
Aunque los memes aparecieron a finales de los 90, su popularidad puede entenderse por medio de la teoría de la mímesis de Platón y Aristóteles, la cual plantea que el arte es imitación de la realidad.
Pero antes de adentrarnos en la Filosofía, es clave identificar el eslabón etimológico que conecta un contenido viral con la Antigüedad.
El Diccionario de la Lengua Española explica que la palabra “meme” fue acuñada por el biólogo Richard Dawkins en 1976, a partir de la palabra griega mímēma que significa “cosa que se imita”, y ofrece dos definiciones:
- m. Rasgo cultural o de conducta que se transmite por imitación de persona a persona o de generación en generación.
- m. Imagen, video o texto, por lo general distorsionado con fines caricaturescos, que se difunde principalmente a través de internet.
El meme como obra artística
Ese carácter imitativo del meme es lo que nos permite dar un salto a la antigua Grecia. Pero, para poder analizarlos a través de los prismas filosóficos, debemos comprender primero que los memes comparten varias características con las obras de arte: son creativos, expresan emociones, hacen reflexiones sobre el mundo que nos rodea, contienen elementos estéticos y se les ha concedido una intención comunicativa.

Podría argumentarse que carecen de una intención artística premeditada y que su naturaleza utilitaria limitaría su existencia, ya que funcionan más como un medio que como un fin en sí mismos. No obstante, su relevancia cultural es cada vez mayor.
Un ejemplo de esto fue el éxito de la exposición El subversivo arte de los memes en Ciudad de México en 2024. Su popularidad evidenció cómo los memes funcionan como un medio estético para la difusión de información, pues configuran imaginarios colectivos y fomentan el debate social y cultural. Al partir del concepto de “artista ciudadano” del mexicano David Alfaro Siqueiros se resaltó su carácter eminentemente democrático: son herramientas accesibles que superan barreras lingüísticas y culturales mediante el humor, la ironía y la crítica social.
Una vez configurada una categorización amplia del meme, viajemos a la antigua Grecia.
El arte que imita
Platón postuló que el arte era una copia de la realidad, pero una copia de inferior calidad. Dice en la República el filósofo:
“el arte mimético está lejos de la verdad, según parece; por eso reproduce todas las cosas, pero toca apenas un poco de cada una, y este poco es una imagen”.
Para él, la verdadera realidad es la del Mundo de las Ideas: inmutable, perfecta y accesible únicamente mediante la razón, no mediante los sentidos. De manera que nuestro mundo sería una copia de ese mundo ideal y el arte se reduciría a una copia de una copia, es decir, sería doblemente imperfecto. También, afirma Platón, podría distraer y desviar a las personas de la búsqueda del conocimiento y la verdad, pues fomenta emociones irracionales y superficialidad.
Pero su visión de la imitación no es del todo negativa. Platón reconocía que el arte puede aprovecharse para formar el carácter de los ciudadanos… si se regula adecuadamente. Para ello, debe orientarse hacia modelos virtuosos que eviten influencias negativas y que promuevan la justicia y la armonía.
La teoría aristotélica
Aristóteles, por su parte, retoma la capacidad edificante del arte. En su Poética le otorga un valor positivo a la imitación, en la medida que no solo refleja la realidad, sino que también permite especular sobre el futuro, siempre que tenga un referente verosímil que lo conecte con la experiencia real.
Cuando analiza las tragedias, estipula que este tipo de obras, por medio de la presentación de verdades universales, cuenta con la capacidad de provocar una kátharsis. Este concepto puede entenderse como una purificación emocional en el espectador, que lo libera de sus pasiones mediante la experiencia de la piedad y el temor. En cuanto a la comedia, la imitación de los defectos de los peores hombres provoca la risa y la reflexión sobre los aspectos absurdos de la condición humana.
Dicha purificación emocional es esencial para el bienestar psicológico, ya que permite a los individuos enfrentar y procesar sus propias tribulaciones a través del arte.
De hecho, esta intuición aristotélica tiene un sustento neurobiológico. El funcionamiento de las neuronas espejo “permite comprender el contagio emocional que provocan los actores del cine o del teatro: cuando vemos a los actores reír o sufrir, sentir odio o amor, las neuronas espejo simulan en nuestro cerebro esas mismas emociones, permitiéndonos comprender los estados anímicos de los personajes que interpretan y favoreciendo nuestra empatía con los mismos”.
Aristóteles también detalla los elementos constitutivos de los dramas. La trama y la caracterización son esenciales para mantener la coherencia y verosimilitud de la historia, mientras que dan vida a los personajes que conectan al espectador con sus dilemas e inquietudes. La expresión verbal y el espectáculo refuerzan la dimensión sensorial y visual. El canto y la música elevan la experiencia estética y potencian el mensaje de la obra.
Todos los elementos se combinan para producir una experiencia estética y moral intensa y conmovedora. Así, se logra tanto la belleza de la obra como el vínculo con la audiencia para promover una introspección significativa.
Traslación a los memes
De esta forma, podemos establecer el salto de lo que proponemos a los memes. Y qué mejor manera de ejemplificarlo que utilizando algunos inspirados en los protagonistas de este artículo.

El meme sobre Platón es una imitación doblemente imperfecta de la realidad. No solo simplifica su pensamiento, sino que también lo descontextualiza para adaptarlo al lenguaje de internet. De esta forma, puede distraernos de lo esencial: la finalidad del método dialéctico era alcanzar a través de la conversación una mayor comprensión de conceptos fundamentales como la justicia, la virtud, el bien y la purificación del alma, que nos guían hacia una visión más elevada del mundo.
Pero con la ironía, los memes también pueden ayudarnos a comprender la validez y los límites de los argumentos del filósofo y el carácter ficcional de su obra.

El de Aristóteles transforma el principio fundamental de su metafísica al caricaturizar la curiosidad innata del ser humano. Así ironiza con que bien encaminada desemboca en la sabiduría, pero, sin una finalidad específica, nos lleva a la frivolidad del chisme.
El meme, pues, encapsula algo de verdad y desencadena emociones en quien lo contempla, usa, comparte o transforma, al combinar elementos semióticos, narrativos y contextuales. Son elaboraciones culturales efímeras de nuestras experiencias, sentires y críticas compartidas. Su accesibilidad, simplicidad y adaptabilidad a otros contextos son reflejos de un mundo globalizado y digital en constante cambio.
* Es filólogo clásico, Universidad de La Sabana.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation.

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