El fenómeno de las maras, las violentas pandillas que operan en Centroamérica, continúa vigente y sigue sembrando terror en los centros urbanos de los países de la región. Dedicadas al control territorial, la extorsión, el narcotráfico y el sicariato, son el centro de las políticas de seguridad de gobiernos de todos los colores políticos.
Estos grupos criminales operan principalmente en los denominados “países del Triángulo Norte” –Guatemala, Honduras y El Salvador– y se caracterizan por la juventud de sus integrantes y la altísima violencia que emplean.
La lucha contra las maras no es fácil, ya que están insertas en el entramado social de estos países. En las últimas décadas, se aplicaron las más variadas recetas. Sin ir más lejos, la semana pasada, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, envió a las Fuerzas Armadas a las calles en un intento por contener una ola de violencia desatada por la guerra entre maras.
Pero hay un país que decidió trabajar de manera proactiva y crear una fuerza especialmente dedicada al combate contra estos grupos delictivos. Hablamos de Honduras y su Fuerza Nacional Anti Maras y Pandillas (FNAMP), que lleva detenidos, hasta el momento, a 9727 delincuentes, con una altísima tasa de condena firme. DEF viajó al país centroamericano para conocer cómo funciona el cuerpo de élite dedicado a combatir a uno de los grupos criminales más violentos de toda la Región.
MARAS: NUEVAS AMENAZAS, NUEVAS RESPUESTAS
A principios de la década pasada, Honduras vivía horas críticas. En 2011, el país centroamericano se posicionaba como el más violento del mundo, con una tasa de homicidios de 93,2 cada 100.000 habitantes. Como si eso fuera poco, en 2012 se expandió de manera exponencial una modalidad delictiva que alteró la vida cotidiana de todo el país: la extorsión. “Era un ilícito que ya se había verificado en México y que luego se empezó a dar en Guatemala, Honduras y El Salvador”, señala Mario Fu, portavoz de la FNAMP.
Lo concreto es que el delito de extorsión –perpetrado fundamentalmente por pandilleros– creció tanto que, en 2013, el gobierno hondureño creó la Fuerza Nacional Antiextorsión para tratar de contrarrestarlo. La nueva institución estaba conformada por unidades interagenciales integradas por recursos de la Policía Nacional, de las Fuerzas Armadas de Honduras, de la Dirección Nacional de Investigación e Inteligencia y de un grupo de fiscales del Ministerio Público. Se trabajó de esta forma hasta 2017.
¿Qué ocurrió en 2018? Se había alcanzado un alto grado de efectividad en la respuesta a los casos de extorsión, pero se observó que las maras y las pandillas habían ampliado su accionar a otras ramas delictivas más complejas. Fue así que el Estado decidió ampliar las capacidades en materia de investigación e inteligencia y se creó, el 1.º de julio de 2018, la Fuerza Nacional Anti Maras y Pandillas.
PROACTIVIDAD Y ALTA EFECTIVIDAD CONTRA LAS MARAS
Como su antecesora, la FNAMP también es una unidad interagencial. “Está formada por los mejores recursos de la Dirección Nacional de Investigación e Inteligencia del Estado, las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, más el apoyo técnico-jurídico del Ministerio Público, en particular, de la Fiscalía Especial contra el Crimen Organizado, la Unidad de Microtráfico y la Unidad de Delitos contra la Vida”, señala Mario Fu.
Los datos estadísticos reflejan la altísima efectividad de la FNAMP: el 93 % de las personas capturadas están guardando prisión en los diferentes centros penales del país. “Del 7 % restante, a veces por aspectos procesales, a estos individuos se les conceden algunas medidas diferentes de la prisión preventiva. Sin embargo, se mantienen bajo vigilancia de los cuerpos de seguridad del Estado”, aclara Fu.
El trabajo de la FNAMP es proactivo: no tienen un rol disuasivo ni esperan a recibir una denuncia para actuar, sino que realizan investigaciones en el terreno, para luego ejecutar los operativos de detención. Por eso, en todos los movimientos de la Fuerza, participa un fiscal.
El campo de acción es todo el territorio hondureño, aunque las maras actúan principalmente en los grandes centros urbanos. Se trabaja con mapas de calor y se divide el territorio en áreas operativas que están a cargo de un responsable.
HONDURAS Y UNA PRUEBA DE CONFIANZA
Como el fenómeno de las maras está tan arraigado en las diferentes comunidades, los integrantes de la FNAMP usan nombres clave para resguardar su identidad y su vida. Por otra parte, los recursos humanos de la Fuerza son sometidos a pruebas de confianza y se le realiza una evaluación permanente.
“Las organizaciones criminales siempre tratan de infiltrarse en la institucionalidad”, explica el portavoz de la FNAMP. “Sin embargo, puedo decir que se somete al personal de todos los cuerpos de seguridad del Estado a evaluaciones constantes”, completa. En ese sentido, Fu recuerda que “hace muchos años, se vivieron episodios bastante difíciles en el país. Se logró comprobar que, en efecto, algunos individuos que pertenecían a las instituciones respondían también a intereses de estas organizaciones criminales. Por eso, con el pasar de los años, se han venido fortaleciendo las instituciones y ahora es mucho más riguroso”.
Específicamente, en la FNAMP, el personal que la integra no destaca tanto por una mayor capacidad operativa en relación con otra institución, sino que se hace una selección más exigente y se mantiene una preparación permanente.
Con casi 10.000 aprensiones y condenas, la Fuerza Nacional Anti Maras y Pandillas busca consolidar su accionar de cara al su primer lustro de vida. ¿Será este el modelo para terminar con las temidas pandillas centroamericanas?
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