A lo largo de cinco días, la Armada Argentina desplegó 600 efectivos y cerca de una decena de buques y seis aeronaves para realizar un ejercicio naval integrado, con el objetivo de evaluar las maniobras operativas conjuntas. La flota de mar de esta Fuerza fue la protagonista de estas actividades que se llevaron adelante en el Mar Argentino, que baña las costas bonaerenses y que se iniciaron con la orden de adiestramiento “Miaplácidus II”.
Los ejercicios se realizaron en distintas etapas y, desde el destructor ARA “Sarandí”, buque insignia de la flota de mar, DEF pudo presenciar una de ellas: la jornada comenzó con el movimiento de aeronaves propias que detectaron la presencia de un enemigo simulado. Posteriormente, blancos propios –con poder logístico– fueron atacados por las aeronaves de la fuerza oponente, oportunidad en la que se procedió a la defensa de los buques con el tiro de armas tubulares y maniobras tácticas. Como explicó el comandante de la flota, el contraalmirante Carlos María Allievi, durante el último día de la instrucción se incluyó a las tropas de infantería de marina para poder llevar adelante operaciones anfibias.
En ese contexto, el comandante de la Aviación Naval, el comodoro de marina Juan Alberto Mercatelli, explicó que las aeronaves de la Fuerza son aptas para ir a bordo de un destructor, corbeta o patrullero. “La Armada Argentina doctrinariamente maneja el concepto de poder naval integral, es decir, une los distintos tipos de medios navales, aéreos e infantería de marina”, resumió.
Una simulación de combate
En el Centro de Información de Combate, uno de los espacios del destructor, los efectivos se ubicaron frente a pantallas de radar, cartas y monitores. Lo único que se pudo escuchar fueron distintos sonidos que indicaban los movimientos operativos; desde este lugar, se llevan adelante la guerra electrónica, la antiaérea y la antisuperficie. Durante todo el ejercicio, el personal participante cubrió sus manos y cabeza con material ignífugo, puesto que debe estar preparado para un potencial ataque.
“Desde la Escuela Naval, recibimos adiestramiento de este tipo, y sabemos que primero hay que colocarse la ropa interior y los borceguíes para evitar quemarse. Además, hay que saber cuántos escalones existen y cuáles son los lugares de evacuación para poder moverse en la oscuridad durante una situación de emergencia, ya que, bajo el humo, no se puede ver nada. Ahora, ellos están en un ambiente predispuesto a afrontar la peor de las situaciones”, explican desde el buque.
En el Centro de Información, se encontraba el teniente de navío Juan José Rivero. Él, junto a un operador, fue quien coordinó la búsqueda de submarinos enemigos. “Esta es una tarea compleja porque utilizamos el agua como medio para transmitir el sonido, pero sus particularidades –como la salinidad y la temperatura– hacen que este no vaya directo, sino que tenga ondulaciones. El submarino sabe eso y busca zonas donde la propagación del sonido no llegue. El rol del operador es saber cómo viajarían esos rayos sónicos y buscar en la zona donde el submarino se ocultaría”, comenta. Además, aclara que, en caso de ser localizado, se debe hacer la clasificación de la nave y averiguar su orientación y distancia para efectuar el ataque con torpedos.
Valor estratégico
El jefe de la Armada, almirante Julio Horacio Guardia, presenció las actividades y, en diálogo con DEF, señaló el papel clave de la flota de mar para nuestro país, no solo por la extensión de nuestro litoral marítimo, sino también por los recursos. “Tenemos unidades fluviales, marítimas, antárticas y australes, y cada una se adapta al entorno geográfico donde realiza sus actividades, dado que es necesario contar con medios que aseguren un adecuado control de las actividades que se desarrollan en ese lugar”, indicó.
En palabras de Guardia, a esta etapa del adiestramiento, la precedió una que se enfocó en la preparación de las distintas unidades por separado. Una vez consolidado este estadio, se continuó con el ejercicio conjunto, ya que, normalmente, los buques no operan de forma individual.
Además, el titular de la Fuerza mencionó la recuperación –concretada– de distintas unidades de la mano del Fondo Nacional de la Defensa (FONDEF). En ese sentido, subrayó que, desde la implementación de la ley, pudieron avanzar en distintos proyectos, como la adquisición de aeronaves B-200 y nuevos helicópteros Sea King que permitirán un salto de calidad en la aviación naval. El oficial también señaló que la Armada pretende incorporar aviones P-3 para exploración marítima y sumar vehículos blindados cuya logística de mantenimiento podría unificarse con la del Ejército Argentino. Dentro de esos proyectos, también se encuentra la construcción de un buque anfibio multipropósito.
Taiana: “Debemos actualizar el sistema de armas”
Durante la navegación, el titular de la cartera de Defensa, Jorge Taiana, explicó que en este ejercicio participó la corbeta ARA “Rosales”, recientemente modernizada por Tandanor (en el marco del FONDEF), y el patrullero oceánico “Contraalmirante Cordero”, el último de los cuatro buques de este tipo adquiridos por Argentina. “Hay una Armada operativa que queremos mejorar y a la que queremos dotar de mejor y más armamento y unidades”, afirmó el ministro, quien también señaló que existen tres prioridades en cuanto a adquisiciones vinculadas a esta Fuerza: “Debemos actualizar el sistema de armas, sumar la capacidad que nos daría la aeronave P-3 y la capacidad submarina”.
Con respecto a la mejora de los sistemas de armas, el funcionario señaló la importancia del plan a 10 años para compra de municiones. “Lo anunciamos para darles seguridad a los miembros de las Fuerzas y también porque necesitamos prever el gasto, tener proveedores y desarrollar una red de pequeños y medianos empresarios en el área de producción para la defensa. Para eso, hay que tener previsibilidad”, añadió.
Respecto a la posibilidad de la adquisición de un submarino para la Armada, Taiana respondió: “Hubo viajes; yo mismo estuve en Francia y en Alemania, en los astilleros que los fabrican. Hay mucho debate técnico sobre sus características, sobre cuánto se puede hacer acá, cuánto allá y sobre la formación de la gente. Nosotros queremos que una parte se haga acá, con ciertas características, pero hay que debatir”.
Además, señaló que un tema clave es el de la transferencia tecnológica, sumado a los plazos y al financiamiento. “Hay que pensar en qué es lo que queremos los argentinos: queremos recuperar la capacidad submarina porque tenemos un mar muy extenso y esta capacidad es importante, ya que brinda proyección y potencial de defensa y carácter disuasivo. Son discusiones complejas, pero se están trabajando. La construcción de este tipo de naves es un proceso lento y largo, lo importante es que se avance”, agregó.
Mujer y comandante
A bordo del Sarandí, se encontraba la teniente de navío Estefanía Moreni. Oriunda de la provincia de Mendoza, recientemente fue distinguida por la Armada por haber sido una de las primeras mujeres en llegar a ocupar el cargo de comandante. Debido a esto, existe una iniciativa del Senado que busca reconocerla por este mérito.
Moreni entró a la Fuerza en el 2007, tras finalizar la escuela secundaria: “Mi intención era ser militar, y la mejor oferta fue la de la Armada. Me daba la posibilidad de ser aviadora, naval o infante de marina”. Ella comenta que la decisión no le fue fácil, dado que no conocía a nadie dentro de la Fuerza y que, además de ser la única hija mujer de sus padres, es la mayor de sus hermanos. “No querían dejarme ir. De hecho, yo nunca había salido de la provincia. La realidad es que, cuando mi padre me visitó en la Escuela Naval y me vio con el uniforme, se sintió super orgulloso. Lo aceptaron y me acompañan”, confiesa.
Tras egresar, estuvo destinada en distintos buques de la Armada. Luego, llegó el momento de encabezar la tripulación de la “Punta Mogotes”. Paralelamente, algunas otras mujeres de la Fuerza ocuparon puestos similares. “Yo soy de la sexta promoción de mujeres. Nunca tuve diferencias ni inconvenientes de adaptación. Al contrario, siempre fue todo muy parejo”, cuenta, al tiempo que relata que está casada con otro marino y que tiene una hija de siete años. Mientras ella permanece a bordo, él está en tierra junto a la niña.
“Estoy muy orgullosa de la carrera que elegí. La Armada me acogió desde pequeña y me brindó la oportunidad de estar en destinos operativos y de poder realizar varias actividades con otras Armadas”, cerró.
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