Es media mañana, y el calor se hace sentir en todo el valle de Sula. Aquí, en el predio de la Asociación de Ganaderos y Agricultores Sula (AGAS), a 15 minutos en auto del centro de San Pedro Sula, al calor se le suma un clima de expectativa. Familias enteras de campesinos y productores rurales provenientes de diferentes localidades del norte y oeste hondureño viajaron desde bien temprano para asistir a una asamblea del sector. Pero, esta vez, el evento contará con un orador invitado especial: Nasry Juan “Tito” Asfura, alcalde de Tegucigalpa y candidato presidencial por el Partido Nacional.
Una vez que los asistentes se instalaron en las sillas dispuestas en la pista central, y mientras sonaban por los parlantes las alegres marimbas de la canción costumbrista El bananero, Tito –como todos llaman al candidato– apareció desde atrás y saludó a uno por uno. No, no es una forma de decir. Cada uno de los más de 300 participantes de la asamblea recibió un abrazó, estrechó manos o besó a Asfura. Tal es así que el acto empezó recién bastante pasado el mediodía.
Esa cercanía es la marca de la campaña de Tito Asfura. De hecho, el eslogan de su gestión en Tegucigalpa, y que continúa utilizando camino a la presidencia es: “Papi a la orden, para servirle”, una frase que, más que eslogan, hoy se convirtió en apodo, ya que lo llaman lo mismo “Tito” que “Papi a la orden”.
Nasry Asfura se encuentra terminando su segundo mandato como alcalde de Tegucigalpa, donde llevó a cabo un importante proceso de transformación de la ciudad, y se posiciona como uno de los favoritos para ocupar la primera magistratura. Su gran contrincante es Xiomara Castro, del Partido Libre, esposa del expresidente Manuel Zelaya, derrocado en 2009.
Asfura se impuso en las internas del Partido Nacional, el partido del actual presidente Juan Orlando Hernández, con un contundente 72% de los votos. Con un perfil basado en la gestión y en las obras de infraestructura, “Papi a la orden” es percibido como un outsider de la política. De hecho, su ingreso a la arena pública fue a fines de la primera década del 2000. Previo a eso había desarrollado una importante carrera en el rubro de la construcción.
Después de seguirlo varios días en campaña, y una vez finalizada la asamblea de campesinos –donde escuchó una serie de reclamos y firmó un compromiso de medidas si llega a la primera magistratura–, el candidato dialogó en exclusiva con DEF sobre la actualidad hondureña en materia de violencia y seguridad, sus planes para descentralizar el poder y reactivar la economía, las caravanas de migrantes a los EE. UU. y sus objetivos en torno a la agenda verde internacional.
-Está culminando su segundo mandato en la alcaldía de Tegucigalpa. ¿Qué balance hace de estos años?
-Me siento muy satisfecho porque comprobé que desde la parte pública también se pueden hacer cosas. Yo venía de 45 años de trabajo en la empresa privada, donde es mucho más fácil la administración. Lógicamente, en el sector privado, hay que cumplir con una serie de condiciones, reglamentos y leyes sobre contrataciones. Pero ahora, con ocho años de gestión pública que voy a cumplir, tengo una satisfacción enorme porque sé que desde la parte pública se pueden hacer bien las cosas, servir a la gente y ayudarla a resolver sus problemas. Todo radica en la actitud que nosotros los políticos, los administradores públicos, tengamos hacia la gestión.
-Si tuviera que plantearlo brevemente, ¿cuáles serían sus principales líneas de acción en su eventual primera magistratura?
-Estos ocho años de administración pública me han dejado un montón de ejemplos. Mi forma de administrar o gestionar ha sido estar muy cerca de la gente y cuidar el dinero del contribuyente para que pueda rendir y podamos hacer muchos cambios. Es lo que hemos hecho en Tegucigalpa. Entonces, con estos conocimientos, principios, valores, forma de trabajar, patrón de conducta, hemos armado equipo. Esos mismos principios y esas mismas formas caben en una presidencia de la República, que, en términos económicos, es 65 veces más grande que el municipio que represento hoy. Lo que yo no soporto es ver gente haragana, que no trabaje. El que no gana su dinero con mucho trabajo y esfuerzo, no trabaja conmigo.
-¿Cuál cree que va a ser el motor de la economía de su gobierno?
-Generar oportunidades de trabajo en infraestructura, agricultura y ganadería; y fortalecer la maquila. Todo eso nos va dar rápidamente oportunidades de trabajo. Así podremos resolver muchos temas simultáneamente. Por un lado, el tema de la seguridad ya que, al tener una oportunidad de trabajo, cambiará la vida de muchos. Y muy ligado a eso, la salud y la educación: llevar la salud lo más cerca posible a las comunidades y municipios; así como mejorar y fortalecer la educación. No podemos seguir de la misma manera en que el “papá gobierno” ha administrado el país por décadas. Nosotros tenemos que cambiar la forma de administrar el país. ¿Dónde se ve claramente la democracia en un país? En los alcaldes. Honduras tiene 298 alcaldes, distribuidos entre la mayoría de los partidos políticos que existen. Entonces, si enfocamos desde el punto de vista del municipalismo y de la descentralización y les damos los instrumentos, los ingresos y la oportunidad a los alcaldes, se va a empezar a ver el cambio y la mejoría en la calidad de vida de las personas desde sus comunidades.
-¿Esa descentralización requiere de alguna reforma legal o lo permite la actual estructura del Estado?
-Hoy el Estado hace una transferencia de alrededor de un 7,5% de todos los ingresos generales a todas las municipalidades, y se distribuye proporcionalmente a la cantidad de habitantes que tenga cada municipio. Hay una ley de descentralización, que no ha sido aprobada por el Congreso. Nosotros estamos trabajando en esa ley para que sea aprobada y que el “papá gobierno” no pueda seguir administrando el país de la manera como lo viene haciendo. Qué mejor que el alcalde pueda mantener las aulas o un centro de salud de su municipio. Él es la persona más cercana a la población. El Gobierno central debe empoderar a cada alcalde y darle el presupuesto para que pueda mantener las aulas y los centros de salud más cercanos al pueblo. Si no, la gente viene buscando resolver sus problemas de salud a las grandes ciudades y, a veces, no tiene dinero ni para el transporte. Tenemos que acercar la salud a las comunidades y la infraestructura de cada municipio debe ser responsabilidad del alcalde. Cuando hablo de la infraestructura escolar, hablo también de las calles, las carreteras, el saneamiento y el agua potable. Hay que darle a los alcaldes los instrumentos y los ingresos para que puedan ejecutar este tipo de trabajos.
-Ahora bien, esa descentralización puede derivar en que se le pierda el rastro al dinero. ¿Cómo piensa evitarlo?
-Para eso, yo propongo que el Tribunal Superior de Cuentas –que es el que nos supervisa y nos audita– no solo esté en Tegucigalpa, sino en muchos lugares regionales del país y que funcione en forma móvil para poder ir a los municipios. Tenemos que tener sucursales para que capaciten y ayuden a los alcaldes a tecnificarse y administrar mejor los recursos para las comunidades. También la Asociación de Municipios de Honduras (AMHO) juega un papel muy importante; hay que fortalecerla para que no solo tenga su oficina en Tegucigalpa, sino también oficinas regionales en distintos lugares del país.
VIOLENCIA, MIGRACIÓN Y ESTADOS UNIDOS
-Hace 12 años, Honduras sufrió un sacudón institucional grande. ¿Cómo ve el sistema institucional y político del país?
-Cuando se habla de Honduras en el exterior, creen que acá estamos en una batalla, como si esto fuera una guerra. No es así. Es cierto que tenemos problemas, pero como los tiene cualquier país. Si recorres el país, se observa que la realidad no es la que pintan afuera. Necesitamos recuperar esa credibilidad. Tenemos una Honduras de gente buena, de gente trabajadora, y hay que trabajar por luchar y mejorar.
-En el tema de la seguridad, DEF ha seguido el tema de las maras desde hace 15 años. ¿Cómo ve la situación actualmente?
-El mejor remedio es darle oportunidades de trabajo a la gente para que pueda llevar el sustento a su familia. Y, muy ligado a eso, la salud y la educación. Tenemos que dar seguridad al ciudadano y brindar tranquilidad al país.
-EE. UU. siempre tuvo particular interés en esta región por su posición estratégica y como nexo con el resto del continente. ¿En qué estado está la relación con EE. UU.?
-A dos horas en avión de Honduras, EE. UU. es nuestro vecino cercano y es nuestro mayor socio comercial. El gran mercado mundial está concentrado ahí. Hoy el 68 o 70% de la producción de Honduras tiene como destino EE. UU. Necesitamos fortalecer esa relación y sentarnos a negociar qué le conviene a cada país para poder estrechar aún más esos lazos comerciales y esa relación que tiene más de 221 años. Tenemos más de un millón de hondureños en EE. UU. Para tener una idea, este año las remesas de hondureños van a representar algo más de 8000 millones de dólares, algo jamás visto en nuestra historia. Entonces, tenemos un socio comercial y un amigo cercano, y eso tiene mucho peso en la historia.
-Ya que nombra a los expatriados. ¿Cómo observa la actualidad de los migrantes después de ocupar titulares en los últimos dos años?
-Tenemos que analizar el instinto humano y cómo Dios nos ha creado. Nosotros podemos dar oportunidades de trabajo y crear mucho empleo, pero al final es imposible detener la migración. Voy a poner un caso bien claro: cuando fui a visitar la frontera entre Chula Vista (California) y Tijuana (México), la patrulla fronteriza me indicó que había allí un hondureño. Empecé a dialogar con él y me dijo que hacía nueve años que vivía en Tijuana, donde tenía su familia y sus hijos. ¿Qué pasó entonces? Me dijo: “Es que allá gano 100 dólares a la semana y en EE. UU. me ofrecieron 800 dólares a la semana”. Es difícil detener ese tipo de migración, por el instinto humano de superación y de buscar un mejor futuro para nuestra familia y nuestros hijos. Pero sí tenemos que crear oportunidades para poder reducir la migración y que todo ese talento y esa gran fuerza laboral pueda quedarse en el país. También necesitamos tecnificarnos; o sea, darle a la gente que no terminó su escuela o no fue a la universidad la oportunidad de trabajar. Hay que buscar profesiones para poderlos tecnificar y buscar niveles de trabajo. Tenemos una maquila bastante robusta en Honduras. Una maquila más tecnificada y más sofisticada nos puede dar oportunidades para las personas con cierto nivel técnico y así evitar que se vayan hacia otros países. Asimismo, Honduras conserva el primer lugar en toda Centroamérica de personas bilingües (inglés-español). De manera que también hay muchas oportunidades para que call-centers y centros financieros operen desde aquí.
HONDURAS Y SU AGENDA VERDE
-Honduras está bendecida por una naturaleza frondosa, muy rica y, al mismo tiempo, muy castigada y puesta al límite por fenómenos naturales que escapan al control humano, como los huracanes o los sismos. ¿Qué se puede hacer desde un gobierno nacional frente a estos fenómenos?
-Honduras es inmensamente rica, pero si uno observa la geografía de toda Centroamérica, desde Guatemala hasta Panamá, somos un hilo rodeado de dos mares. Estamos en un istmo. Entonces, un huracán categoría 5 cubre tres países, como nos sucedió con el Mitch, que golpeó a El Salvador, Nicaragua, Honduras y parte de Guatemala. Entonces, somos muy vulnerables. Yo voy a hablar del cambio climático por Tegucigalpa, que es mi única carta de presentación. Hoy Tegucigalpa ejerce la presidencia de la CC-35 (Ciudades Capitales de las Américas Frente al Cambio Climático) y también la vicepresidencia de la ICLEI - Local Goverment for Susteinability para México, Centroamérica, Panamá y el Caribe para temas de cambio climático. Para el año 2050 debemos lograr “cero emisiones” y la “descarbonización” del planeta. Sería un desastre que la temperatura subiera medio grado. Tenemos que reducir nuestras emisiones de gases invernadero. ¿Y qué hemos hecho en Tegucigalpa? En 2014, cuando entré a la Alcaldía, nuestro inventario de gases invernadero se calculaba sobre 400.000 autos y 110.000 motos. En 2021, sobre 600.000 autos y 240.000 motos. Entonces, en Tegucigalpa hemos invertido en una infraestructura de mayor movilidad, de manera que la persona tenga menos tiempo encendido un motor para poder ir a trabajar todos los días. Conseguimos que la ida al trabajo y el regreso a casa en las horas pico hoy tome entre 20 y 25 minutos. Al evitar tener encendidos miles de motores por hora en la ciudad, eso significó una reducción enorme de gases de efecto invernadero. Eso le valió a la ciudad el certificado internacional de reducción de gases en alrededor de 15.000 toneladas al año. Todo eso, como señalé antes, con 200.000 autos y con 130.000 motos más que cuando empezamos la gestión.
-Su gestión en Tegucigalpa estuvo marcada por grandes obras en una ciudad que históricamente creció desordenada y en la que es difícil construir por su orografía intrincada. Sin embargo, muchos señalan un impacto negativo en el plano ecológico con la pérdida de superficie de arbolado público...
-La ciudad de Tegucigalpa está rodeada de montañas y tiene una topografía preciosa. La ciudad cumplió 443 años y no fue planificada. Cuesta mucho la inversión en infraestructura y mantenerla. Entonces, nosotros tenemos que ver cómo podemos mejorar el tema vial de la ciudad, cómo podemos hacer de Tegucigalpa una ciudad competitiva, amigable y que no complique el día de trabajo de cada habitante. Entonces, para hacerla una ciudad más ágil, tuvimos que invertir en infraestructura. Nunca hemos tenido en nuestros viveros municipales la gran cantidad de árboles que hoy tenemos: más de 200.000. Con el tema constructivo, nos ha tocado trasplantar 2300 árboles, de los cuales solo hemos perdido 100 o 200 porque sus cortezas no han soportado. Por otro lado, lo que la gente a veces no comprende es el gran efecto que generan al ambiente los motores encendidos. Si nosotros comprendemos eso y hacemos un balance, hemos ganado mucho. Si lo vemos globalmente, las grandes ciudades no se detienen. Hoy Tegucigalpa representa el 17% de la población nacional. Son 1.700.000 personas, a las que hay que brindarles servicios públicos. Es un compromiso enorme la migración que hay desde el interior del país hacia las grandes ciudades. Por eso, yo hago mucho énfasis en la municipalización y en el empoderamiento de los alcaldes, justamente para que esa migración no se dé en la forma en que se da y que la gente tenga oportunidades de trabajo en su municipio.
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