La movilización de tropas rusas a la frontera con Ucrania generó un tenso intercambio de amenazas entre Moscú y Washington. Según Vladimir Putin, cerca de 90.000 soldados rusos se encuentran en la zona para llevar adelante ejercicios tácticos. Sin embargo, la Inteligencia estadounidense afirma que la cantidad de efectivos militares llega casi a los 175.000 que está lista para una posible invasión y no dudará en ejecutar alguna acción en caso de producirse una pugna.
EL ORIGEN DEL CONFLICTO ENTRE RUSIA Y UCRANIA
En 2014, el detonante de la crisis fue la caída del gobierno ucraniano de Viktor Yanukovich. Tras haberse negado a firmar un acuerdo de asociación comercial con la Unión Europea, su salida fue casi inmediata: Yanukovich era considerado por los sectores más nacionalistas ucranianos como un fiel aliado de Rusia y las políticas de Putin.
Hasta ese momento, los vínculos entre Rusia y Ucrania habían mantenido un delicado equilibrio. Por un lado, Ucrania se mantuvo neutral en temas de defensa y evitó integrarse a la OTAN. Por el otro, aceptó ceder la flota del mar Negro y arrendar la base naval de Sebastopol a Rusia. A cambio, Moscú se comprometía a respetar la integridad territorial de Ucrania, lo que incluía la península de Crimea, con mayoría de población rusa y sede de la flota del mar Negro.
Sin embargo, tras la crisis política de 2014, el poder en Ucrania pasó a manos de los partidarios de la integración del país a la OTAN y de su acercamiento a Occidente.
UCRANIA A LA OTAN, ¿Y RUSIA?
Luego de la ruptura de las relaciones con el gobierno ucraniano, Rusia jugó fuerte y el 26 de marzo de 2014 llevó adelante la anexión de la península de Crimea, a partir de un polémico referéndum no reconocido por la comunidad internacional.
En 2014 y 2015, con la mediación de Alemania y Francia, los gobiernos de Rusia y Ucrania firmaron los acuerdos de Minsk I y Minsk II. Y si bien se logró un alto al fuego en la zona del Donbas, donde separatistas pro rusos conformaron las “repúblicas populares” de Donetsk y Lugansk, no se avanzó más allá del intercambio de prisioneros y el fin de las hostilidades.
Desde entonces, Ucrania se comprometió a conceder un amplio estatus de autonomía a las regiones hoy en manos de los separatistas. Sin embargo, no se avanzó en ningún tipo de diálogo bilateral, ya que el gobierno ucraniano no considera a los separatistas como interlocutores válidos.
¿CUÁL ES EL CONTEXTO GEOPOLÍTICO DE LA ACTUAL TENSIÓN?
Desde Moscú, Vladimir Putin solicita a Occidente garantías de que la OTAN no se expandirá hacia sus fronteras y, en concreto, pide desactivar la invitación que la Alianza Atlántica hizo en 2008 a Ucrania y a Georgia (otro país clave del Cáucaso) para iniciar su proceso de integración a esa organización militar.
Mientras tanto, EE. UU. y sus socios europeos amenazan a Rusia con nuevas sanciones en caso de producirse un ataque contra el territorio ucraniano. Entre las medidas que se barajan, se encuentra la exclusión de Rusia del sistema internacional de transferencias interbancarias SWIFT.
Por otra parte, en este contexto de crisis, el Mar Negro se ha convertido en uno de los escenarios de mayor tensión entre Rusia y Occidente. Los reiterados incidentes en el mar de Azov y el bloqueo de las embarcaciones de Ucrania que atraviesan el estrecho de Kerch, han tensionado aún más las relaciones entre Rusia y Ucrania, que nunca aceptó la pérdida de su soberanía sobre la península de Crimea.
El Kremlin, a su vez, cuestionó las maniobras militares que realizaron en noviembre pasado EE. UU. y sus socios de la OTAN en la zona, considerándolas “una provocación”.
CONFLICTO SOBRE EL GAS, UN COLETAZO DE LA CRISIS
Otro frente de conflicto abierto, en paralelo, son los contratos de transporte de gas desde Rusia hacia Europa a través de Ucrania. El último acuerdo entre Gazprom y su par de Ucrania, Naftogaz, se firmó en diciembre de 2019 y rige por cinco años.
Mientras tanto, la empresa rusa Gazprom ha buscado, en los últimos años, nuevas rutas que eviten el paso de los ductos por el territorio de Ucrania.
Hoy Rusia presiona a las autoridades alemanas para que autoricen la puesta en funcionamiento del último gasoducto a través del Báltico, el Nord Stream 2.
En los últimos meses, mientras tanto, la Unión Europea, que depende de Rusia para cerca del 40 por ciento de su abastecimiento, ha visto una disparada en el precio del gas. Algunos analistas vinculan estos últimos dos hechos y entienden que el aumento de precios y la baja del suministro de gas obedece a una decisión política de Moscú para presionar al bloque.
Mientras tanto, Biden y la UE mantienen sus amenazas de sanciones contra Rusia, que no se echa atrás y alerta sobre su derecho a defender sus fronteras ante una eventual ampliación de la OTAN hacia el antiguo bloque soviético.
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