“Desde la Segunda Guerra Mundial, hemos vivido bajo lo que se denomina el rules-based international order, un ‘orden internacional basado en reglas’. Sin embargo, hoy la democracia representativa se ve sometida a grandes desafíos y esas reglas están siendo cuestionadas”, afirma Joseph Humire, quien se encuentra al frente del Center for a Free Security (SFS). “La desinformación está cambiando, a nivel mundial, la percepción acerca de qué es la democracia”, añade, al tiempo que considera que “de acá a 2030 se va a definir el orden internacional de los próximos cien años”.
-¿Cómo definiría el concepto de “desinformación”?
-Ante todo, hay que diferenciar “desinformación” de “propaganda” y de lo que en inglés se denomina misinformation. En el primer caso, el de la propaganda, lo que se busca es persuadir a partir de una perspectiva tomada, que se promueve por los distintos canales de información para que sea aceptada por una audiencia. Esto no implica necesariamente mentir, sino, simplemente, difundir una posición. Tampoco hay que confundir desinformación con misinformation, que es la difusión de una noticia sin chequear la información, tomándola como verdadera aun cuando puede contener datos falsos. Eso le ocurre a todos los periodistas del mundo y puede corregirse. En cambio, cuando hablamos de desinformación, la intención es engañar a sabiendas de que se trata de una narrativa falsa. Siempre se utilizan mecanismos de engaño.
-¿Existen ciertas reglas que caracterizan a la desinformación como fenómeno?
-La desinformación era considerada una herramienta de contrainteligencia durante la Guerra Fría, ha pasado a convertirse en una estrategia de guerra, utilizada por políticos del más alto nivel en el mundo. Para comprender este fenómeno, debemos conocer sus cinco reglas básicas. La primera es exacerbar la polarización dentro de una sociedad. La segunda es negar siempre la autoría de quien difunde la información falsa. En tercer lugar, se apunta a construir redes, valiéndose de activistas digitales, expertos y académicos, para difundir la información falsa. En cuarto término, hay que saber que cualquier engaño tiene que estar basado en algún elemento de verdad para que sea aceptado por la audiencia a la que va destinado. Por último, se trata de campañas de largo plazo, cuyo resultado puede verse recién después de unos años y hasta pasadas unas décadas.
-¿Cómo se difunde esta narrativa falsa?
-La revolución informática de los últimos 20 años está cambiando nuestras vidas. Si tú eres usuario de redes sociales, puedes convertirte en un blanco vulnerable a estas campañas de desinformación. Las redes son herramientas utilizadas por las potencias extranjeras para debilitar la confianza en el sistema democrático. Hoy la red que más me preocupa es TikTok, controlada por el gobierno de China. La empresa propietaria, Bytedance, tiene su sede en Pekín y se formó con individuos que eran asesores del Partido Comunista de China. Tik-Tok, al estar sometida a las leyes de ese país, está obligada a entregar a las autoridades toda información que se considere como de “seguridad nacional”. Hoy esta red se ha vuelto muy viral y los ingresos de muchas personas, incluso en EE. UU., dependen de TikTok.
-¿Le preocupa las campañas de desinformación instaladas en nuestra región, en un período de gran convulsión social como el que vivimos?
-Nosotros hemos hecho un análisis forense digital de las protestas en Chile, que estallaron en 2019. De un ecosistema de 7,6 millones de interacciones digitales, descubrimos que tan solo el 1% de las cuentas eran responsables del 30% del contenido. Al geolocalizarlas, determinamos que el 80% de esas cuentas estaba en Venezuela. Otro estudio demostró que 4,8 millones de tweets publicados entre el 20 de octubre y el 5 de noviembre de 2019 con hashtags a favor de las protestas en Chile se originaron en Venezuela, Nicaragua y Cuba. En el caso colombiano, nuestro análisis forense reveló que más de 7000 cuentas de trolls utilizadas durante las protestas de 2021 eran administradas por granjas de bots en Bangladesh, México y Venezuela, posiblemente administradas por servidores ubicados en Rusia y China
-¿Detectaron también la presencia de actores extrarregionales?
-Hemos trabajado sobre desinformación iraní, rusa y china en América Latina. Estos tres países no son aliados convencionales, pero tienen un factor que los une: quieren cambiar el sistema político y económico de la región. Los tres países están muy sincronizados, aunque China sea la de mayor influencia económica. Sin embargo, yo señalaría el peligro de Irán porque ha sabido cómo utilizar la inmigración desde Siria y el Líbano como herramienta poderosa.
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