Opinión: La OTAN lanza su nuevo concepto estratégico y cobra fuerza la amenaza de una nueva Guerra Fría con Rusia

La Alianza Atlántica fijó sus nuevos lineamientos estratégicos en la reciente cumbre de Madrid. ¿Cómo analiza la configuración global la entente militar más duradera de la historia?

La OTAN configura la alianza militar de mayor duración en la historia (AFP)

Al discurrir sobre la estrategia, Carl von Clausewitz sostuvo que las decisiones estratégicas exigen mayor fortaleza de espíritu que las tácticas. La Organización del Atlántico Norte (OTAN) ha demostrado esa fortaleza al firmar el nuevo concepto estratégico en la cumbre de Madrid, los pasados 29 y 30 de junio. Desde su creación, la OTAN desarrolló un sofisticado y complejo proceso de toma de decisiones, así como un inusitado avance tecnológico militar. Ambos desarrollos, militar e institucional, hicieron de la OTAN una formidable máquina de guerra que cumplió su función disuasoria.

Más aún, se cree que esta organización permitió a las potencias de Occidente ganar la Guerra Fría al mínimo costo. Al desaparecer la Unión Soviética, realizó un cambio de rumbo muy importante. Frente a la desaparición de su enemigo, la Alianza cambió su concepto estratégico, modificó su misión y alteró su estructura. Los expertos dijeron que, en realidad, la OTAN cambió su naturaleza inicial de defensa colectiva y se acercó a una concepción que incorporó funciones de seguridad colectiva.

En 1999 la Alianza incorporó a Polonia, Hungría y República Checa, y abrió el debate sobre el ingreso de otra tanda de candidatos que, finalmente, se produjo a medida que los países desarrollaban los cambios exigidos en materia política y militar. Estas decisiones pusieron al descubierto la voluntad atlantista de expandirse hacia Europa Central, pero también la decisión de los antiguos países del Pacto de Varsovia de huir del control ruso.

LOS BALCANES, PRIMERA PRUEBA POST GUERRA FRÍA

Durante la década del 90, frente a los sucesos de la ex-Yugoslavia, la OTAN intervino de manera muy tímida al principio. Sin embargo, los líderes europeos se vieron presionados por sus sociedades para frenar las violaciones de los derechos humanos en los Balcanes y al advertir la posibilidad de que el conflicto se saliera de madre. En una etapa intermedia, la OTAN se involucró en Bosnia Herzegovina y, cuando Milosevic los desafió abiertamente con su política agresiva en Kosovo, se lanzó un ataque aéreo masivo sobre Serbia.

La OTAN accionaba militarmente por primera vez. Como resultado de esas acciones, la Alianza mantuvo dos teatros de operaciones, en Bosnia y Kosovo, para mantener un ambiente seguro y, con apoyo de la comunidad internacional, desarrollar instituciones políticas, sociales y económicas que dieran viabilidad a la Región. Más adelante, en 2010, cambió nuevamente su estrategia y extendió su poder militar fuera de Europa. Esto se vio reflejado en la participación en Afganistán.

"La intensa sensación de amenaza de los países europeos frente a la reciente invasión rusa a Ucrania impulsó un nuevo cambio en la estrategia del la OTAN", asegura el autor (AFP)

UCRANIA, ¿UN CONFLICTO BÉLICO DE LA GUERRA FRÍA?

Al producirse la invasión rusa a Ucrania, parece haber regresado a su concepción inicial. El general estadounidense David Petraeus considera que la guerra en Ucrania es una guerra de la Guerra Fría. El artículo 5 de la Carta de la Alianza Atlántica reza: “Las partes acuerdan que un ataque armado contra una o más de ellas en Europa o América del Norte se considerará un ataque contra todas ellas y, en consecuencia, acuerdan que, si se produjese un ataque armado de ese tipo, cada una de ellas, en ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectiva reconocido en el artículo 52 de la Carta de las Naciones Unidas, ayudará a las partes atacadas tomando de inmediato, individualmente y en concierto con las demás partes, las medidas que considere necesarias, incluido el uso de la fuerza armada para restablecer y mantener la seguridad de la zona del Atlántico Norte”.

En sí misma, la creación de la OTAN fue un hecho formal, concretado en abril de 1949, en el que se establecieron las obligaciones militares de asistencia recíproca a cualquiera de sus miembros que fuera atacado. El acontecimiento decisivo para la instauración de la defensa colectiva lo constituyó la percepción de amenaza de la Unión Soviética, especialmente por su manera de avanzar sobre Europa Central. El punto más alto de ese avance fue la crisis de Berlín de 1948. En ese momento, se determinó un límite geográfico para la operación de la OTAN, lo que ocasionaría posteriores debates sobre lo que significaba operar “dentro” o “fuera” del área de la Alianza.

Ambos conceptos, mutuo apoyo y delimitación geográfica, fueron establecidos para garantizar una credibilidad que proveyera seguridad militar a sus miembros. El artículo antes citado es el corazón de la OTAN, pero fue su capacidad para cambiar lo que le permitió sobrevivir a lo largo de los años, al punto de convertirse en la alianza militar de mayor duración en la historia. La intensa sensación de amenaza de los países europeos frente a la reciente invasión rusa a Ucrania impulsó un nuevo cambio en su estrategia.

LA CUMBRE DE MADRID, UN NUEVO COMIENZO PARA LA ALIANZA

El concepto estratégico surgido de la cumbre de Madrid lanza una señal de cambio en las prioridades de la alianza militar. Como declaró el secretario de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, se trata de la mayor revisión de la disuasión y defensa colectiva desde la Guerra Fría. Este ex primer ministro de Noruega dejó su aburrido país y el banco donde acumulaba fortuna, para emplearse en esta organización tan compleja, donde todas las decisiones se toman por unanimidad. Ahora que podría retirarse a una vida más tranquila, debió ocuparse de preparar a Europa para la guerra.

El documento firmado expresa la visión actual de la OTAN: Rusia es identificada como la amenaza más inminente y no excluye la posibilidad de un ataque. Asimismo, declaró que China desafiaba los intereses, la seguridad y los valores de los aliados. Ambos regímenes autoritarios desarrollan una asociación estratégica que produce un retroceso en el orden internacional basado en reglas, sostiene el documento. Además, se aceptó la incorporación de Suecia y Finlandia, luego de una maratón diplomática para convencer a Turquía. Recep Tayyip Erdogan, el presidente turco, vetaba el ingreso por un supuesto sostén de las milicias kurdas, pero aceptó al recibir la seguridad de que estas fuerzas no serían apoyadas. La gran duda de Turquía, país que parecía alejarse de Occidente con sus políticas antidemocráticas y nacionalistas y sus compras de armamento a Rusia, quedó develada.

El documento firmado en la cumbre de Madrid expresa la visión actual de la OTAN: Rusia es identificada como la amenaza más inminente y no excluye la posibilidad del ataque (Archivo DEF)

Lo que ha surgido de la Cumbre de Madrid es una nueva política de defensa europea, muy diferente de lo que había quedado de aquella reunión donde Emmanuel Macron sostuvo que la OTAN padecía de muerte cerebral. El presidente Joe Biden impulsó estos cambios y trabajó en varios frentes. Se reunió con los líderes militares de la OTAN; luego, con la Unión Europea, para discutir la cuestión económica; y, finalmente, con los integrantes del G7, para coordinar las políticas. El líder de Occidente respondió así a una nueva realidad geopolítica en Europa, una confrontación a largo plazo con una potencia revisionista que desea cambiar la situación actual mediante el empleo de la fuerza militar. Como se publicó en The Washington Post: “Cualquier cosa que suceda durante el mandato del presidente Biden, sin importar cuánto dure ese mandato, los eventos de esta semana en Europa asegurarán que su presidencia sea trascendental”.

RUSIA Y CHINA, EL NUEVO EJE EUROASIÁTICO

Andrés Serbin viene advirtiendo sobre las estrategias de Rusia y China en artículos compilados en un interesante libro, Guerra y transición global. Allí se puede observar cómo la fórmula de Eurasia, por parte de Rusia, y del Camino de la Seda, por parte de China, se desarrollan para oponerse a Occidente. Los movimientos, las alianzas y los encuentros entre Putin y Xi Jinping, que el autor expone detalladamente, permiten entender cómo se gestó la guerra en Ucrania. La invasión dejó al descubierto las ambiciones rusas, y los líderes occidentales reaccionaron con los cambios que se resolvieron en Madrid.

El concepto estratégico de la OTAN ahora se complementa con la estrategia del Indopacífico, destinada a mantener un espacio abierto y libre frente a las apetencias chinas, y el acuerdo AUKUS para proveer submarinos atómicos a Australia. Como dice el autor, “en la actualidad, se ha desplegado un espectro de narrativas –como expresiones de los intereses geoestratégicos de diversos actores y elites– que divergen en sus percepciones, concepciones y propuestas en torno al multilateralismo”.

Como consecuencia de la invasión rusa y de las movidas estratégicas de ambas potencias, la OTAN llevará adelante una reorganización total de los medios militares. En 2014, la Alianza desplegó cuatro grupos de batalla en Polonia y los estados bálticos. En las semanas previas a la invasión, fueron reforzados, pero este despliegue pensado para disuadir fue cambiado al antiguo esquema de la Guerra Fría: defensa avanzada. Cuatro nuevos grupos de batalla se establecieron en Bulgaria, Hungría, Rumania y Eslovaquia, con la idea de detener una invasión. Los grupos de batalla aumentarán sus efectivos hasta el nivel de brigada, llevándolos a 3000 hombres.

Estados Unidos enviará dos cruceros a la base de Rota, en España; aviones F-35 y el cuartel general del Quinto Cuerpo a Polonia, en lugar de una brigada a Estonia. También enviará misiles Patriot a Polonia, mientras los Países Bajos y Alemania los envían a Eslovaquia. Francia sumará seis cañones Caesar a los doce ya entregados a Ucrania, que tanta eficacia han demostrado en combate. Los países bálticos no quedaron conformes con este despliegue, ya que las tropas permanecerían en los EE. UU. por el momento. Sin embargo, la primera medida de todo despliegue es establecer el comando y control para que después lleguen las tropas. Así hizo la superpotencia para recuperar Kuwait, envió un puesto de comando con tropas de protección hasta que llegaron los contingentes.

El presidente Joe Biden impulsó los cambios para una nueva política europea de defensa (AFP)

CAMBIO ESTRATÉGICO: RUSIA, UNA AMENAZA A LARGO PLAZO

Los estados miembros incrementarán el número de tropas en Europa de 40.000 a 300.000 en treinta días. La OTAN tiene dos comandos: el Comando Aliado del Atlántico (SACLANT) y el Comando Aliado en Europa (SHAPE). Este último constituye el comando militar integrado de los países miembros, bajo las órdenes de un comandante supremo de Europa (SACEUR). Fue creado el 4 de abril de 1949, luego de la firma del Tratado del Atlántico Norte por los trece países iniciales.

El presidente Truman designó primer SACEUR a Dwight Eisenhower, quien instaló la sede del Comando en el Hotel Astoria de París. Poco tiempo después, en abril de 1951, SHAPE se mudó a Rocquencourt, un lugar cercano a Versalles. Posteriormente, debido a la decisión del presidente De Gaulle de retirar las fuerzas francesas de la OTAN, SHAPE debió trasladarse a un predio ofrecido por el gobierno de Bélgica. Desde el 31 de marzo de 1967, el Comando se encuentra establecido a 55 kilómetros de Bruselas, en un lugar próximo a la localidad de Mons. El Comando Supremo Aliado en Europa, SHAPE, es el protagonista cuando la OTAN entra en acción en el Viejo Continente, como se vio en 1999 cuando Serbia fue obligada a capitular.

El presidente Joe Biden nombró comandante supremo europeo a un general muy calificado, que habla ruso, italiano y francés, Christopher Cavoli. Este general multicondecorado, que realizó estudios sobre Rusia y Europa del Este en la Universidad de Yale, y tuvo mando en combate en la guerra del Golfo, en Bosnia y Afganistán, deberá desarrollar planes de defensa regionales. Son muy extensas las fronteras que debe defender Cavoli, a las que se suman 800 millas al norte con la incorporación de Suecia y Finlandia a la Alianza.

Los países de OTAN han cambiado drásticamente su estrategia. De apoyar a Ucrania, misión que se mantiene, pasaron a crear una política para enfrentar una amenaza a largo plazo. En ese sentido, la incorporación de Suecia y Finlandia constituye una primera victoria política. Rusia es peligrosa para Occidente y los países se unieron para desarrollar una estrategia para defenderse. China pasó a ser un desafío y entró definitivamente en el radar militar de Europa.

UNA NUEVA BIPOLARIDAD, CON UN TERCERO INCÓMODO

Todos confían en que Ucrania se mantenga en la lucha y desarrollan tareas logísticas muy complejas para abastecer de armas y municiones. Nadie sabe cómo terminará esa guerra, pero la cumbre de Madrid representa un problema grave para la estrategia rusa. En el largo plazo, dependerá de la firmeza de los países para implementar los cambios, la capacidad de los gobiernos para convencer a sociedades epicúreas de sostener los gastos militares aun cuando se les pase el susto y deseen volver a sus vidas placenteras. Las sociedades posmodernas, pacifistas, posmilitares que mencionaban Charles Moskos y Colin Gray, deberán aguantar el aumento del combustible, de la inflación y estar dispuestas a luchar por su libertad.

Los encuentros y las alianzas de Putin y Xi Jinping permiten entender como se gestó la guerra en Ucrania (Archivo DEF)

La Guerra Fría se desarrolló en términos ideológicos, y los EE. UU. deseaban una Europa libre, mientras Europa Occidental necesitaba de los recursos norteamericanos para relanzar su economía devastada por la Segunda Guerra Mundial. La estrategia norteamericana se basó en dos pilares, la creación de la Alianza Atlántica y el Plan Marshall. El trato entre ambas orillas del Atlántico prefiguraba que Europa sería ayudada solo si se ayudaba a sí misma, en términos económicos y militares.

Hoy parece repetirse la situación. La diferencia estriba en el disímil tipo de bipolaridad. En la Guerra Fría, existía un solo enfrentamiento estructural, entre los EE. UU. y la Unión Soviética. Todos los demás conflictos estaban subordinados a esta situación especial en el escenario internacional. Ambas potencias podían controlar a sus aliados en sus extendidos rangos de influencia, dividiéndose literalmente el mundo. La estructura actual, según los especialistas, avanza hacia la bipolaridad entre los EE. UU. y China. Rusia es una tercera potencia que actúa como free rider, pero es aliada de China. Resulta difícil pensar en la multipolaridad que estas potencias autoritarias predican. Europa tomó conciencia de esta circunstancia y decidió volver al mundo realista. Resulta difícil también pensar hacia dónde iremos nosotros en este mundo en guerra.

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