Ligeros, dinámicos y con un alto poder de destrucción, los drones kamikaze se convirtieron en las nuevas estrellas de una guerra sin precedentes en el siglo XXI. Además de la OTAN y Rusia, Medio Oriente también mira con atención el desarrollo de estos dispositivos y pone sus ojos en un país clave en estos días: Irán.
Famoso por su aparición en la guerra entre Ucrania y Rusia, este tipo de armas podría definirse como pequeños misiles con una capacidad destructiva altamente eficaz. Los “drones kamikaze” o “suicidas” reciben su nombre por su capacidad de explotar y autodestruirse sobre el blanco enemigo, con el objetivo de causar el máximo daño posible.
Dado su nivel de precisión y la posibilidad de activarse solo cuando encuentran su blanco, estas armas forman parte de lo que se conoce como “loitering munitions” o “municiones merodeadoras”, diseñadas para reducir al mínimo el margen de error.
Con alcances que van desde los 1000 hasta los 2500 kilómetros, los drones kamikaze tienen posibilidades de ataque a gran distancia. Además, poseen un sistema de ubicación controlado por sensores y coordenadas a través de sistemas GPS, lo cual les garantiza una alta probabilidad de éxito en su impacto. Los especialistas señalan que, gracias a la potencia de sus motores, pueden alcanzar velocidades máximas de hasta 185 km/h.
Misiles en clave iraní
En las últimas semanas, en Ucrania, se encontraron restos de estos vehículos utilizados por Rusia. Más precisamente, los restos de un modelo: el Shahed-136. Este dron desarrollado por la industria iraní fue promocionado como “un arma capaz de neutralizar cualquier objetivo terrestre a distancia”.
Gracias a su lanzamiento múltiple y en forma de enjambre, es posible lanzar varias docenas de estos drones y sortear con éxito las diferentes defensas aéreas. El Shahed-136 fue lanzado en diciembre de 2021 por HESA, una empresa estatal de Irán, y existen sospechas de que fue utilizado en zonas controladas por grupos insurgentes hutíes en Yemen.
Según fuentes de la Casa Blanca, el gobierno de Vladimir Putin adquirió varias de estas armas y las rebautizó con el nombre de Geran-2. Los equipos de defensa ucranianos de alrededor de Kiev ya pusieron en práctica diferentes tipos misiles antiaéreos para intentar derribarlos y, a finales de octubre, revelaron haber interceptado el 60 % de los drones que ingresaron a su territorio.
Una navaja demasiado filosa
Rusia e Irán no son los únicos países con la capacidad para desarrollar este tipo de tecnología. Estados Unidos, Israel y China son algunas de las otras naciones que avanzaron en esta materia. A pocos meses de comenzar la guerra con los rusos, Ucrania recibió diferentes tipos de apoyo para enfrentar a la potencia comandada por Putin.
Los drones Switchblade 300 y 600, fabricados por la compañía norteamericana AeroVironment, se encontraban dentro de los materiales que llegaron a manos de las Fuerzas Armadas ucranianas. A diferencia de sus pares ruso e iraní, estas armas miden entre 60 centímetros y poco menos de un metro y medio, tienen un peso máximo de 22 kilogramos y, dependiendo del modelo, poseen una autonomía de aproximadamente 40 minutos. Su velocidad de crucero es de 101 kilómetros por hora, y alcanzan los 161 kilómetros por hora en su sprint final.
El otro dron militar que utiliza Ucrania es el Bayraktar, más precisamente el modelo TB2, de fabricación turca. El TB2 mide 12 metros de ancho y alcanza velocidades de hasta 136 kilómetros por hora. Si bien no es el más rápido de su tipo, el costo de su producción (cercano a los 2 millones de dólares) y su tasa de efectividad lo convierten en un arma temible. Además de las cargas, es ideal para llevar adelante misiones de reconocimiento gracias a su equipamiento, cámaras y sensores digitales.
El desarrollo de estos dispositivos avanza a cada vez a más velocidad y los sistemas de defensa antiaéreos deben aumentar su capacidad de detección y derribo. El componente iraní no pasa desapercibido en todo este escenario bélico, lo cual despierta temores por su posible utilización en distintos conflictos en esa región.
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