Según el Fondo Monetario Internacional, la idea de que un gran ciberataque ponga en jaque la estabilidad financiera del mundo es un hecho. En la era poscovid, la economía dio un paso más en la digitalización: compramos y vendemos con el celular, hacemos transferencias por HomeBanking, las entidades financieras lanzaron billeteras digitales para competir con Mercado Libre. Al mismo tiempo, bancos centrales de todo el mundo consideran dar respaldo a las monedas digitales.
En el video DEF de esta semana, Pía Estol presenta las posibilidades de que un gran ciberataque desbarate la seguridad financiera del mundo. Además de que la economía se vuelve cada vez más digital y los bancos y entidades financieras, que no quieren quedarse atrás, se apuran en lanzar softwares y registros que no siempre cumplen con todas las medidas de seguridad, hay otra causa.
DESCONEXIÓN ENTRE ORGANISMOS
Según el Fondo Monetario Internacional, hay una desconexión entre las comunidades financiera, diplomática y de seguridad nacional. En otras palabras: si bien es indudable que las autoridades financieras se enfrentan a riesgos específicos de ciberamenazas, el problema es que estas tienen conexión fluida con los organismos de seguridad nacional: no hay una colaboración entre países para prevenir ataques cibernéticos.
“Las finanzas están migrando del medio físico al medio digital”, señala Sol Gastaldi, coautora y coordinadora de Ciberdefensa: claves para pensar una estrategia de soberanía nacional (TAEDA). Y agrega: “Este nuevo entorno, cada vez más conectado, trae consigo una mayor exposición a vulnerabilidades, riesgos y amenazas; por ejemplo, el fraude financiero, el phishing, el ransomware y otros delitos cibernéticos”.
El informe del FMI, y también otros como el Systemic Cyber Risk (2020) en Europa, señalan que los países emergentes son más vulnerables. Los ejemplos paradigmáticos son el hackeo al banco central de Bangladesh en 2016, y el del Cosmos Bank, en India, en 2018.
TIPOS DE HACKERS QUE PUEDEN AFECTAR A LA ECONOMÍA
Según el Sistema Europeo de Supervisión Financiera, hay tres tipos de hackers que podrían intentar un ataque a la infraestructura financiera o gubernamental.
En primer lugar, los Estados-Nación o grupos financiados por Estados. La motivación es ideológica, geopolítica. Por ejemplo, perturbaciones del sistema eléctrico, espionaje, robo de información para torcer elecciones en otros países.
Grupos de hackers privados. También llamados “de sombrero negro”, son delincuentes que se especializan en robar contraseñas de empresas e individuos para sustraer fondos. Es decir, es el ladrón convencional pero con conocimientos avanzados de informática.
Grupos terroristas o activistas informáticos. Actúan por razones ideológicas. Los motivos son diversos: desde la reivindicación digital de Alá hasta una invectiva comunista. Un ejemplo claro es Anonymous, el famoso grupo que persigue una finalidad ética en todos sus ataques.
De acuerdo con Gastaldi, hay razones para ser optimistas. “Por un lado, el ingenio humano que ha posibilitado el desarrollo de tecnologías innovadoras, como por ejemplo el blockchain, que garantiza la seguridad de procesos. Y, por otro lado, también una mayor conciencia a nivel individual, organizacional y estatal de la importancia de la ciberseguridad”, indicó a DEF.
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