El tratamiento de la basura es y siempre fue un problema en el que nadie quiere pensar. Pero es inevitable preguntarse, con frecuencia, adónde va todo lo que desechamos. ¿Qué recorrido hace el shampoo una vez utilizado? ¿Y los residuos que no se pueden reutilizar?
En Argentina, los datos pueden resultar impactantes: cada día producimos 1,15 kg de basura por habitante, lo que implica unas 54.000 toneladas. De ellas, según la ONU, el porcentaje que se recicla es apenas el 6 %. ¿Y el resto? En su mayoría, su destino son los basurales a cielo abierto, de los que, según informa el Estado Nacional, hay 5000 en todo el país.
DEF dialogó con Pablo Schamber, antropólogo, investigador independiente del CONICET-UNQ-UNAJ-UNLa y autor del libro De los desechos a las mercancías: una etnografía de los cartoneros, sobre el tratamiento de residuos sólidos, los basurales a cielo abierto y la práctica del reciclaje.
-La provincia de Buenos Aires genera 20.000 toneladas de residuos por día. ¿Adónde van esos residuos? ¿Hay una política de separación?
-Depende de qué parte de la provincia se hable. En el conurbano y el área metropolitana, hay un sistema de disposición regional coordinado por el CEAMSE, mediante el cual la disposición se realiza en rellenos sanitarios. Esto es así desde el año 1977, cuando se fueron agregando distintos municipios. Después, en el interior, depende de la jurisdicción: algunas disponen de rellenos sanitarios, y otras utilizan basurales a cielo abierto.
EL PROBLEMA DE LOS BASURALES A CIELO ABIERTO
Esta forma de tratar los residuos es, sin duda, perjudicial. No solo no dispone de las medidas de seguridad adecuadas, lo que permite que se hallen sustancias y objetos patogénicos y peligrosos, sino que tampoco cuenta con suelo impermeabilizado. Dicha carencia produce más de un problema: en primer lugar, líquido lixiviado, es decir, una combinación entre el agua de lluvia y la descomposición de los residuos que es absorbida por el suelo y contamina fuentes de agua potable.
Otra consecuencia es la emisión de gases de efecto invernadero, sobre todo biogás, una mezcla de metano y dióxido de carbono. Hoy por hoy, el Estado Nacional informa la existencia de unos 5000 basurales en todo el país, aunque diversas organizaciones denuncian que hay alrededor de 20.000.
-¿Qué soluciones hay a la vista para los basurales a cielo abierto?
-El tema es así: si lo medimos en función de los 2000 y pico de municipios que tiene Argentina, la mayoría dispone los residuos en basurales a cielo abierto, pero como en los grandes centros urbanos hay rellenos sanitarios, hay un porcentaje mayor de la población que está atendida por rellenos sanitarios. Rosario, Córdoba el AMBA, Mar del Plata, Bahía Blanca, Mendoza. Con eso se cubre un porcentaje superior a la mitad en términos de población. Ahora, si lo contamos en términos de cantidades de localidades donde existe un grupo humano que genera residuos, lo que predomina son los vertederos. Argentina ha contraído ya desde hace un par de décadas, o por lo menos 15 años, créditos internacionales con el Banco Interamericano de Desarrollo o el Banco Mundial, con el propósito de financiar la apertura de rellenos sanitarios y sanear viejos basurales. Hay una tendencia en ese sentido a que esas obras de infraestructura se instalen y reemplacen a los basurales.
-¿El relleno sanitario es una alternativa superadora?
-Sí. Está bastante aceptado. De hecho, hay resoluciones de COFEMA, una autoridad ambiental colegiada creada en la última reforma de la Constitución, en la que están todas las autoridades ambientales de cada jurisdicción del país, donde se establece que lo mejor que se puede hacer con los residuos que no se hayan podido valorizar de alguna manera es disponerlos en rellenos sanitarios. Es una idea bastante extendida en términos de disposición final de los residuos, después de haberse agotado las instancias de valorización de las diferentes corrientes de residuos. Así que ese es el método de ingeniería sanitaria que se ha encontrado hasta el momento como menos ambientalmente dañino, porque, en la medida que esté bien construido y manejado, hay impermeabilización del fondo, captación de los líquidos, testeo de los gases, control de vectores y una serie de monitoreos que lo vuelven una alternativa superadora.
-¿Cuáles son hoy los principales desafíos en cuanto a la gestión de residuos sólidos?
-En nuestro país, de qué manera se va a financiar el cambio en la gestión de los residuos más favorable al reciclaje es el principal desafío, y eso se conecta con una serie de discusiones que se han venido dando en torno a la ley de envases y embalaje. Es decir, ¿quién tiene que financiar la gestión de los residuos? ¿Nosotros, los ciudadanos a través del pago del ABL? ¿O el que pone un producto en el mercado cuyo envase yo, consumidor, no elijo, pero así me viene y no tengo alternativa? Yo compro una gaseosa y me tengo que hacer cargo de la gestión para que la recojan y se la lleven. ¿No tiene responsabilidad quien puso el envase en el mercado?
RECICLAJE Y MERCADO
-¿Cuánto ha impactado la política del reciclaje en la gestión de residuos?
-El reciclaje es una actividad económica que se realiza por razones vinculadas a la economía. Es decir, es un negocio. El material que proviene del circuito vinculado a la recuperación de los residuos es consumido por las industrias, que lo toman como un reemplazo de la materia prima virgen, porque resulta barato hacerlo. Eso es una constante histórica que no ha variado en nada. Lo que sí ha variado es una mayor simpatía social, una onda verde, favorable a ese tipo de prácticas, entonces hay un acompañamiento social. Volviendo: lo que la gestión de los residuos ha venido haciendo es, de alguna manera, replantearse ciertos lineamientos vinculados con que hay que recolectar de todo y disponerlo indiscriminadamente, sea en basurales o rellenos sanitarios, y se ha mostrado más permeable a promover la clasificación domiciliaria, la recolección selectiva y llevar esos materiales a sitios que los tratan y que luego los comercializan a las industrias que reciclan. Es como si, desde la gestión de los residuos, se hubiera predispuesto de alguna manera a facilitar algún tipo de aporte a la industria que recicla. Lo que quiero marcar es que no se recicla por una razón ambiental, esa es una bienvenida consecuencia, pero el motivo es económico.
-¿Qué rol cumple el Estado en este proceso?
-Justamente, la pregunta es: ¿un Estado debe dejar librado al mercado que el reciclaje exista? ¿O tiene que promoverlo? ¿Tiene que tratar de incidir en que no decaiga, se supere, etc.? Hasta ahora, reciclar o no es dejar hacer: opera pura y exclusivamente el mercado. Si, por alguna razón, cae el valor del material virgen, en el caso de papeles, cartones y plásticos, el nivel de consumo del material reciclable va a caer también. Hoy en día, hay alternativas favorables al reciclaje, pero no existe un estímulo para que las industrias consuman más reciclables, les resulte más caro el uso de material virgen, etc.
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