Chagas: una enfermedad silenciosa que crece y cuyos datos son preocupantes en Argentina

A más de un siglo de su descubrimiento, el chagas continúa siendo un padecimiento endémico en la región. Conversamos con el biólogo Diego Weinberg, integrante de la Fundación Mundo Sano, dedicada a mejorar la realidad de las personas afectadas por enfermedades desatendidas.

Chagas: en la Argentina, los datos son preocupantes, y se estima que hay 1,6 millones de infectados, 7 millones de personas en riesgo de estarlo y 1300 bebés que nacen con la enfermedad anualmente. Foto: Fernando Calzada.

Asociada a la pobreza extrema y endémica en 21 países de América Latina, la enfermedad de Chagas afecta aproximadamente a 8 millones de personas en el mundo, de las cuales 1,2 millones son mujeres en edad fértil. Según la Organización Mundial de la Salud, más del 95 por ciento de ellos desconocen su estado. En la Argentina, los datos son preocupantes: se estima que hay 1,6 millones de infectados, 7 millones de personas en riesgo de estarlo y 1300 bebés que nacen con la enfermedad anualmente. DEF dialogó con el el biólogo Diego Weinberg acerca del tema.

-¿Cuáles son las principales formas de transmisión?

-Si bien, en general, se asocia la enfermedad con la presencia de vinchucas, en la actualidad y como consecuencia de los progresos en el control vectorial y transfusional, la transmisión de madre a hijo es uno de los modos de contagio más importante. Es decir que una madre infectada puede transmitir el chagas a su hijo durante el embarazo. También existe la transmisión por donación sanguínea o de órganos, pero esto ya es poco probable. En consecuencia, aunque está clara la necesidad de control vectorial, sin dudas, lo fundamental es garantizar el acceso al diagnóstico y tratamiento de la mujer en edad fértil, tarea importante que no se está realizando de la mejor manera.

-Existe una Ley Nacional de Chagas, ¿qué establece?

-La ley establece la obligatoriedad de realizar pruebas diagnósticas en toda mujer embarazada y, si se detecta la enfermedad, en los recién nacidos. En el caso de los bebés, el estudio debe repetirse antes del año para corroborar, una vez que se queda solo con sus propios anticuerpos, si es positivo y, en ese caso, avanzar con el tratamiento. Es una ley nacional pero, al no estar reglamentada en todas las provincias, no sabemos su nivel de aplicación. Lo primero, entonces, es hacer cumplir las leyes para que tanto las mujeres en edad fértil como sus hijos accedan al diagnóstico y tratamiento en tiempo y forma.

-¿Cómo estamos respecto a la región?

-Es una enfermedad endémica de todo nuestro continente. En el caso de los países del norte de América, están recibiendo permanentemente hombres y mujeres enfermos provenientes de países latinoamericanos, hecho que les genera un problema de salud importante a futuro, porque es probable que un enfermo de chagas tenga un problema cardíaco o gastrointestinal que deberá ser atendido. En toda América, se estima que hay aproximadamente siete millones de enfermos de chagas y, debido a las problemáticas de acceso al diagnóstico y tratamiento, es bajísima la tasa de enfermos tratados. Es importante aclarar que se trata de un problema mundial.

En la Argentina, hay más de un millón y medio de enfermos, que en su mayoría está en las grandes ciudades: ciudad de Buenos Aires, Gran Buenos Aires, Rosario y Córdoba. Foto: Fernando Calzada.

-¿Son las migraciones las responsables de su expansión global?

-En la Argentina, hay más de un millón y medio de enfermos, que en su mayoría está en las grandes ciudades: ciudad de Buenos Aires, Gran Buenos Aires, Rosario y Córdoba. Seguir con la idea de que se trata de una enfermedad vinculada al rancho de adobe, la vinchuca y el monte chaqueño es una visión recortada. Es cierto que la transmisión vectorial se localiza en determinadas provincias –Chaco, Santiago del Estero, Formosa, San Juan, Catamarca–, pero los enfermos de chagas están distribuidos en todo el país y en el resto del mundo. Las migraciones de latinoamericanos llevaron la enfermedad a otro continente, como el europeo, donde no hay vinchucas. Por lo tanto, insisto, el problema no es el vector, sino las personas enfermas. Lo que quiero decir es que tenemos que dejar de lado los mitos para empezar a ver el problema real, que son las personas infectadas distribuidas a lo largo de toda la Argentina

EL CONTROL DEL VECTOR

-Hay estudios que indican que las vinchucas disminuyeron considerablemente en los últimos 50 años, ¿es así?

-En América del Sur el principal vector es el Trypanosoma cruzi, la vinchuca. La realidad es que, producto de las acciones de control vectorial y del avance de la deforestación, disminuyó muchísimo su hábitat. En la actualidad, su presencia quedó restringida a la ecorregión del Gran Chaco, que abarca parte de Argentina, Bolivia y Paraguay.

-¿Cuáles son las principales acciones de control?

-El programa nacional de control tiene más de 60 años y, pese a haber pasado por etapas de mayor y menor actividad, tiene presencia en toda la zona de influencia. Además, existen también programas provinciales en las áreas endémicas. Las tareas de prevención están relacionadas con el control químico de las vinchucas con insecticidas de acción residual, que permiten que las viviendas sean refractarias a la infestación. El objetivo, entonces, es evitar que haya vinchucas adentro de las viviendas. Y, al hablar de vivienda, me refiero a todas las edificaciones peridomiciliarias, como depósitos, bodegas o fogones que rodean las casas.

Asociada a la pobreza extrema y endémica en 21 países de América Latina, la enfermedad de Chagas afecta aproximadamente a 8 millones de personas en el mundo, de las cuales 1,2 millones son mujeres en edad fértil. Foto: Fernando Calzada.

-¿Se realizan otras acciones además del control vectorial?

-Sí. Además de la prevención a través del control químico, otra línea muy importante es la capacitación de la población en prácticas saludables. Un ejemplo claro es la inconveniencia de tener animales domésticos –perros, gatos, cabras y chanchos– conviviendo con las personas dentro de las casas.

-¿Los animales pueden transmitir la enfermedad?

-El circuito es así: la vinchuca pica a los animales de sangre caliente, por lo cual los mamíferos domésticos pueden infectarse con el parásito y, si ese animal es picado por una vinchuca y esta luego pica a una persona, le puede transmitir la enfermedad.

-¿Es curable?

-Sí. Me parece importante aclararlo, porque circula un mito que afirma lo contrario. La tasa de curación de la enfermedad hasta la adolescencia es muy alta y después comienza a disminuir. Por lo tanto, aunque es muy difícil que una mujer en edad fértil enferma de chagas pueda curarse, al recibir tratamiento previo a su embarazo, disminuye a cero la transmisión de madre a hijo. Por eso, es clave diagnosticar y tratar a los niños desde pequeños. Existen drogas que, si bien no fueron creadas para esta enfermedad, se utilizan hace décadas. Pese a que había algunos problemas relacionados con su posología –estaban pensadas para los adultos y el chagas crónico–, en los últimos años, se le dio un gran impulso a su tratamiento y es fundamental poder acceder a él del modo más sencillo posible. El chagas se puede y se debe curar.

VISIBILIZAR PARA CAMBIAR LA HISTORIA

-Usted trabaja en la Fundación Mundo Sano, que lleva adelante, entre otros, programas relacionados con el mal de Chagas.

-Sí, trabajamos en Añatuya, Santiago del Estero; Clorinda, Formosa; Puerto Iguazú, Misiones; Pampa del Indio, Chaco y Tartagal, Salta, donde implementamos programas de control vectorial enfocados en el mejoramiento de las viviendas: lograr que las casas sean refractarias a las vinchucas es un avance muy importante. En la zona rural de Añatuya, por ejemplo, tenemos un programa a través del cual, junto a las comunidades, optimizamos las casas con elementos locales. El objetivo es que no haya rajaduras, que estén blanqueadas, que se armen espacios de almacenamiento y preparación sana de alimentos. Quiero decir que hay cuestiones clave relacionadas con una vivienda digna para tener en cuenta: desde la construcción de una letrina hasta un aljibe para tratar de paliar la problemática del agua, que es muy grave en esos lugares. Respecto a la enfermedad en sí, instalamos consultorios para atender a la gente, una manera de paliar el déficit histórico de acceso al diagnóstico y tratamiento. En síntesis, los programas tienen tres partes: mejoramiento de viviendas, capacitación comunitaria y control vectorial.

En América del Sur el principal vector es el Trypanosoma cruzi, la vinchuca. La realidad es que, producto de las acciones de control vectorial y del avance de la deforestación, disminuyó muchísimo su hábitat. Foto: Fernando Calzada.

-La Fundación está llevando adelante la campaña “Ningún bebé con chagas”, ¿en qué consiste?

-El objetivo es que para 2030 todos los bebés que nazcan con la enfermedad puedan tratarse y curarse. Estudios recientes demuestran que puede prevenirse la transmisión congénita, por lo cual es muy injusto que sigan naciendo niños infectados.

-¿Es alto el porcentaje de bebés que nacen con mal de Chagas?

-Se estima que la tasa de infección transplacentaria está en el orden del cuatro por ciento. Para dar una idea, en Argentina nacen cerca de 1300 chicos con enfermedad de Chagas por año. Es muchísimo.

-Por último, ¿la pandemia tuvo algún tipo de impacto en la enfermedad de Chagas?

-Yo soy biólogo, por lo cual no me corresponde opinar sobre el tema, pero sí creo que es probable que los seguimientos de embarazos hayan sido menos eficientes que lo común y se puede haber escapado chagas. Lo que sí sé es que durante la pandemia casi no hubo trabajo de las brigadas de control vectorial en las provincias endémicas, por lo cual, en contraposición con la vigilancia anual de miles de viviendas en el país, la intervención fue casi nula.

* Esta nota fue producida y escrita por una miembro del equipo de redacción de DEF.

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