El planeo lento de las aves rapaces entre los rascacielos es parte del paisaje de la ciudad de Buenos Aires. Notorias por su porte, no es difícil verlas cerca de las reservas urbanas o desde las oficinas del centro. Para muchos es algo novedoso, incluso artificial. Pero ¿hasta dónde el mito esconde la realidad? Mauricio Manzione, profesor en Biología y experto en el tema, explica por qué estas aves también habitan en las ciudades.
-Estas aves, ¿fueron introducidas o su presencia se debe a un proceso natural?
-Ninguna de las especies de rapaces de la ciudad ha sido introducida. Las grandes ciudades suelen mantener en su interior o en su periferia espacios remanentes de naturaleza nativa en un estado de conservación interesante. Allí, diferentes especies encuentran sitios adecuados donde desarrollar su ciclo de vida.
-¿Cuáles podrían ser estos espacios?
-Son los que se suelen reconocer formalmente como reservas urbanas. Actualmente, en la ciudad de Buenos Aires, existen tres áreas protegidas: la Reserva Natural Lago Lugano, la Reserva Ecológica Costanera Sur y la Reserva Ecológica Ciudad Universitaria-Costanera Norte. A ellas, se agregan el arbolado público y los jardines de los vecinos de la ciudad, que, sumados a los diferentes cuerpos de agua y las construcciones humanas, nos muestran la complejidad del mosaico ambiental en el que la biodiversidad se desarrolla. Por estos motivos, es posible que las aves rapaces siempre hayan estado aquí, y digo que esto es posible porque los pocos estudios que hay sobre ellas son más bien recientes.
Según una leyenda urbana, fueron introducidas para controlar la población de palomas. Entre los años 2011 y 2012, el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires contempló la posibilidad de realizar controles de palomas, principalmente exóticas, que son muy abundantes en la ciudad, pero finalmente no pudo llevar la acción a cabo.
SU PRESENCIA EN TERRITORIO PORTEÑO
-¿Qué tipos de aves rapaces habitan hoy en la ciudad de Buenos Aires?
-Existe una variedad de aves rapaces diurnas y nocturnas. En total, hay alrededor de 31 aves rapaces citadas para la ciudad de Buenos Aires, repartidas en cuatro grupos: jotes; águilas, aguiluchos, gavilanes y otros; halcones, caranchos y chimangos; y lechuzas, caburés, alilicucúes, lechuzones y ñacurutú.
-¿De qué se alimentan?
-La dieta depende de la especie. Por citar algunos ejemplos, los halcones peregrinos se especializan en cazar aves en vuelo. En términos generales, la lechuza de campanarios se alimenta de ratones, ratas, murciélagos y aves; el caburé, de aves y pequeños reptiles; el gavilán mixto y el taguató, principalmente de aves, ratones y ratas, pequeños reptiles, ranas y sapos e insectos. Por su parte, el halconcito colorado y la lechucita de las vizcacheras se alimentan principalmente de insectos y también de ratones, aves, sapos y ranas, pequeños reptiles; el carancho y el chimango, además, incluyen carroña en su alimentación; y, por último, los jotes solo comen carroña.
-¿Hay algún tipo de censo de ellas?
-Con respecto a los censos, desde hace algunos años los Clubes de Observadores de Aves (COA) realizan relevamientos de aves rapaces cuyos datos generalmente son volcados a una plataforma de ciencia ciudadana, como eBird e iNaturalist. Estos registros son de gran importancia porque aportan al conocimiento sobre la historia natural de nuestras especies y su conservación. Por otro lado, Aves Argentinas realiza cursos sobre este y otros grupos de aves de la Argentina, donde el público general puede acercarse a este mundo.
-¿Qué favorece su inserción en la ciudad?
-La reconversión de tierras en el desarrollo de las ciudades trae aparejada, en muchos casos, la extinción local de ciertas especies y, por otro lado, favorece que otras generalistas se hagan más comunes. En CABA, por ejemplo, este último caso pudo suceder con las palomas torcaza picazuró y la cotorra. A esta realidad, se le suma la introducción de especies exóticas por mano humana que, en determinado momento, tienen una explosión poblacional. Así, se introdujeron desde Eurasia la paloma casera (típica de las plazas); el estornino pinto; y, desde el norte argentino, loros y cotorras, como la catita cirirí, el calacante ala roja, el chiripepé cola parda, el ñanday, entre otros. Algunas rapaces consumen estas aves, y la abundancia de alimento pudo haber sido un factor clave para que sean aún más frecuentes que antaño.
HABITANTES LOCALES DE BUENOS AIRES
-¿En qué zonas se las puede ver con más asiduidad?
-Las áreas protegidas de la ciudad son los sitios ideales para observarlas y donde se pueden encontrar especies que no se verán fácilmente en otros espacios. No obstante, los grandes parques de la ciudad y las plazas son espacios donde comúnmente se observan algunas especies más generalistas, como el gavilán mixto, el carancho, el halconcito colorado y el caburé.
-¿Por qué?
-La abundancia de alimento, los sitios donde nidificar y otros factores ambientales son algunos de los condicionantes para que sean más o menos comunes en dichos lugares.
-¿Pueden ser un peligro para otras especies que ya habitaban la ciudad de Buenos Aires?
-Las aves rapaces son parte de la naturaleza nativa local. Siempre habitaron este territorio, por lo que evolucionaron con la mayoría de las otras especies presentes aquí. En las delicadas y complejas relaciones de las que son parte, las aves rapaces ayudan a mantener una buena calidad ambiental.
-¿Pueden constituir una plaga al encontrar un ambiente tan propicio en la ciudad?
-Las rapaces controlan principalmente poblaciones de otras aves, pequeños mamíferos e insectos. Incluso algunas se alimentan de carroña. Por lo tanto, lejos de ser un problema, regulan naturalmente otros componentes de los ecosistemas.
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