Devora Kestel: La pionera argentina en salud mental de la OMS

Nombrada directora de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la Organización Mundial de la Salud, OMS, Devora Kestel se trasformó en la primera mujer en ocupar este cargo en el organismo de Naciones Unidas. Por Redacción DEF.

Con más de 25 años de experiencia en el diseño de políticas sanitarias y la formación de equipos relacionados con la salud mental y el abuso de sustancias, de trabajar en países tan diversos como Italia, Kosovo, Albania y el Caribe, de asesorar a los gobiernos sobre políticas públicas y de haber trabajado en la Organización Panamericana de la Salud, Kestel accedió al cargo de directora de Salud Mental de la OMS a través de un concurso público. "No es un nombramiento político, sino una carrera que fui construyendo a fuerza de trabajo, reconocimiento y experiencia", declara. Egresada de la Universidad Nacional de La Plata, es la primera mujer argentina y psicóloga responsable de la salud mental de la OMS.

-¿Cuáles son los objetivos primordiales de su tarea?
-Nosotros trabajamos sobre la base de las líneas de acción que definen los Estados Miembros de la OMS. Se trata de 194 países que se reúnen una vez al año en el marco de la Asamblea Mundial de la Salud, donde determinan las prioridades de trabajo. Entre ellas, está la salud mental y otras problemáticas asociadas, como la demencia, la epilepsia, el suicidio, el alcohol y las drogas. Para cada uno de estos temas, diseñamos un plan de acción que es votado por los 194 estados, votación que implica el compromiso de brindar el apoyo requerido en las distintas áreas. Nuestra misión como organización es colaborar con los gobiernos, producir guías técnicas, manuales de implementación y de formación para el personal, y asesorar acerca de las mejores prácticas para la promoción de la salud mental. Somos una agencia de las Naciones Unidas especializada en el tema y, aunque hay una cierta flexibilidad y cada director puede dar su impronta, nuestra labor se desarrolla en un marco establecido.

“El trastorno mas usual es la depresión ,considerada a nivel mundial la primera causa de discapacidad”. Foto: Fernando Calzada.

-Así como ocurre con la salud física, ¿se diseñan políticas y planes sanitarios referidos a la salud mental?
-Exacto. Aunque no tenemos ningún tipo de poder para presionar a los países ni obligarlos a cumplir metas, hay un compromiso asumido a nivel global y regional que cada Estado va realizando a su propio ritmo y, según su propia realidad, va a generar una política pública para avanzar de acuerdo con determinados criterios y prioridades. Desde la OMS, impulsamos y apoyamos en lo que podemos.

-¿Hay recursos destinados especialmente a la salud mental?
-A nivel global, el promedio del presupuesto de salud destinado a la salud mental es de un 2 %, un porcentaje realmente miserable que suele ser todavía menor en países de bajos ingresos. Pero es peor aún, el 80 % de ese presupuesto va a hospitales psiquiátricos, instituciones que brindan un mal servicio –sobre todo por la constante violación a los derechos humanos– a poca población. Son lugares caros y excesivamente grandes, muchos de los cuales tienen más personal que pacientes porque deben mantener la estructura. El resultado es que no quedan casi recursos para la inmensa mayoría, cuyos problemas pueden ser difíciles o no, pero requieren una solución a su alcance; las personas necesitan recibir atención a cualquier clase de trastornos en el mismo centro de salud donde concurren cuando se rompen una pierna.

El presupuesto global destinado a la salud mental es miserable.

-¿Considera que la salud mental ya está incorporada como un tema de Salud Pública?
-Lo está en los papeles hace unos cuantos años, pero va variando de país en país, por motivos que a veces se relacionan con el avance socioeconómico de cada sociedad. En el norte de Europa occidental, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, con sus dificultades y desafíos, tienen sistemas bastante sólidos. En la región de las Américas, donde trabajé muchos años, conocí experiencias muy interesantes, en países como Brasil, Chile y Perú. Nosotros como organización trabajamos la salud mental como un componente de la Salud Pública.

-¿Cuáles son los trastornos más frecuentes?
-Los más usuales son la depresión –considerada a nivel mundial la primera causa de discapacidad– y la ansiedad, detrás de los cuales hay un abanico de enfermedades, como la psicosis o el trastorno bipolar, entre otros. Y existen problemáticas relacionadas con el envejecimiento poblacional que empiezan a aparecer en forma masiva. Pero al hablar de políticas públicas de salud mental, no nos referimos a una patología particular sino a la necesidad de reorganizar un sistema de salud pública para que dé respuesta a todas las problemáticas. No interesa si es psicosis, depresión, alcoholismo o intento de suicidio, lo importante es que debe haber un servicio de salud mental disponible, a una distancia razonable, para atender las necesidades de esa persona en el momento adecuado. En general, desde la perspectiva de la Salud Pública, se sostiene que debe haber políticas para la prevención y promoción pero todas las fases –tratamiento, cura, cuidado, seguimiento y recuperación– tienen que tener una respuesta dentro del sistema.

”Existen enfermedades relacionadas con el envejecimiento poblacional que empiezan a aparecer en forma masiva”. Foto: Fernando Calzada.

-Según su experiencia, ¿cambian las problemáticas presentes en los países en vías de desarrollo y los desarrollados?
-No, las problemáticas se reiteran en el mundo con una presencia bastante pareja. La diferencia quizás sea que ciertos trastornos, como la depresión o la ansiedad, aumentan en situaciones de emergencia humanitaria, violencia, guerra, pobreza o dificultad socioeconómica, pero la tendencia es homogénea. Aunque parezca sorprendente, es más común registrar variaciones entre hombres y mujeres dentro de una misma región –aunque también existe mayor homogeneidad de la que uno imaginaría– que otras referidas a situaciones socioeconómicas.

-¿Cómo se vehiculiza el apoyo de la OMS a las personas que padecen crisis humanitarias, como los desplazamientos migratorios, las guerras, las catástrofes naturales, cada vez más frecuentes?
-En general, la ayuda se coordina con las organizaciones internacionales que trabajan en situaciones de emergencia humanitaria. Sin dudas, a través de los años, la salud mental está cada vez más presente, y en la actualidad, a poco de producirse una catástrofe, ya se solicita la intervención de alguien del área. Nosotros como organización contamos con material y gente muy experimentada, y apoyamos a los ministerios de salud locales en la coordinación de acciones pertinentes para la población afectada.

-¿Es factible hablar de salud mental comunitaria?
-En la actualidad, hay estudios que analizan la relación de la salud mental con la pobreza y la desigualdad, hablan del rol que tienen los determinantes sociales y qué se puede hacer para promover un estado de bienestar colectivo e individual. Quizás, en ese contexto, se podría hablar de salud mental comunitaria. Son temas que hemos estado discutiendo recientemente: ¿qué es la salud comunitaria?, ¿es la suma de los individuos de un lugar o algo más? Creo que son planteos casi filosóficos que debemos profundizar desde lo teórico.

-¿Cuáles son los principales retos de su gestión?
-El desafío más importante es promover que los problemas vinculados a la salud mental reciban atención de parte de políticos, fundaciones, incluso del sector privado y de las ONG para colocarlos en la agenda de salud. Por otra parte, hay que lograr que los países se comprometan a salir de la modalidad de trabajo tradicional, abrirse a los servicios en la comunidad y promover una atención basada en los derechos de las personas y adecuada a la realidad de hoy.

*La versión original de esta nota fue publicada en la Revista DEF N. 126.

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