La amenaza se muestra latente. En las últimas semanas, la incursión de 39 aviones de la República Popular de China en el espacio aéreo de Taiwán reavivó la tensión entre las autoridades de Pekín y Taipéi. No es la primera vez que China muestra su músculo militar en la zona.
Las provocaciones llevan un buen tiempo, más precisamente, desde 2020, y se repitieron en más de 800 ocasiones. El punto más álgido fue en octubre del año pasado, cuando 148 aviones de combate del gigante asiático sobrevolaron la zona de la zona de defensa aérea taiwanesa, en plena celebración del Día Nacional de Taiwán.
La isla, ubicada a solo 180 kilómetros del territorio continental chino, es considerada por Pekín como una “provincia rebelde”. Pero lo que encendió las alarmas fue que, en su discurso de fin de año, el presidente Xi Jinping insistió en que la reunificación completa del país es “inevitable” y no descartó el uso de la fuerza para lograrlo.
¿CUÁNDO COMENZÓ LA TENSIÓN ENTRE CHINA Y TAIWÁN?
La génesis tuvo lugar en 1949, año en el que se proclamó la República Popular de China (la “China comunista”), bajo el liderazgo de Mao Tse-tung. En ese momento, el bando nacionalista derrotado en la guerra civil se refugió en la isla de Taiwán. EE. UU. y sus aliados occidentales siguieron reconociendo a este último gobierno nacionalista, liderado por Chiang Kai-shek, como la autoridad legítima del país.
Todo cambia. En 1971, bajo el gobierno de Richard Nixon, Estados Unidos comenzó a reconocer a la República Popular como el representante legítimo de China. Con el ingreso de Pekín en la ONU y la expulsión de Taiwán, la isla quedó aislada desde el punto de vista del reconocimiento internacional. Tal es así que hoy solo 14 países en el mundo mantienen relaciones diplomáticas con Taiwán.
Sin embargo, no fue hasta la década del 2000 cuando las autoridades chinas y taiwanesas coincidían, a pesar de sus diferencias, en la existencia de una sola China. Desde ese momento, con los cambios políticos internos en Taiwán, el statu quo se modificó y las autoridades de la isla comenzaron a defender abiertamente su existencia como país independiente. Ante este escenario, China no se quedó de brazos cruzados y, gracias a su rápido ascenso económico, acompañado del creciente poderío de sus Fuerzas Armadas, escaló y redobló la tensión y sus amenazas contra la isla.
El conflicto se da en el marco de una tensión creciente entre China, por un lado, y EE. UU. y sus aliados en la región del Indo-Pacífico, por el otro. Un hecho no menor es la reciente conformación de una alianza militar entre EE. UU., el Reino Unido y Australia (AUKUS) para contrarrestar el avance chino en esa parte del planeta.
¿ES POSIBLE UNA INVASIÓN CHINA A TAIWÁN?
Quien fuera jefe del Comando Indo-Pacífico en 2018, Philip S. Davidson, sostuvo que China estaría en condiciones de invadir Taiwán en 2024. Además, en octubre del año pasado, el Center for a New American Security (CNAS) planteó una hipótesis concreta en un estudio titulado “La estrategia de la rana envenenada”. ¿En qué consiste? En el año 2025, el Ejército Popular Chino podría invadir el atolón Dongsha, una isla en disputa en el mar de China Meridional, para luego desalojar la guarnición de 500 marines taiwaneses y establecer allí una base militar.
El resultado del ejercicio demostraba que Pekín difícilmente devolvería el control del territorio, una vez ocupado, dado que las opciones de respuesta no militares (tales como sanciones económicas) de parte de Estados Unidos y de sus aliados en Occidente tardarían mucho tiempo en surtir efecto.
En todo este escenario, Japón ocupa un rol clave. En el último Libro Blanco de la Defensa, los nipones sostienen que “estabilizar la situación en torno a Taiwán es muy importante para la propia seguridad del país y para la estabilidad internacional”. El clima de tensión es tal que, en diciembre pasado, trascendió a la prensa un plan conjunto con EE. UU. para coordinar una respuesta conjunta frente a un eventual ataque chino sobre Taiwán. El dato es que la estrategia incluía el establecimiento de una base estadounidense en una de las islas japonesas del mar de China Meridional, en donde se instalarían los marines.
LA CLAVE ECONÓMICA DEL CONFLICTO
Además del plano político y militar, lo económico y lo tecnológico juegan un papel fundamental en esta disputa de poder. En la actualidad, Taiwán es uno de los actores dominantes del mercado global de semiconductores y se estima que una interrupción en la producción taiwanese de este insumo clave podría provocar pérdidas del orden de los 490.000 millones de dólares anuales para los fabricantes de productos electrónicos, lo cual le brindaría una suerte de protección a la isla frente a un ataque chino: cualquier acción militar china a gran escala podría sacudir este estratégico mercado.
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