen evidencias y procesos judiciales en curso contra ellos. En el ámbito energético, la guerra de Ucrania ha demostrado lo difícil que resulta establecer sanciones contra el petróleo ruso, ya que con Irán, Venezuela y Rusia fuera del mercado, quedan pocas alternativas para EE. UU. Entonces, la pregunta que se hizo el gobierno es quién representa hoy la mayor amenaza. La respuesta fue Rusia. Por ende, se cambió la política de sanciones contra Venezuela. De todas formas, llevará tiempo reemplazar el crudo ruso, ya que existen problemas en la capacidad de producción de la industria petrolera venezolana y sus reservas estratégicas demostraron no ser tan robustas.
LA CRISIS MIGRATORIA EN LA FRONTERA ESTADOUNIDENSE
-Con respecto al problema migratorio y la crisis en la frontera sur de EE. UU., ¿existen mecanismos reales de cooperación con México y los países del Triángulo Norte de Centroamérica?
-No es fácil lidiar con este tipo de crisis. Analicemos la situación desde el siguiente punto de vista: si tú formas parte del gobierno de El Salvador y los migrantes atraviesan tu territorio, los dejas pasar. Porque si los arrestas, tienes que alimentarlos, brindarles atención médica y vivienda. ¿Qué incentivos tendrías para hacerlo? La realidad es que estos migrantes quieren llegar a EE. UU. Debemos tener una discusión franca sobre los temas de seguridad fronteriza con nuestros socios en la región. El mayor argumento a favor de EE. UU. es que existe una confluencia de problemas asociados a estas peligrosas rutas migratorias a través del tapón del Darién y Centroamérica: el tráfico de personas y otras cuestiones vinculadas con la seguridad humana. Hoy no es seguro atravesar el corredor centroamericano, donde las condiciones son horribles. Yo creo que EE. UU. puede involucrar a los países de la zona en una política común para enfrentar este tema.
-En el caso de México, siendo el último país de paso de estas rutas migratorias, ¿ve posible algún tipo de compromiso con EE. UU.?
-México es uno de los principales socios comerciales de EE. UU. y las dos economías se necesitan. Entonces, al final del día, Washington tiene la oportunidad de mantener una discusión franca y encontrar formas de manejar la situación en forma colaborativa. Y ese instrumento (económico) es el que EE. UU. está tratando de utilizar también con los países de Centroamérica, pero ahora ellos también tienen la alternativa de China.
ARGENTINA Y WASHINGTON, UN VÍNCULO CADA VEZ MÁS SÓLIDO
-¿Cómo evalúa la relación bilateral entre Argentina y EE. UU. hoy?
-Las relaciones con Argentina son hoy mucho mejores de lo que lo fueron en el pasado reciente. Y eso realmente se debe a la presencia de dos diplomáticos increíbles: el embajador de Argentina en Washington, Jorge Argüello, y el embajador de EE. UU. en Argentina, Mark Stanley. Entonces, creo que la trayectoria de las relaciones entre nuestros dos países se está moviendo en la dirección correcta. Ahora estamos ante la oportunidad de una colaboración más profunda entre representantes del sector privado, no gubernamental, universidades y la participación de la sociedad civil. Las relaciones tienen que profundizarse y el intercambio entre nuestros ciudadanos es la mejor forma de hacerlo. Más argentinos yendo a Estados Unidos a estudiar, a educarse, a hacer negocios; y más estadounidenses viniendo a Argentina a estudiar, a hacer intercambios o comprar camisetas de Messi, como la que me pidió mi hijo cuando supo que venía a la Argentina. Para mí, es ahí donde nuestra relación necesita profundizarse.
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