“Es la culminación de todo un año de trabajo”, dijo Carlos Recio, comandante del ARA Almirante Irízar. Luego de mucho trabajo y varios meses de preparativos, finalmente la tripulación emprenderá su travesía llena de desafíos. Tras el incendio en 2007, el rompehielos atravesó una serie de reformas que potenciaron sus capacidades. Hoy, la principal actividad del Irízar se enmarca en el cumplimiento de la política nacional antártica. Por eso, el buque debe llevar adelante las tareas logísticas que aseguren el aprovisionamiento, el relevo de las dotaciones de las bases y refugios en el Continente Blanco.
Un nuevo desafío
“El gran reto para los marinos en el sur es el pasaje de Drake, porque en la zona no hay tierra firme que pueda apaciguar la energía y la bravura de la naturaleza. Es tremenda la furia del mar”, cuenta Recio. En este contexto, uno de los desafíos más grandes es poder identificar los distintos tipos de hielo con los que se encontrarán, pues, para atravesarlos, deben conocer su consistencia. Esto se convierte en un factor determinante a la hora de definir el derrotero del buque.
DEF acompañó la navegación del buque desde el puerto de Buenos Aires hasta Mar del Plata. En ese trayecto, se realizaron una serie de pruebas y operaciones en cubierta. El jefe de máquinas del Irízar, capitán de corbeta David Villegas, explicó que uno de los testeos más importantes es el denominado crash stop: “Es una prueba que mide la capacidad de frenado de la unidad. Consiste en ir con sus cuatro motores principales a su máxima potencia y, en un momento determinado, aplicar la fuerza hacia atrás”.
En ese sentido, este oficial especifica que, en el Continente Blanco, el rompehielos debe cumplir con tres propósitos: asegurar la logística, contribuir a la ciencia y colaborar con el medioambiente. Por eso, en la sala de máquinas existen varios equipos destinados a la no contaminación.
Los preparativos finales
Para asegurarse, Carlos Recio indica que en todas sus pruebas debían someter al buque a las peores condiciones posibles para asegurar que el personal y el material estén a la altura de las circunstancias. Es importante e imprescindible que todas las áreas estén cubiertas para una misión de este calibre y un viaje con semejante ruedo.
Por otra parte, el rol logístico es clave durante el viaje, por lo cual el personal de servicio debe estar capacitado para satisfacer las necesidades de la tripulación a bordo, que ronda las 300 personas. Del desempeño de este equipo, dependen tanto el alojamiento como la comida, entre otras cuestiones para tener en cuenta. Además, se deben contemplar los 120 días de viaje, que no son poco.
A su vez, se realizaron distintas pruebas de vuelo con los helicópteros que transporta el buque, ya que hay adiestramientos y capacitaciones específicas para cada piloto. Estas tareas están a cargo tanto de los helicopteristas como del personal a cargo de los buques para llevar a cabo las misiones antárticas, que incluyen el reemplazo de las dotaciones y el traslado de todos los elementos necesarios para la campaña Antártica. Estas pruebas son de vital importancia para una de las misiones más fundamentales y cruciales para el Irízar luego de todas sus reparaciones. Solo queda esperar y observar cómo se desempeñará en estos primeros días de diciembre a lo largo del año.
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