Las historias detrás de los grandes hallazgos del mundo del arte

Tras realizar un recorrido por las muestras destacada de arte en Argentina y en el mundo, así como también las controversias y curiosidades y un panorama sobre el mercado de subastas y los cuadros más caros del 2024, llega el momento de los hallazgos.

A continuación, obras que fueron encontradas luego de mucho tiempo o reaparecieron en público, en algunos casos, tras varios siglos; el descubrimiento de la primera pintura figurativa de la historia o cambios de atribución a obras que así toman un nuevo estatus:

Arte ruprestre: de la pintura figurativa más antigua del mundo a la Patagonia

Hace mucho, mucho tiempo atrás, hace 51 mil años apróximandamente, alguien dibujó un gran jabalí rodeado por tres figuras humanas con pigmentos de color rojo, en una cueva de Sulawesi, Indonesia. En julio, se anunció el descubrimiento, que es considerada la pintura rupestre más antigua hasta la fecha, lo que no sólo marcó un nuevo récord en la cronología del arte prehistórico, sino que también sugiere que la narración visual formaba parte de las primeras expresiones culturales de la humanidad.

El hallazgo, publicado en Nature, fue anunciado por un grupo de investigadores liderado por Maxime Aubert, arqueólogo de la Universidad Griffith en Australia, quien destacó la relevancia de esta pintura como “la evidencia más antigua de una narración”.

Para determinar la antigüedad de la pintura, los investigadores emplearon una técnica innovadora basada en ablación con láser, que permite analizar muestras de roca de manera más precisa y eficiente que los métodos tradicionales, como el de series de uranio. Según explicó Aubert, esta tecnología no solo es más rápida y económica, sino que también requiere cantidades mínimas de material, lo que reduce el impacto en las obras estudiadas.

El equipo probó inicialmente esta técnica en una pintura previamente descubierta en 2019 en otra cueva cercana, también en Sulawesi. En ese momento, el método de series de uranio había fechado a la escena de caza, en 44.000 años. Sin embargo, la nueva tecnología reveló que es de al menos 48.000 años. Posteriormente, aplicaron el mismo procedimiento a la pintura del jabalí, descubierta en 2017, y determinaron que tiene al menos 51.200 años, estableciendo un nuevo récord.

Adam Brumm, otro de los autores del estudio, destacó en una conferencia de prensa que este descubrimiento sugiere que la capacidad de contar historias a través del arte es mucho más antigua de lo que se pensaba: “Nuestro hallazgo indica que la narración visual fue una parte integral de la historia humana desde tiempos muy remotos”.

Unos meses antes, en abril, se produjo un descubrimiento similar, pero en escala sudamericana, que fue publicado en Science Advances.

En una cueva de la Patagonia, ivnestigadores argentinos y chilenos analizaron 895 pinturas en la cueva Huenul 1, un refugio rocoso de 630 metros cuadrados ubicado en Neuquén, y estimaron que las expresiones artísticas databan de hace 8.200 años.

El estudio liderado por la arqueóloga argentina e investigadora del Conicet Guadalupe Romero Villanueva, sugiere que estas obras artísticas podrían haber servido como una herramienta de resiliencia ante las áridas condiciones climáticas de la época

“El arte rupestre de la cueva de Neuquén es el más antiguo de América del Sur, según la prueba de un fechado directo a través de la técnica de carbono 14. Hay otros sitios con arte rupestre que podrían ser más antiguos, pero solo cuentan con fechados relativos. Se sabe que América del Sur estuvo poblada hace más de 12.000 años”, dijo Ramiro Barberena, uno de los investigadores y coautores del trabajo, en diálogo con Infobae.

A finales de septiembre, Un retrato del militar veneciano Melchior Michael, que permaneció durante décadas en el depósito del Museo Provincial de Bellas Artes “Emilio Pettoruti” de La Plata, fue finalmente atribuido al célebre pintor renacentista Jacopo Comin, conocido como Tintoretto.

Este hallazgo fue posible gracias a un riguroso estudio interdisciplinario liderado por un equipo del Conicet, que empleó técnicas científicas avanzadas y análisis históricos para confirmar la autoría de la obra, según informó el Journal of Molecular Structure.

El retrato, que llegó al museo en 1932 como parte de una donación de la aristócrata argentina Sara Wilkinson de Santamarina y Marsengo, había sido objeto de controversia desde su incorporación a la colección. Wilkinson, conocida por su interés en el arte europeo, adquirió diversas piezas durante sus viajes, incluyendo obras atribuidas a artistas como Francisco de Goya y Henry Raeburn. La donación de estas obras al museo se concretó el 28 de noviembre de 1932, tras haber sido documentadas en el puerto de Buenos Aires un mes antes. Sin embargo, la autoría del retrato de Melchior Michael, inicialmente asignada a Tintoretto, fue puesta en duda desde el principio.

El propio Emilio Pettoruti, director del museo en aquel entonces, expresó sus reservas sobre la autenticidad de las piezas atribuidas a Goya y Tintoretto. En su autobiografía, calificó ambas obras como “mediocres” y decidió que no serían expuestas al público, relegándolas al depósito del museo. Durante décadas, el cuadro permaneció en el olvido, catalogado únicamente como perteneciente a la “escuela de Tintoretto”, hasta que se impulsó su revalorización.

En 2022, con motivo del centenario del museo, su director Federico Ruvituso promovió una iniciativa para revisar y destacar el acervo pictórico de la institución. Este esfuerzo incluyó la colaboración con el Conicet La Plata y la firma de un convenio con el Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires (ICPBA). Como parte de este proyecto, un equipo del Centro de Química Inorgánica “Dr. Pedro J. Aymonino” (CEQUINOR, CONICET-UNLP) emprendió un análisis exhaustivo del retrato, combinando métodos científicos y artísticos para esclarecer su origen.

El estudio incluyó la toma de micromuestras de áreas dañadas y no visibles del lienzo, que fueron sometidas a análisis espectroscópicos y químicos. Así, los investigadores identificaron pigmentos característicos del siglo XVI, como cinabrio, blanco de plomo, calcita, yeso y negro de humo. Además, detectaron un barniz que coincide con el utilizado en otras obras de Tintoretto. Estos hallazgos fueron respaldados por un análisis histórico del comercio de pigmentos en Venecia y las regiones cercanas al Mar Mediterráneo durante esa época.

El diseño artístico del cuadro también fue objeto de estudio mediante radiografías realizadas en una clínica de La Plata. Este procedimiento reveló la existencia de una figura que había sido eliminada en un retoque posterior, lo que proporcionó pistas adicionales sobre la evolución de la obra. Paralelamente, se investigó el recorrido histórico del retrato antes de su adquisición por Wilkinson, confirmándose que fue exhibido en la Gran Exposición de Arte Veneciano en Londres en 1894 y subastado en Bruselas en 1904.

Otro aspecto clave del estudio fue la relación entre Tintoretto y Melchior Michael. Según los investigadores, el taller del pintor recibió al menos dos encargos para retratar al militar veneciano. La combinación de evidencia científica, histórica y artística permitió concluir con firmeza que el retrato es una obra auténtica del maestro italiano. La obra fue la gran estrella de Plateada, la feria de arte de la capital pronvincial.

Gustav Klimt, un hallazgo y un regreso tecnológico

Una misteriosa modelo. Un cuadro desaparecido durante casi un siglo y la teoría de un posible expolio nazi. Todos esos elementos se unieron en la subasta de una obra maestra de Gustav Klimt, “El retrato de la señorita Lieser”, que fue subastada por unos USD 32 millones en Viena durante abril, mucho menos de lo esperado por algunos expertos, ya que tenía una valoración de 53 millones.

El retrato de la señorita Lieser es una de las piezas en las que Klimt estaba trabajando cuando murió, en febrero de 1918, a los 55 años. Se sabe que el pintor recibió 10.000 coronas como adelanto y se estima que habría recibido otras tantas al entregar la pieza terminada. Hoy día, esas cantidades equivalen a unos 120.000 euros.

El cuadro fue encargado por los Lieser, una familia de empresarios judíos que sufrieron el expolio y la persecución de los nazis cuando Austria se unió al Reich alemán en 1938. A la obra se le pierde la pista en 1925, año del que es una foto en blanco y negro tomada para los preparativos de una retrospectiva de Klimt celebrada al año siguiente, y en la que ni se sabe si llegó a exponerse. Ahora se sabe que en un momento indeterminado fue vendido y que desde la década de 1960 estuvo en una mansión a las afueras de Viena.

Varios miembros de la familia tuvieron que huir de Austria durante el nazismo y Lilly Lieser, una conocida mecenas, fue asesinada en el campo de exterminio de Auschwitz. Tras la II Guerra Mundial, sus hijas volvieron a Austria y reclamaron los bienes confiscados por los nazis, pero el cuadro no se mencionó en esa petición. Otro de los datos llamativos es que en realidad no se sabe quién es la modelo, pero se cree que puede ser la sobrina de Lilly Lieser o, más probablemente, una de sus hijas.

En otra de las noticias relacionada al gran simbolista austríaco, fue la reconstrucción de una de sus obras más enigmáticas y controvertidas, “La Medicina”, que volvió a reaparecer en un espacio público más de 80 años después de su desaparición.

Una versión reconstruida digitalmente de esta pintura, que fue destruida al final de la Segunda Guerra Mundial, se presentó en un mural de grandes dimensiones en la fachada del Instituto Anna Spiegel de la Universidad de Medicina de Viena (UniMed).

La pintura original, creada por Klimt alrededor de 1900, fue encargada en 1894 como parte de un conjunto conocido como las ‘Pinturas de la Facultad’, destinado a decorar el techo del Aula Magna de la Universidad de Viena. Sin embargo, nunca llegó a cumplir su propósito inicial debido al rechazo que generó entre los académicos y el público de la época: la representación de figuras desnudas en la obra fue una de las principales razones de su rechazo, en un contexto marcado por el conservadurismo político que coexistía con la modernidad en la capital del entonces Imperio austrohúngaro.

El escándalo que rodeó a ‘La Medicina’ tuvo un impacto significativo en Klimt, quien ante el rechazo masivo decidió no aceptar más encargos públicos. Entonces, con la ayuda de un mecenas, logró recomprar la pintura y posteriormente la vendió a un coleccionista privado. En 1919, la obra llegó al Belvedere, donde permaneció expuesta hasta 1943, cuando fue confiscada por los nazis.

La pintura fue destruida en un incendio en un castillo de Baja Austria hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, junto con otras obras de arte expoliadas. Las circunstancias exactas de su destrucción siguen siendo inciertas. Sin embargo, la reconstrucción digital ha permitido que la obra vuelva a ser accesible al público, aunque en un formato diferente.

El rector de la UniMed, Markus Müller, explicó que el proyecto de reconstrucción digital de ‘La Medicina’ surgió hace dos años gracias a una colaboración entre Google Arts & Culture y el Museo Belvedere de Viena, para el que se utilizó inteligencia artificial para colorear una fotografía en blanco y negro de la pintura tomada en 1900.

Una obra de Artemisia Gentileschi sale a la luz

Durante septiembre, el Museo de Arte Kimbell, en Fort Worth, Texas, presentó en sociedad la pintura “María Magdalena Penitente” de Artemisia Gentileschi, presentada al público por primera vez desde su creación en el siglo XVII.

La procedencia de “María Magdalena Penitente” se remonta al duque de Alcalá y virrey de Nápoles, Fernando Enríquez Afán de Ribera, quien habría encargado la obra durante la estancia de Gentileschi en Roma. Tras completar esta pintura, la artista creó una de sus piezas más emblemáticas, “Judith y su doncella con la cabeza de Holofernes”.

El destino de “María Magdalena Penitente”, realizada alrededor de 1625-1626, fue incierto durante siglos, ya que desapareció del registro público hasta que resurgió en una subasta en París en 2001. En ese momento, se consideraba una pintura realizada en el taller de Gentileschi, lo que influyó en su precio inicial de oferta. Sin embargo, la pieza se vendió por 1,5 millones de francos franceses, una cifra que superó ampliamente las expectativas.

Tras su adquisición, la pintura fue sometida a un proceso de conservación que reveló detalles sorprendentes. Según el museo, la obra había sido cubierta con una sobrepintura que ocultaba partes del cuerpo de María Magdalena, como el pecho superior y la axila. Estas modificaciones, realizadas por un artista posterior, fueron eliminadas durante la restauración, dejando al descubierto la composición original en un estado notablemente bien conservado. Además, el lienzo sigue montado en un bastidor auxiliar del siglo XVIII, un elemento raro que ha sobrevivido al paso del tiempo.

El Tiziano hallado en una parada de autobús

“Descanso en la huida a Egipto”, una obra temprana del renacentista Tiziano, que permaneció desaparecida durante años fue hallada en una bolsa de plástico en una parada de autobús en Londres, en 2002. Casi dos décadas después se vendió por 17,5 millones de libras (22 millones de dólares) en una subasta en Londres, estableciendo un nuevo máximo histórico para el artista.

El óleo, que data aproximadamente de 1510, fue pintado cuando tenía apenas 20 años y es considerado una de sus primeras obras maestras. Inspirado en un episodio bíblico, representa a la Sagrada Familia descansando en un entorno rural durante su huida a Egipto, con María acunando al niño Jesús y José observando la escena.

La obra tiene una procedencia que abarca siglos de historia: originalmente documentada en la colección de un mercader de especias veneciano a principios del siglo XVII, la pieza pasó por las manos de duques, archiduques y emperadores romanos. Entre sus propietarios destacados se encuentra el archiduque Leopoldo Guillermo de Austria, quien la adquirió para su colección en Viena. Sin embargo, durante las campañas napoleónicas, el cuadro fue saqueado por las tropas francesas y permaneció fuera de Austria durante años hasta ser recuperado tras la caída de Napoleón.

En 1878, el óleo fue adquirido por John Alexander Thynne, cuarto marqués de Bath, en una subasta y permaneció en la residencia familiar de Inglaterra hasta que en 1995, fue robada de la mansión en un incidente que conmocionó al mundo del arte.

En 2002, el detective especializado en arte Charles Hill lo recuperó en circunstancias insólitas: fue encontrada dentro de una bolsa de plástico blanca y azul en una parada de autobús en Richmond, al suroeste de Londres. Aunque carecía de su marco original, la obra estaba en buen estado y fue devuelta a sus propietarios.

Un caravaggista, de regreso

Ya en diciembre, un cuadro del pintor neerlandés Matthias Stomer, conocido como Matthias Stom, fue encontrado en Génova, Italia, luego de siglos de olvido.

Stomer, nacido en Amersfoort alrededor de 1600 y fallecido en Sicilia después de 1650, fue un destacado representante del caravaggismo en los Países Bajos. Influenciado por los pintores de Utrecht, Stomer trasladó su actividad a Italia, donde desarrolló un estilo caracterizado por el uso dramático del claroscuro y la representación realista de las figuras.

El historiador del arte Giacomo Montanari identificó a la obra “Adoración de los pastores” en los archivos de la Provincia de los Frailes Menores Capuchinos, tras lo cual concluyeron que por sus características estilísticas y las afinidades con otras obras del pintor, se habría pintado alrededor 1640.

Los registros históricos indicaron que la obra estuvo documentada en Nápoles hasta 1801, momento en el que se perdió su rastro y aún se desconoce cómo llegó hasta Génova. Su estado de conservación es malo, con abrasiones y pérdidas significativas en la pintura, por lo que desde el Museo Diocesano de Génova se anunció que será sometida a un proceso de restauración para recuperar su estado original.