“América Latina puede convertirse en una zona de mayor importancia en la puja global entre EE. UU. y China; en ese contexto, el Atlántico Sur puede adquirir una dimensión política muy importante”, advierte el exvicecanciller Roberto García Moritán, con una amplia trayectoria en el Palacio San Martín. El experimentado diplomático afirma que la característica principal de la diplomacia argentina en torno a Malvinas ha sido, hasta ahora, su carácter “esencialmente declarativo”. “Está bien que así lo sea porque es el punto de partida para que se conozcan nuestras posiciones de fondo, pero está claro que no es suficiente”, matiza.
Por su parte, Atilio Molteni, otro embajador de larga trayectoria en Cancillería, asegura que “la geopolítica del Atlántico Sur cambió totalmente por la importancia estratégica que le da su acceso a la Antártida”. El exencargado de negocios de nuestro país en el Reino Unido cuando se produjo el conflicto de 1982 sostiene que la pesca es “el problema más urgente”. En ese sentido, alerta sobre la presencia de una gran cantidad de flotas extranjeras, como la china y la española, más allá de las 200 millas de la zona económica exclusiva de nuestro país. También, lamentó la falta de un sistema internacional que proteja la conservación y explotación de los recursos pesqueros fuera de las 200 millas.
Al referirse a la actitud de nuestros países vecinos y socios del Mercosur, García Moritán considera que el comportamiento ha sido “difuso” y que, de esa forma, se debilitan los compromisos asumidos en el seno de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) en materia de pesca no declarada y no reglamentada en aguas internacionales: “La mayoría de la flota pesquera extranjera utiliza el puerto de Montevideo como puerto logístico. También hay puertos del sur de Brasil que reciben estas flotas”.
¿Cómo debería actuar nuestro país para ampliar su influencia en el Atlántico Sur? García Moritán no tiene dudas: “Necesitamos una presencia científica más significativa, porque eso tendría una enorme importancia en términos geopolíticos y diplomáticos. Dotaría a la Argentina de una capacidad de poder marítimo de hecho, y eso pesaría en el pensamiento de Londres a la hora de tratar con nuestro país”.
EL BREXIT Y EL FUTURO DE LAS ISLAS
Ambos diplomáticos se detienen en analizar el impacto que tendrá la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (UE) en la causa Malvinas y en el Atlántico Sur en general. “El Reino Unido pasaría a ser un tercero respecto de la UE y sus productos, incluidos los provenientes de la pesca en Malvinas, deberían pagar los aranceles de la Organización Mundial del Comercio (OMC), que van del 6 al 18 %”, dice García Moritán, pero aclara: “Antes del Brexit, el ingreso de esos productos al mercado comunitario estaba libre de aranceles. De esa forma, se encarecen y se tornan menos competitivos”.
Respecto al caso británico, Molteni puntualiza que “el acuerdo de fin del año pasado entre Londres y Bruselas no incluyó un régimen especial para los territorios británicos de ultramar, entre ellos Malvinas”. Por eso, enfatiza que “una prioridad de la Argentina debería ser actuar sobre los 27 países que integran la UE para que Malvinas no consiga ese estatus especial del que gozaba mientras el Reino Unido era parte de la Unión Europea”.
“Hay que ejercer una acción diplomática muy importante”, sugiere Molteni, al tiempo que alerta también sobre la presencia cada vez más activa de China en el Atlántico Sur y recuerda que es, además, el “país que más invierte en investigación e instalación de bases en la Antártida”. En este marco, también hace un llamado de atención sobre la instalación de la base espacial china en Neuquén: “En determinadas circunstancias, ante una situación de tensión grave entre EE. UU. y China, podría convertirse en un objetivo militar”.
PRESENCIA MILITAR BRITÁNICA Y FACTOR “KELPER”
En cuanto a la presencia militar británica en el archipiélago, García Moritán subraya que “la base militar de Malvinas es la tercera en dimensión en el mundo, detrás de las que Londres posee en la isla Ascensión y Chipre”. Con realismo, el exembajador destaca que “el Reino Unido sigue siendo un país económicamente importante y con una capacidad militar extraordinaria”. Para muestra de ello, basta un botón: el reciente anuncio del primer ministro Boris Johnson sobre la ampliación de su arsenal nuclear. “Eso lo convertiría en la cuarta potencia nuclear del planeta, detrás de EE. UU., Rusia y China”, sintetiza.
Por último, un actor insoslayable en el conflicto de Malvinas es la fuerte resistencia de la población local, los famosos kelpers, a cualquier acercamiento entre Londres y Buenos Aires. Cabe recordar, sin embargo, que el “respeto del modo de vida de los habitantes de las islas” es una de las premisas que dicta la disposición transitoria de nuestra Constitución, que establece el carácter “legítimo e imprescriptible” del reclamo soberano argentino sobre las islas del Atlántico Sur. “Es un tema que no deberíamos menospreciar”, afirma García Moritán, quien es partidario de “encontrar formas de estimular iniciativas que vinculen a los isleños con la población argentina, sin que el elemento político interfiera”. Apuesta, entonces, a la “creatividad” y reconoce que “las heridas del conflicto no han sido tratadas con el cuidado que se requería”.
En definitiva, sin abandonar la justa reivindicación soberana, los expertos llaman a la diplomacia argentina a encontrar herramientas creativas que convenzan a la contraparte británica de volver a la mesa de negociaciones.
* Esta nota fue escrita por un periodista de la redacción de DEF.
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