A más de dos años de iniciada la pandemia, y con un final que parece aproximarse, el sistema científico y tecnológico argentino ganó un lugar en la agenda pública que hace mucho tiempo no tenía. Barbijos con nanotecnología, kits de detección temprana, respiradores y cuatro vacunas locales en desarrollo son solo algunos de los desarrollos locales para dar una respuesta rápida al COVID-19.
“Queremos un país donde no solo se utilice la tecnología, sino donde seamos capaces también de producir tecnología”, dice Fernando Peirano, Presidente de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación. El funcionario agrega que “la pandemia ha demostrado las capacidades latentes que teníamos y la potencia que tiene la articulación de políticas públicas en esos ámbitos”.
-La pandemia no está en el final, pero pareciera encaminarse hacia ello. Después de todas las articulaciones que hubo entre las pymes, el Conicet y los científicos, ¿cuál es el balance que hace?
-El balance principal es que la ciencia y las empresas de Argentina, en especial las pymes, estuvieron sobradamente a la altura. La pandemia nos exigió y esa exigencia dejó a la luz lo que podía hacer la ciencia: me refiero a la velocidad y al nivel con los que pudieron dar respuestas en materia de tests rápidos, barbijos, tratamientos y desarrollo de distintas técnicas de monitoreo, entre muchas otras cosas.
-Es decir, pensar en las industrias locales como motor de innovación.
-Creo que, en el contexto de la pandemia, quedó clara la importancia de acercar la ciencia a la producción, porque ese acercamiento es la antesala de la innovación. Cuando esos ámbitos se encuentran y se combinan, surgen cosas que no estaban en el mapa y que superan ampliamente la expectativa de la mayoría.
-Remarca mucho el rol que desarrollaron las pymes. ¿Cómo actuaron durante la pandemia y qué soluciones aportaron?
-En Argentina, tenemos un conjunto de “campeones invisibles”. Este es un término que no inventé yo, sino que es utilizado por la literatura especializada para describir a esas empresas medianas que son líderes en su segmento, pero que no tienen una marca reconocida por el gran público. Argentina es un país que se destaca por su trama industrial y también de servicios. Creo que hay una chance de que muchas de esas empresas puedan ser locomotoras que traccionen nuestro desarrollo.
Cuando uno piensa en repensar el modelo de desarrollo argentino en clave más “verde” y con nuevas perspectivas, como la de género, indispensablemente necesita pensar en nuevos actores. Esos nuevos actores son, a veces, nuevas empresas, pero también los nuevos actores son empresas que ya existen. Son estos “campeones invisibles” que quizá puedan cumplir un rol que no cumplían hasta ahora en estructurar las cadenas de valor, en fijar cuáles son los nuevos proyectos, en disparar inversiones propias y de su ecosistema. En la pandemia, las que se destacaron han sido, principalmente, las pymes.
-Una de las últimas noticias que se publicó oficialmente hablaba de una inversión pública de 287 millones de dólares en ciencia y tecnología. ¿Cómo se piensa este plan y de qué etapas consta?
-La agencia había perdido la capacidad de renovar acuerdos con el BID u otros organismos financieros, como el Banco Mundial o el Banco Centroamericano de Fomento al Desarrollo hacía mucho tiempo. Hoy estamos activos nuevamente en ese plano y el ministro Daniel Filmus está guiando el camino. Hemos recibido 230 millones de dólares del BID para volcarlos a la ciencia y tecnología, y el Gobierno argentino complementará esos 230 millones con una cifra cercana a 55 millones de dólares para potenciar esa inversión.
Esos recursos se suman a un escenario inédito que tenemos: el que da la Ley de Financiamiento Plurianual de la Ciencia. El presidente Alberto Fernández promulgó la ley del Congreso, donde el compromiso queda claro e institucionalizado. En un país que hoy está invirtiendo en el rango de 0,28 % de su PBI en I+D, nos comprometemos a financiar presupuestos públicos donde la ciencia y la tecnología vayan ganando peso hasta llegar al 1 % del PBI equivalente en 2032. Es decir, casi multiplicar por cuatro los recursos en ciencia y tecnología, con una cuota federal del 20 % de los recursos. Estos últimos deberán ayudar a las provincias a dinamizar sus economías y sus ecosistemas de conocimiento. Además, se potencia otra acción que este gobierno confirmó: lo que expresa la Ley de Promoción de la Economía del Conocimiento, que tiene un alto impacto sobre la I+D privada.
-¿Cuál es el rol que juega la Ley de Financiamiento Plurianual de la Ciencia en el sector?
-Es muy importante. Tenemos una ley que asegura recursos para el crecimiento de la I+D pública y una ley que estimula la inversión del sector privado en I+D en la economía del conocimiento. Es un escenario novedoso y expresa la convicción de que hoy el conocimiento es un motor de riqueza, de desarrollo y de empleo. Es lo que tenemos que traducir, en los próximos años, en más proyectos, iniciativas y resultados.
-¿Tienen un mapa de cuánto podría llegar a aportar al Estado el sector de I+D?
-Hay 12 provincias que constituyeron agencias de promoción de la innovación. Estamos buscando ampliar los fondos de las provincias que tienen la capacidad de poner recursos en promoción de la innovación y vamos a hacerlo en los temas, las oportunidades y los actores que la provincia identifica a través de esas agencias. Eso nos va a permitir, como programa nacional, sumar un atributo indispensable, que es el de la pertinencia. Si nosotros no tenemos pertinencia, no tenemos esa capilaridad que tienen que tener las políticas micro para transformar y no vamos a llegar muy lejos.
-Mencionó el hecho de llegar en diez años al 1 % de inversión del PBI en I+D. Hoy, Argentina está en el 0,28 %. ¿Cómo estamos en comparación con el Cono Sur y, si se llegara a cumplir ese 1 %, cómo quedaría posicionado el país?
-La comparación con los vecinos nos deja bien parados, pero porque América Latina está muy rezagada. Nosotros tenemos que ir mucho más allá y no conformarnos con ser un país destacado de América Latina: hoy, Argentina tiene tres investigadores cada 1000 trabajadores. Brasil y Argentina son los dos países que lideran la región. En términos de inversión, estamos atrás de Brasil, pero ese país no tiene muchas de las características que sí tenemos nosotros.
En América Latina, para atender los desafíos que tenemos, hay que acelerar el paso y acercarnos mucho más a la dinámica que le imprimen los países centrales a esta agenda, donde muchos ya superan los tres puntos del PBI en inversión en I+D y donde la inversión privada tiene mucho más protagonismo del que tiene en Argentina. Nosotros vamos en esa dirección, a acelerar y potenciar toda esta agenda y, obviamente, no perder el primer lugar que tiene Argentina, sino, por el contrario, consolidarlo.
-Usted se desempeñó en diferentes cargos, ¿la federalización es algo que ya venía observando dentro de sus intervenciones en el sector público? ¿O fue algo que notó a partir de la pandemia y detectó una oportunidad en este campo?
-La agenda de la federalización es una cuenta pendiente para el sistema de ciencia y tecnología. Cuatro distritos concentran el 85 % de la capacidad de investigación en Argentina. Si nosotros queremos que la ciencia y la tecnología transformen las realidades y productivas, no se lo puede pensar de otra manera que desde la pertinencia y el refuerzo a capacidades locales. El ministro Filmus hoy ha puesto el tema de la federalización como un eje central. Hemos visitado un conjunto importante de provincias para conocer cuáles son las miradas que tienen los gobernadores sobre estas cuestiones y acompañarlos en la decisión de hacer de la ciencia y la tecnología un motor.
El Plan 2030 también incluye un trabajo muy fuerte para armar agendas provinciales y tener identificado esto. Todas estas cosas no se hacen a través de políticas de shock. Por más inversión que pongas de un día para el otro, si no tenés equilibrados los recursos humanos, los laboratorios, los proyectos, los actores productivos y los temas, no lográs mover la rueda. Lo que tenemos que hacer, justamente, es poner todas estas piezas en una misma sintonía, armar el rompecabezas y después reforzarlo con recursos. En eso se está haciendo un trabajo muy fuerte.
-Si es que se pudiera decir que la pandemia dejó algo positivo, ¿qué sería?
-La pandemia demostró que estas capacidades estaban y que valían la pena. Hoy toda la sociedad se da cuenta de que tener un sistema de ciencia y tecnología de pie es una ventaja. Solo así podemos tener una vacuna, un barbijo inteligente o un respirador. Son todas cosas que un país que tiene ciencia y tecnología puede resolver de mejor manera.
-¿Cuál espera que sea su legado en esta agencia y qué vislumbra de cara al futuro?
-Yo tengo una valoración muy alta de este engranaje que tiene el Estado argentino para traducir ideas en proyectos, para traducir saberes en nuevas capacidades. La agencia tiene más de dos décadas y lo que estamos haciendo hoy es ponerla a tono con los tiempos. Lo que pretendo es tener una agencia que sea un engranaje aceitado, útil y competente en esa misión de traducir saberes en capacidades, ideas en nuevos proyectos. Además, me gustaría dejar una huella en los vectores de la transformación y el desarrollo. Me refiero al ámbito de la salud, al ámbito de la producción de alimentos, la producción más verde y la transición energética y digital. En esos temas estamos trabajando, con la oportunidad de desarrollar esta segunda cara que tiene la agencia y que es el trabajo focalizado.
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