La última visita de una delegación de funcionarios de alto rango argentinos a Israel tuvo una significación especial para todos los que nos dedicamos a la actividad agropecuaria. Fue, en ese sentido, un primer paso para generar un proceso sinérgico de cooperación en el sector de la agrotecnología (agtech).
Una rápida revisión de las noticias del agro en la prensa argentina nos muestra un sector que se encuentra en permanente búsqueda de soluciones innovadoras para producir más con menos. En otras palabras, buscar exprimir hasta la última gota del limón de las ventajas comparativas del campo argentino.
LOS EFECTOS DEL AVANCE DE LA FRONTERA AGRÍCOLA
La actividad agropecuaria argentina es de tipo extensivo. De los más de 37 millones de hectáreas sembradas, cuatro granos representan la mayor parte de la superficie cultivada del país: trigo, maíz, girasol y soja. El sector agropecuario genera uno de cada seis puestos de trabajo. Además, hoy es uno de los de mayor importancia en cuanto a generación de divisas a través de las exportaciones.
En este contexto, la agricultura argentina de los últimos años transitó un proceso de profesionalización y adopción de paquetes tecnológicos basados en el uso de transgénicos, resistencia al glifosato y siembra directa, entre otras innovaciones. Esos avances le permitieron seguir manteniendo esquemas de producción extensiva de los cuatro granos predominantes, como así también esquemas de dos cultivos (por ejemplo, la rotación trigo-soja) y sistemas de producción mixtos en los que se combinan la producción de granos con la ganadería extensiva.
Como resultado del proceso, las fronteras agrícolas se ampliaron y, desde fines de la década de 1990 hasta 2020, la superficie destinada a la agricultura ha aumentado en más del 50 %. Esto generó una importante presión sobre el ambiente y, al igual que en otras regiones del planeta, se comienzan a sentir los efectos del deterioro de los recursos. Esto representa un verdadero desafío para el sector agrícola argentino.
Estos sistemas de producción tienen sus consecuencias: erosión de los suelos, descenso en el contenido de materia orgánica y nutrientes, procesos de salinización en regiones que fueron desmontadas y zonas con riesgos hídricos. A esto debemos sumar el daño generado por el uso excesivo de agroquímicos y fertilizantes, estos últimos especialmente en cultivos hortícolas de alto valor agregado, a los que se suma una agresiva labranza del suelo y, en muchos casos, el uso no controlado de agroquímicos.
LA INNOVACION TECNOLÓGICA
A diferencia de Argentina, el modelo de producción agrícola israelí se desarrolló en una situación de permanente escasez de recursos naturales, como el agua, el suelo y la energía. El permanente incremento de la población, junto con una mejora del nivel de vida, generaron, a lo largo de los años, un constante aumento en la demanda y una exigencia de mayor calidad de los alimentos. Esto son dos factores de gran influencia en las características del sector, que además suma una compleja situación geopolítica que obligó al sector a dar respuestas a la problemática relacionada con la seguridad alimentaria bajo condiciones de escasez de recursos. Esta particular situación llevó a las autoridades a comprender rápidamente que el desarrollo del sector estaba estrechamente ligado a la adopción de tecnologías que dieran respuesta a la problemática existente.
El dictado de políticas públicas para dar respaldo a este desarrollo durante las primeras décadas, luego de la creación del Estado en 1948, fue acompañado por programas de capacitación e investigación agrícola que, debido a las condiciones existentes, debían desarrollar conocimientos locales para dar soluciones que la investigación proveniente de otras regiones no estaba en condiciones de proporcionar. De esta forma, se contribuyó a diferenciar la agricultura que se desarrollaba en Israel de la existente en el resto de la región. La agricultura comenzó a romper su dependencia de las lluvias y, en los diez años posteriores a la independencia, se logró cuadriplicar la superficie agrícola bajo riego. Con relación directa a este logro, se produjeron mayores cantidades de alimentos, lo cual permitió asegurar el suministro diario de frutas y verduras a una población en franco crecimiento.
Estos hechos constituyen uno de los pilares que, junto a importantes inversiones a lo largo de los últimos años en programas de incubadoras, han respaldado la investigación y el desarrollo de tecnologías innovadoras en Israel. Se ha logrado desarrollar un ecosistema a través del cual se canalizan emprendimientos innovadores en diferentes áreas de la industria. Ellos se transformaron en motores para el desarrollo económico israelí y hoy permiten producir más con menos, lo que ha conseguido transformar al sector agrícola israelí en el más competitivo.
LA AGROTENCOLOGÍA, UNA SOLUCIÓN INTELIGENTE
Los últimos años encuentran al sector agrícola de ambos países transitando procesos de cambio. En el caso israelí, una serie de circunstancias ha hecho que se verifique una disminución en la participación de los ingresos del país por la exportación de productos agrícolas y un crecimiento importante en la participación de la agrotecnología. Entre sus causas, podemos identificar los procesos de globalización y de apertura a mercados de alta competitividad, la desaceleración en el aumento de tierras adaptadas para el laboreo agrícola y el aumento significativo de la edad promedio de los agricultores, así como un bajo ritmo de recambio generacional.
En Argentina, el sector agrícola se enfrenta al desafío de incrementar productividad de manera sostenible, aumentando la eficiencia en el uso de los recursos e insumos. Para ello, los sistemas de producción extensivos deberán transitar el camino que les permita salir de una agricultura de insumos para ingresar en una agricultura basada en el manejo de datos y entendimiento de los procesos.
En este contexto, Israel se posiciona como una importante plataforma innovadora de agrotecnologías que ofrece soluciones para el manejo de múltiples datos generados por sofisticados sensores a nivel de finca, parcela o animal. Estos datos son procesados para generar información, un insumo clave para el manejo eficiente e inteligente que da respuestas y soluciones en tiempo real.
El futuro desarrollo de la agricultura argentina deberá basarse en el uso de tecnologías que permitan procesos de intensificación sostenible. Es ahí donde ambas agriculturas, la argentina y la israelí, pueden encontrar un punto de conexión. Hoy todavía el sector agropecuario argentino ve la agrotecnología (agtech) israelí como una posibilidad lejana, costosa y, básicamente, como algo que habla solo el idioma de la agricultura intensiva y no el modelo de producción argentino. Por su parte, la agricultura argentina representa, a los ojos de la agtech israelí, una oportunidad que no logra ser aprovechada. El presente nos obliga a revisar esta aparente incompatibilidad, para generar un proceso sinérgico entre ambos ecosistemas.
Desde el punto de vista profesional, la oferta de agrotecnologías existentes en el sector nos permite dar soluciones inteligentes a lo largo de toda la cadena de producción.
Sin dudas, la agrotecnología es el mejor socio para que la agricultura pueda reducir costes, mejorar la rentabilidad de los cultivos y disminuir el impacto ambiental tanto en pequeñas como en grandes explotaciones. Buscar soluciones coherentes que aseguren estos objetivos es, sin lugar a dudas, nuestra verdadera prioridad.
* El autor es director del Departamento de Relaciones Exteriores y Cooperación Internacional del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural de Israel, y escribió este artículo para DEF.
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