Durante la cuarentena, muchos jóvenes y no tanto emplearon horas y horas en tutoriales de YouTube para saber cómo funcionaban esas máquinas que podían imprimir objetos en 3D. Dado que una impresora hogareña se consigue desde 300 dólares, no fueron pocos, en Argentina y en el mundo, quieren hicieron de la impresión 3D una salida del paso: imprimieron mates, muñecos y todo tipo de objetos plásticos para vender.
Sin embargo, más allá del uso hogareño, hay diversas áreas en las que esta tecnología ya está provocando cambios a gran escala. Un ejemplo entre cientos: la empresa de logística FedEx cuenta con más de cien centros de impresión 3D. De esta manera, en lugar de enviar un objeto por correo a Estados Unidos, un cliente puede enviar el modelo digitalizado y FedEx lo imprime al día siguiente en la sucursal de Estados Unidos reduciendo costos y tiempos.
Varían los materiales, las escalas y los usos. Sin embargo, hay un denominador común: la intención de “evangelizar”, la sed de quienes ya están dentro del mundo 3D por difundir sus posibilidades y alcanzar nuevos horizontes. En Argentina, quienes hacen uso profesional de esta tecnología no son pocos y se nuclean en la Cámara Argentina de Impresión 3D y Fabricaciones Digitales.
A continuación, tres áreas en las que la impresión 3D avanzó en el país y promete seguir avanzando: medicina, industria y arte contemporáneo.
APLICACIONES EN MEDICINA
Hoy por hoy, uno de los usos más prometedores de la impresión 3D está relacionado al campo de la salud. Germán Suppo, Guillermo Bergon y Pablo Lang son ingenieros mecánicos, pero hace un tiempo vieron que en la impresión 3D se abría un horizonte como herramienta de ayuda en la medicina. Así nació 3d+print. Entre las principales posibilidades de aplicación, mencionan sobre todo dos: la didáctica, es decir, todo lo relativo a realizar modelos de práctica en universidades y centros de capacitación, y la planificación de cirugías de casos complejos.
¿La principal ventaja? Que un médico, acostumbrado a ver placas en dos dimensiones, puede tener en sus manos el modelo y mirarlo desde todos los ángulos. Los integrantes de 3d+print combinan los procesos tradicionales con la manufactura aditiva para crear modelos en tres dimensiones a partir de tomografías o resonancias que llaman biomodelos, que son representaciones fieles de la anatomía de un paciente. “Podés tener el biomodelo de un pie del paciente, de la rodilla, de la cadera. Incluso podés tener todo el ambiente de los tejidos duros y blandos”, señala Germán Suppo. Y agrega: “Partiendo de esa tomografía, podés elegir qué tejido querés aislar y cuál imprimir. En lugar de tener una vista sobre un plano, tenés el órgano que querés intervenir quirúrgicamente en tus manos”. Este tipo de procesos permite planificar desde una operación de meniscos hasta la operación cardiovascular de un nene recién nacido.
Por último, los ingenieros hacen especial hincapié en que sus productos están orientados a ser usados en consultorios médicos, pero no en quirófanos, porque todavía no hay una habilitación oficial que lo permita. “La Comisión de Salud esta abogando por hacer un procedimiento estándar regulatorio para darle confiabilidad al procedimiento, porque con eso se obtiene otro montón de ventajas relacionadas al reconocimiento de prepagas, entre otras”, aclara Bergon, y cierra: “Por ahora, ningún organismo reconoce el procedimiento como algo válido, sin embargo es más que atractivo”.
PROCESOS INDUSTRIALES EN 3D: DE LA PIEZA A LA MÁQUINA
Como buen ingeniero, Federico Bertoli, integrante de la firma Hornero 3DX, muestra a DEF un gráfico. En él se pueden ver tres variables: las máquinas chicas, de uso casero, las máquinas medianas, de costos más altos y usos más específicos, y las titánicas industriales de gran formato.
Para dar una idea: con las primeras, que se consiguen desde 300 dólares, se puede imprimir un Darth Vader en miniatura; con las segundas, el repuesto clave de un equipo médico. Con las terceras, que van de los 500 mil dólares en adelante, se fabrican componentes realmente muy específicos, como la industria de defensa (cámaras de combustión de motores jet) o productos aeroespaciales.
Hornero 3DX se dedica a las máquinas de alto valor y bajo costo. Es decir, al segmento intermedio. Además de la venta máquinas y los servicios de impresión, la empresa brinda asesoramiento para que las distintas industrias implementen la impresión 3D en sus procesos. El concepto es clave para entender qué significa hoy la impresión 3D: muchas empresas industriales que utilizan maquinarias especializadas pueden conseguir o fabricar sus propios repuestos. A veces, un repuesto importado de 30 mil dólares se puede imprimir en el país, con idéntica calidad, a un cuarto de ese valor, explica Bertoli.
Para producir el repuesto, hay dos posibilidades: a) escanearlo. b) diseñarlo. El escaneo permite relevar una pieza en cuestión de minutos y dejarla casi lista para imprimir. Sin embargo, cuando se trata de piezas mecánicas como engranajes o partes de máquinas, es un proceso que no siempre se resuelve de forma tan sencilla. La mayoría de las veces se requiere un proceso manual en un software de modelado 3D, que equivale a “dibujar” la pieza.
En cuanto a la industria 3D en Argentina, Bertoli señala que es un buen país para su desarrollo. “En todo lo que es industria de manufactura, Argentina está lejos de los centros principales del mundo; y además, para Argentina y eventualmente el Mercosur, tenemos volúmenes de producción más bajo que Alemania o Estados Unidos”, indica. Y agrega: “Entonces, para ellos se justifica la inversión para muy altos volúmenes, pero un fabricante argentino de dermoestética no fabrica millones de equipos, sino cientos. Ahí es donde la impresión 3D aporta un valor enorme, porque no tiene cantidades mínimas”. Además, no requiere moldes, matricería y demás costos y tiempo que requiere el producto para empezar a inyectar.
LA OBRA DE ARTE EN LA ERA DE LA REPRODUCTIBILIDAD 3D
Luciana Salvá y Melisa Baldi integran Del bit al átomo, un estudio creativo que fusiona el lenguaje de las artes visuales y la tecnología de impresión 3D. Las tareas son esencialmente dos: acompañar artistas contemporáneos y fabricar art toys.
“Una cosa es el servicio de impresión 3D, en el que cualquier persona puede tener una necesidad y se diseña, modela e imprime una pieza específica para esa necesidad”, dice a DEF Luciana Salvá, “pero nuestra sociedad y la creación de Del bit al átomo tiene que ver con entender la lógica de un proceso creativo y poner a su servicio todas las ventajas o herramientas que aporta el modelado digital y la impresión 3D para el desarrollo del proyecto artístico”.
Al estudio de Salvá y Baldi acuden artistas de distinto tipo. Melisa Baldi, quien además participa de otros proyectos como wip3d, explica que hay quienes, a partir de una idea inicial, se los acompaña en el proceso creativo y se llevan un objeto físico, una pieza que tiene una visualidad y una materialidad. Otros, en cambio, quieren explorar. “Llegan a una pieza que después quieren mandar a fundición, o quieren intervenirla de una manera específica, o no la materializan en Argentina y se la llevan a otro lugar del mundo”, añade Salvá.
Cada caso tiene su propia búsqueda. Pero a diferencia de los proyectos industriales, no hay una lógica lineal. Muchos artistas contemporáneos acuden a la impresión 3D por la gama de posibilidades que ofrece. La principal característica es que ellos pueden visualizar de forma virtual lo que se va a materializar, rotarlo, hacer correcciones, y luego pasar a la etapa de impresión. En cambio, en la elaboración tradicional es difícil ver el resultado previamente. “En el caso de la artista Victoria Papagni, por ejemplo, su obra se basa en el escaneo de su cabeza, un escaneo digital que luego se imprimió en 3D”, señala Melisa Baldi a DEF.
En el mundo del arte, la impresión 3D tiene también otros usos. Salvá explica que el estudio participó de otro tipo de procesos, con un equipo interdisciplinar, como el traslado de monumentos. Había que evaluar los cortes necesarios y la logística y cálculos de peso para trasladar los monumentos de Cristóbal Colón y Juana Azurduy. “En ese caso, se hizo un escaneo digital del monumento, se trabajó en la malla poligonal, se imprimió una maqueta y sobre ella se evaluaron los cortes; después intervino otro equipo técnico con el que se calculó el peso de las piezas y la cantidad de cortes necesarios”.
Tanto en el sector artístico como en el medicinal y el industrial, las posibilidades son enormes y muy variadas. La cantidad de ejemplos de distintas áreas y con distintas utilidades en las que se puede aplicar la impresión 3D es indicio de que, lejos de agotarse, esto recién empieza.
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