Una industria argentina muy joven, pero con gran potencial de expansión, es la de los biocombustibles. La demanda de esta mezcla de sustancias orgánicas utilizada como sustituto de los combustibles fósiles está creciendo a nivel mundial y, en el mercado interno, la puesta en marcha del “corte obligatorio” con las naftas y el gasoil le dio un impulso a un gran número de pymes locales. En un nuevo video de YouTube, DEF brinda algunas claves de esta industria de los biocombustibles y su boom en la Argentina en la última década.
¿QUÉ SON LOS BIOCOMBUSTIBLES Y POR QUÉ SU REVOLUCIÓN EN LA INDUSTRIA?
Hasta hace un tiempo, el aceite vegetal y el aceite de soja estaban solo ligados a las ensaladas, pero en los últimos años se empezó a hablar fuertemente de este concepto energético renovable: es un tipo de combustible que se produce a partir de biomasa, es decir, materia orgánica utilizada como fuente de energía.
Los biocombustibles más conocidos son el biodiésel y el bioetanol, y para su elaboración se pueden utilizar distintas materias primas. En Argentina, se utilizan la soja, para producir biodiésel, la caña de azúcar y el maíz para el bioetanol. ¿Cuál es el contexto internacional? Los últimos 15 años mostraron un aumento geométrico en la producción y el uso de biocombustibles en todo el mundo.
El fenómeno de su crecimiento y expansión tuvo origen en la necesidad mundial de combatir los efectos del cambio climático con fuentes de energía más sustentables. Además, en vistas del inexorable agotamiento de los hidrocarburos, fue necesario pensar en alternativas superadoras.
EL BIODIÉSEL ARGENTINO, UN PRODUCTO DE EXPORTACIÓN
En Argentina, la industria local acompañó el boom internacional y se convirtió en un gran exportador de biodiésel. Paralelamente, con la sanción de la Ley 26093, se creó un régimen de promoción para las inversiones en biocombustibles y, en 2010, se estableció para el mercado local la mezcla obligatoria de naftas y gasoil con etanol y biodiésel. En el caso del biodiésel, el corte comenzó siendo del 5 por ciento con el gasoil y, luego, se aumentó progresivamente hasta llegar al 10 por ciento actual.
El corte obligatorio apunta a un sector de pymes, que también han mostrado un gran crecimiento en esta última década y que hoy enfrentan la incertidumbre de la crisis y el debate sobre el futuro de la ley de incentivos a la producción de biocombustibles. Actualmente, Argentina es un gran actor en el mercado exportador del biodiésel y, a pesar de los vaivenes de la economía y del proteccionismo de los mercados europeo y estadounidense, es un sector altamente competitivo a nivel internacional.
Desde el punto de vista ambiental, un estudio del INTA y de la Cámara Argentina de Biocombustibles (CARBIO) determinó que el biodiésel argentino cumple con los criterios de sustentabilidad establecidos por la comunidad internacional. Y en el caso de uno de nuestros mayores mercados, este combustible emite un 70 por ciento menos del CO2 permitido por la Unión Europea.
El biodiésel no es el único producto estrella, también Argentina cuenta entre sus filas con el bioetanol. La producción argentina está, en este caso, enteramente volcada al mercado interno, para satisfacer el corte obligatorio de naftas, que es actualmente del 12 por ciento: un 6 por ciento con etanol de caña de azúcar y otro tanto con etanol de maíz. Solo en este sector, Argentina cuenta con 16 destilerías y 12 deshidratadoras de alcohol.
LA ACTUALIDAD DEL SECTOR DE LOS BIOCOMBUSTIBLES EN ARGENTINA
La Ley 26093, que estableció en 2006 el régimen de promoción de los biocombustibles, permitió, en poco más de una década, que se produjera una verdadera revolución en el sector energético argentino. El presidente del Centro Azucarero Argentino, Jorge Feijoó, sostiene que Argentina “con esta ley, se anticipó a muchos países del mundo” y agregó que la sanción de esta legislación permitió el desarrollo de varias decenas de plantas industriales y la consolidación de inversiones en el orden de los 3000 millones de dólares.
El sector del bioetanol apoya la nueva ley que se está discutiendo actualmente en el Congreso. Allí se mantiene el corte obligatorio con producción y materia prima nacional, que en el caso de las naftas seguirá siendo del 12%. “Los biocombustibles permanecen como no alcanzados por los impuestos específicos de los hidrocarburos: impuesto a los combustibles líquidos y al dióxido de carbono”, aclara Feijóo. Además, indica, “quienes mezclen y distribuyan no podrán ser productores de biocombustibles”. En cuanto al caso específico del bioetanol y las naftas, se mantendrán los cupos actuales de cada ingenio para el abastecimiento de la demanda.
Un último punto que señala el presidente del Centro Azucarero, por fuera del corte obligatorio, es la posibilidad de sustituir importaciones de naftas con producción interna de bioetanol. En ese sentido, recuerda: “En 2019, el último año pre-pandemia, se importaron 520.000 m3 de nafta; de manera que hay un potencial de crecimiento para sustituir esas compras y atender la demanda interna, lo le evitaría al país dilapidar divisas”.
Feijoó sostiene que este mercado debe ser regulado por el Estado. “Debe serlo por una razón muy simple: tomemos la asignación de bioetanol que hace la Secretaría de Energía a las empresas que lo producimos, el 92 por ciento de la demanda de bioetanol la componen tres empresas y los que ofrecemos bioetanol somos 20”, explica el presidente del Centro Azucarero Argentino.
La industria de los biocombustibles en la Argentina es muy nueva: hace 15 años no existía y llegó para quedarse. La pandemia fue muy dura para las pymes de un sector que ya venía muy castigado en los últimos años. Con un buen aprovechamiento de la capacidad de producción de bioenergías, Argentina cuenta con la posibilidad de diversificar y agregar valor a la producción del sector agroindustrial, que es uno de los más competitivos de su economía.
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