La incertidumbre y el impacto económico y social que trajo aparejada la pandemia de COVID-19 han alterado el funcionamiento de la sociedad, las organizaciones y las empresas. Todas se han visto obligadas a replantearse la manera de desarrollarse. Además, se produjo una aceleración de las nuevas tecnologías, el teletrabajo, la digitalización de las herramientas, la reestructuración de los procesos, los trámites a distancia, la telefonía 5G, la robótica, la impresión 3D y un sinfín de cuestiones digitales que se están convirtiendo en un verdadero desafío coyuntural.
En ese contexto, cabe destacar el potencial del trabajo de las unidades de vinculación tecnológica (UVT) habilitados por el Poder Ejecutivo Nacional en el marco de la Ley 23877, muchos de los cuales ya cuentan con treinta años de trayectoria. Esas entidades conocen bien el territorio nacional, y sus profesionales trabajan en las trincheras de la realidad cotidiana de los talleres e industrias del país.
Durante las últimas tres décadas, han pasado gobiernos de todos los partidos políticos. Las UVT soportaron todos los planes económicos, crisis financieras, corridas cambiarias, distorsiones fiscales y variaciones climáticas. Han tolerado desde incomprensiones políticas hasta asedios falaces por el desconocimiento de la normativa vigente que regula su actividad entre el sector privado y el público. A pesar de todo, se han convertido objetivamente en las entidades más adecuadas para filtrar, conocer y comprender qué tecnología es capaz de asimilar nuestra matriz productiva sin comprar espejitos de colores ni perder tiempo detrás de intereses foráneos.
TIEMPO DE SINERGIA
Los países en desarrollo, como el nuestro, tienen que aprender definitivamente a aprovechar los procesos de acumulación de capacidades y de coordinación que las unidades de vinculación tecnológica poseen con el sector público y el productivo, para crear y apalancar a las pymes de base tecnológica e incorporar las innovaciones sin necesidad de burocracias sin sentido.
Sin embargo, aun en ese contexto de pandemia, la sociedad civil ha tomado la iniciativa de fundar VinTecAr 4.0, un ecosistema emprendedor que reúne un conglomerado de organizaciones independientes, cámaras empresarias, empresas e instituciones educativas que aplican una visión prospectiva como motor de un crecimiento regional y local posible. Esta iniciativa generó una plataforma de servicios colaborativos que surge desde abajo.
Las asociaciones Foro de Ciencia y Tecnología para la Producción (FCyTP) junto al Centro de Desarrollo y Asistencia Tecnológica (CEDyAT), trabajando en forma remota semanalmente con sus equipos profesionales durante el aislamiento por el coronavirus, fueron articulando ideas y desarrollando una sinergia inteligente que convocó a otros centros tecnológicos de reconocida trayectoria para impulsar las diferentes propuestas de integración federal. De esta manera, se sumaron a VinTecAr 4.0 la Fundación Argentina de Nanotecnología (FAN), la Cámara Argentina Aeronáutica y Espacial (CARAE), el Polo Tecnológico de Rosario, la Asociación Internacional de Profesionales de Puertos y Costas, la Fundación CIDETER, el Área Industrial de Tandil (APIT), la Asociación Latinoamericana de Diseño (ALADI), la Unión Industrial de Avellaneda, la Fundación ProBuenos Aires, entre otras organizaciones. También se incorporaron a esta propuesta la Universidad Tecnológica Nacional (UTN-FRA), la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), la Universidad Nacional de San Antonio de Areco (UNSAdA), la Universidad Nacional de Jujuy (UNJU), el CIDEM de la Universidad Nacional Tres de Febrero (UNTREF) y la Universidad Nacional del Noroeste de la Provincia de Buenos Aires (UNNOBA).
SOBERANÍA TECNOLÓGICA PARA EL DESARROLLO REGIONAL
Basándose en la lógica de anticipación, la vinculación tecnológica argentina 4.0 es una propuesta superadora configurada en términos interdisciplinarios, desde el punto de vista del conocimiento, y multipropósito, desde el punto de vista de la acción que procura la colaboración en equipos de desarrollo distribuidos geográficamente por todo el país. La iniciativa esta pensada de manera tal que todo proyecto genere una masa crítica que produzca un impacto social real que se motivará directamente a partir de subredes de actividades entre instituciones con base territorial, empresas locales y universidades locales, y no a partir de los tecnólogos que actúan de manera aislada o individual.
En este orden de cuestiones, vale destacar como un claro ejemplo la experiencia que se está llevando adelante con una pyme de base tecnológica en el diseño y desarrollo de un “Edificio Prefabricado Modular de Data Center”, que tendrá la certificación internacional ANSI/TIA942-B Rated 3 para Diseño y Construcción, lo que garantiza la seguridad operacional y el cumplimiento de las más estrictas normas internacionales. Es un Data Center exclusivo que permitirá unificar el procesamiento de las distintas organizaciones y reparticiones –como pymes, municipalidades, organismos descentralizados, etc.– que hoy tienen mucho déficit en esos aspectos, y a la vez les permitirá brindar servicios a terceros. El diseño modular permite el crecimiento a futuro tanto en forma vertical como horizontal, y agrega la posibilidad de ser trasladado en un 100 por ciento sin pérdida de la inversión realizada. Esto se trata de soberanía tecnológica para el desarrollo económico regional. Ya no se importa el data center llave en mano extranjero. Se fabrica en Argentina, con profesionales, técnicos y trabajadores argentinos.
EXPERIENCIA ACUMULADA
Las organizaciones que conforman la Plataforma VinTecAr 4.0 tienen una amplia experiencia en diferentes rubros de alta complejidad. Tal es el caso de CEDyAT, que ha sido clave para el Proyecto de Extensión de Vida de la Central Nuclear de Embalse Río Tercero por 30 años más, lo que significó energía limpia para tres millones de argentinos. O la Fundación CIDETER, que se especializó en la reconversión de pymes del Polo Productivo de Máquinas Agrícolas para tratar de elevar los niveles de calidad, competitividad y rentabilidad en Las Parejas, Las Rosas y Amstrong, localidades de la provincia de Santa Fe, junto con Marco Suarez, de Córdoba. También la Fundación Argentina de Nanotecnología (FAN), que en su entorno se propuso el desarrollo clínico de un suero equino hiperinmune con efectos terapéuticos contra el COVID-19.
Otro caso, más conocido a nivel general, es el de la empresa ARSAT, que con la UVT - INVAP desarrollan los satélites ARSAT 1 y 2. Con ellos, el Estado Nacional recauda alrededor de 50 millones de dólares por año, lo que posibilita financiar el proyecto de construir el ARSAT 3, que recaudará un poco más y permitirá a otras empresas argentinas de telecomunicaciones hacer negocios con la banda ancha.
Como tecnólogos, estamos decididos a tender puentes y fortalecer los vínculos entre el sector privado y público como una estrategia para impulsar las tecnologías que necesitan de las organizaciones, las entidades, las instituciones y las empresas para la mejora continua de los procesos, el fortalecimiento de sus capacidades, el desenvolvimiento de la calidad y la incorporación de las innovaciones disruptivas 4.0. Ese es nuestro aporte a la reconstrucción del país luego de la trágica crisis económica y social de la pandemia de COVID-19.
Con VinTecAr 4.0 queremos ayudar a producir y exportar tractores, satélites, medicamentos, radares, reactores nucleares, data centers, energías renovables, software y biotecnología, porque valoramos muchísimo el conocimiento argentino y queremos que se quede acá, en nuestra patria. Lo importante es no demorar más.
Esta nota fue escrita especialmente para DEF.
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