Cada 24 horas, cerca de 8000 personas son detenidas por intentar ingresar de manera ilegal a los Estados Unidos. Desesperados y escondidos en camiones, o peregrinando durante la noche profunda, cientos de miles buscan cruzar una de las zonas más vigiladas de todo el mundo.
Pese al peligro que representa cruzar ilegalmente, cada vez son más los migrantes que abandonan su país y huyen a los Estados Unidos sin documentos. Según un registro oficial, durante el mes de julio, detuvieron a casi 200.000 extranjeros a lo largo de la frontera sur estadounidense: la cifra representa una disminución del 4 % respecto a junio, cuando se encontró a más de 207.000.
La mayoría proviene de distintos países de América Latina, sobre todo de México, Venezuela, Cuba y Nicaragua. En el muro, que el expresidente Donald Trump promocionó como “inescalable”, se produjeron más de 1000 muertes desde que el mandatario Joe Biden asumió su presidencia.
El año 2021 fue trágico: de acuerdo a los datos de la ONU, 728 personas encontraron la muerte intentando cruzar la frontera. En lo que va de 2022, los decesos ya suman más de 300.
Una frontera infranqueable
Unos 1123 kilómetros, esa es la extensión de terreno que separa México de Estados Unidos. La zona es altamente vigilada y tiene controles muy difíciles de sortear. Incluye tres barreras de contención, iluminación de alta intensidad, detectores de movimiento y vigilancia permanente con camionetas todoterreno y helicópteros.
Nada de esto detiene a quienes están desesperados y sueñan con encontrar una vida mejor. Sin embargo, cruzar la frontera puede ser letal. En junio pasado, 53 migrantes que intentaban entrar ilegalmente escondidos en un camión aparecieron muertos en un container asfixiados por el calor en San Antonio. La mitad de ellos provenía de México, el resto era de Honduras, Guatemala y El Salvador.
Cruzar la frontera a pie tampoco es sencillo. Los miles de kilómetros, sumados al calor y al terreno extremo, pueden resultar fatales. Así fue como este año encontraron la muerte 27 migrantes indocumentados en el desierto de Arizona.
Un caso emblemático fue el del migrante salvadoreño Oscar Alberto Martínez Ramírez, quien, en 2019, se ahogó intentando cruzar el río Grande junto a su hija de dos años. La foto de sus cuerpos flotando en el agua dio la vuelta al mudo.
Otro dato que alarma a las autoridades de la Casa Blanca está vinculado a las bandas criminales que ofrecen cruces por lugares ilegales a cambio de un elevado monto de dinero y que, muchas veces, abandonan a los migrantes en medio del desierto.
En busca de una solución
Hasta el momento, parecería que la única forma de poner fin a esta situación es reforzar la cooperación internacional entre los actores dentro de los países de origen, tránsito y destino. Mientras tanto, los migrantes seguirán intentando cruzar una y otra vez, tomando decisiones cada vez más arriesgadas, para evitar ser detectados.
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